La renuncia de Benedicto XVI recibe un aplauso generalizado desde todos los movimientos católicos de base. Para los más críticos, esta ha sido, con toda seguridad, la decisión más inteligente adoptada por Ratzinger desde que fue coronado con la mitra de San Pedro.

"Es una decisión absolutamente positiva, por sentido común y por la sobrecarga inhumana que tiene el Papa", sentencia Federico Pastor, presidente de la asociación de teólogos Juan XXIII. A su juicio, Joseph Ratzinger ha sabido sobreponerse a la gente que le pedía seguir y ha optado por un gesto de humildad y una invitación a la reflexión.

Para el portavoz de los Cristianos de Base y miembro del Foro de Curas de Madrid, Evaristo Villar, la renuncia ha sido "muy positiva" para la Iglesia y para él mismo. Para el pontífice, porque es una persona anciana, débil y que ha caído en la cuenta de que el papado le supera. Para la Iglesia porque "está atascada en una crisis de credibilidad enorme que está afectado al mensaje y a la fe cristiana". "¡Ojalá tomaran nota otros mandatarios!", propone Villar.

Pero para estas mismas organizaciones cristianas, el pontificado de Benedicto XVI está más lleno de sombras que de luces. Federico Pastor, destaca, entre las luces, algunas encíclicas brillantes, que, como Papa, Ratzinger ha sido más flexible que cuando era prefecto para la doctrina de la fe y que se ha enfrentado con seriedad a la pederastia en el clero. "Pero en lo moral se ha columpiado algunas veces, como en la condena del preservativo o en haber sido obsesivamente simple en el tema del aborto" afirma.

Pese a alabar también su "tolerancia cero con la pederastia", Evaristo Villar, advierte de que en lo doctrinal todo ha seguido igual. "Ha sido un pontificado más bien negativo, que no ha paralizado la hemorragia de sanciones de Roma", apostilla.

"Aunque ha tenido claro que la Iglesia tenía que volver a sus orígenes como comunidad, Benedicto XVI ha estado excesivamente marcado por la acción de la curia romana que heredó de Juan Pablo II", lamenta Albert Salvadó, secretario del Comité Oscar Romero.

Para Emilia Robles, coordinadora de Proconcil, el perfil de Ratzinger, menos carismático que el de sus predecesores, ha ayudado a desacralizar la figura del Papa. "Más teólogo que gobernante --prosigue Emilia Robles-- ha iniciado actuaciones imprescindibles, que necesitan desarrollarse más, como el reconocimiento, sanción y prevención de los abusos contra menores". Se ha echado en falta, dice, no obstante, "más diálogo teológico y una renovación de los ministerios".