Las campanas de todas las basílicas del mundo católico despidieron ayer a Benedicto XVI en el momento justo en que estampaba su firma en el documento papal donde se hace efectiva la renuncia a la sede de Pedro. A partir de ese instante, eran las 8 de la tarde, Josef Ratzinger dejaba de ser sumo pontífice y obispo de Roma. Es la primera vez que las campanas tañen declarando a Roma sede vacante cuando el Papa aún está vivo. Una circunstancia que obliga a modificar el toque habitual denominado Las lágrimas de Pedro para privarle del sentido fúnebre que siempre ha tenido. Horas antes, las 5 en punto, las de Santiago, en Montilla, proclamaban a los cuatro vientos que el Papa Benedicto XVI acababa de abandonar por última vez como pontífice el Vaticano para dirigirse hasta Castelgandolfo, residencia de verano en territorio papal. Con el toque de campanas de Santiago Apóstol y de la basílica de San Juan de Avila, Montilla decía adiós ayer al Papa que nombró doctor de la Iglesia Universal a San Juan de Avila y convirtió su santuario en basílica. Todas las basílicas del mundo, incluidas las cuatro mayores --situadas en Roma-- y el resto, diseminadas por todo el mundo católico, sonaron al unísono para recordar que la sede de Pedro está vacante y que ya se ha iniciado el proceso para la elección de un nuevo vicario de Cristo.