Esperanza, ternura, el poder entendido como servicio a los más débiles y también un "no tengáis miedo de la bondad". Hacía años que desde una instancia de prestigio internacional, como la de los papas, no se oían palabras de ánimo para unas sociedades aplastadas por la crisis o la pobreza endémica. Las pronunció ayer Francisco, en el sermón de la misa que puso inicio oficial a su pontificado, celebrada frente a las delegaciones políticas de 132 países.

"También el Papa tiene poder", admitió Bergoglio, subrayando que se trata de "un poder de servicio, humilde, concreto, rico de fe". Añadió que "guardar lo creado con una mirada de ternura y amor es abrir el horizonte de la esperanza, abrir un desgarro de luz entre tantas nubes, es abrir el calor de la esperanza". Los verbos "guardar", "cuidar" y "custodiar" fueron el eje de su mensaje.

PETICION Francisco pidió ayer "por favor, a todos aquellos que ocupan cargos de responsabilidad en el ámbito económico, político, social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos guardianes de la creación, del diseño de Dios inscrito en la naturaleza, custodios del otro, del ambiente, y no dejemos que signos de destrucción y muerte acompañen el camino en este mundo".

Explicando su idea de "custodiar" dijo que "no afecta solo a los cristianos, sino que constituye una dimensión simplemente humana, se refiere a todos", y que la misma atañe "a toda la creación, a la belleza de lo creado, al respeto por cualquier criatura de Dios y por el ambiente en el que vivimos". No hubo muchas interrupciones del sermón con aplausos, pero cuando se produjeron procedían de la parte más alejada del altar, donde estaba el pueblo, que enarbolaba pancartas que decían "Buenos días, Francisco", en alusión a la fórmula con que suele comenzar el Papa sus discursos.

La solemne ceremonia de ayer, totalmente distinta de las que se celebraban hasta hace 50 años y que tenían un acento más político, tuvo lugar en la plaza de san Pedro, en un día radiante, frente a unas 200.000 personas, muchas menos de las previstas, tal vez porque la ciudad había amanecido desierta y peatonal y las personas tuvieron que alcanzar el Vaticano andando.

El Papa usó un todoterreno en lugar del papamóvil para realizar un recorrido mucho más largo de lo habitual en esta ceremonia, durante el que hizo parar el vehículo para bajar y besar a un niño y a un minusválido, sin esperar a que se los acercasen. No improvisó, como en días anteriores, nada que no estuviera escrito en el sermón. Sus palabras fueron una llamada a los corazones más que un programa de gobierno.

La misa fue celebrada en italiano, inglés y castellano, y el evangelio fue leído solo en griego (y no en latín) en atención a las numerosas delegaciones presentes de las iglesias ortodoxas, separadas de Roma desde el siglo XI. Por primera vez en 20 siglos asistió el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, especie de papa moral de aquellas 14 iglesias, escindidas porque no aceptan que el Papa tenga un poder superior al de los 14 patriarcas ortodoxos. Por primera vez asistía una delegación judía con su rabino jefe y algunos líderes de los sij, budistas e islámicos.

SOTANA CON PANTALONES Antes de la misa y en las grutas vaticanas, donde se encuentra el sepulcro de san Pedro, Bergoglio recibió el palio y el anillo del pescador, símbolos del nuevo poder papal, y eligió su escudo y la divisa de su pontificado, que quedaron los mismos de cuando era obispo. "Le miró con misericordia y le eligió", reza la leyenda papal. "Tomarse cuidado exige bondad y vivir con ternura", subrayó ayer. El protocolo pareció alejado de los ritos milimetrados de ocasiones anteriores. El Papa sigue vistiendo la sotana blanca con los pantalones que le salen por debajo y calzando los mismos zapatos negros con los que llegó a Roma.