La Fiscalía mantiene su petición de veinte años de prisión para la acusada de ahogar a su hijo de nueve años en la bañera e introducir su cadáver en una maleta para posteriormente dejarla abandonada en una zona de Menorca, Mónica Juanatey, quien manifestó ante el jurado popular encargado de juzgarle que no recuerda cómo falleció el niño, si bien se considera responsable de los hechos puesto que "no había nadie más" en la vivienda y descartó que éstos sucedieran de manera accidental.

El fiscal Eduardo Norro ha hecho públicas sus conclusiones sobre los hechos, y ha modificado parte de su escrito de calificación al añadir que, una vez que César se encontraba dentro de la bañera, la inculpada le ahogó de forma "súbita e inesperada" con la intención de acabar con su vida, lo que evitó "toda posibilidad de defensa de la víctima".

Tras la intervención del fiscal y la defensa, el magistrado presidente de la Sala, Eduardo Calderón, ha dado por concluido un juicio que se ha prolongado durante tres intensos días, sin que Juanatey haya hecho uso a su derecho a la última palabra. Será a partir de mañana cuando el jurado empiece a deliberar de cara a dar a conocer su veredicto en torno a los hechos enjuiciados.

Durante su exposición, el fiscal ha aludido a las "numerosas mentiras y contradicciones" en las que ha incurrido la acusada, quien en su comparecencia durante el juicio rompió a llorar en varias ocasiones al narrar la jornada en la que murió el menor -a mediados de 2008- e insistió varias veces "no saber si maté a mi hijo". "Sinceramente no lo sé, como tampoco qué fue lo que ocurrió", puso de manifiesto Juanatey, a quien la Fiscalía acusa de un delito de asesinato por alevosía.

Una alevosía que ha calificado de súbita y por sorpresa, al producirse en un entorno de confianza, lo que se ve agravado por el parentesco entre Juanatey y su hijo, "por cuyo cuidado debía velar y en lugar de eso lo mató". Tras ello, ha apuntado a las distintas periciales practicadas durante la vista oral.

Por su parte, la defensa de la acusada ha manifestado, en la exposición de sus informes, que "no existe toda la prueba y la que existe no es suficiente para destruir su presunción de inocencia". De hecho, ha apuntado que el niño "no recibió ningún golpe" y que la hipótesis del accidente "puede darse", pese a que su defendida no lo sostuvo de este modo.

El abogado Carlos Maceda ha calificado de "altruista" a su patrocinada, de la que ha alabado la forma como estaba volcada en su hijo. De hecho, ha apuntado que en el momento en que perdió la vida, "erróneamente" pensó que no podía ser un accidente y se culpó de los hechos en medio de "una estresante situación de horror", tras la cual reaccionó de forma "anómala, imprevista e impulsiva" metiendo al niño en una maleta "con sus objetos más queridos".

La defensa: "No lo asesinó por mucho que ella se haya autoconvencido"

"Me imagino que por pánico", ha justificado el letrado, quien ha relatado cómo su patrocinada dejó visible el maletín, que por el peso acabó precipitándose a una zona más escondida, "se fue y no quiso volver nunca más". "Parece una ceremonia fúnebre, pero no ocultó la maleta, sólo se espantó y se fue", ha recalcado Maceda.

En su discurso, el representante legal de Juanatey ha insistido en que su defendida no cometió el asesinato "por mucho que ella se autoconvenciese", lo que, ha aseverado, "no considero fiable". A su juicio, "nada explica lo que pudo ocurrir" en torno a la muerte de César, tan sólo su reacción, derivada "del 'shock' traumático que sufrió".

"Si lo ahogó lo hizo con sus facultades mentales anuladas"

Es por todo ello por lo que la defensa considera que "no existe móvil alguno que lleve a condenarla a veinte años de prisión", por lo que ha reclamado su libre absolución, bien ha apostillado que en caso de que, como hipótesis alternativa, finalmente se le declare culpable de los hechos, se tenga en cuenta que lo hizo con sus facultades mentales y volitivas "completamente anuladas".

Cabe recordar que, en su intervención, Juanatey subrayó que no tenía ningún motivo para hacerle desaparecer como tampoco había pensado nunca en esa posibilidad, aunque sí recordó que, tras su fallecimiento, estuvo "un buen rato con él, unas dos o tres horas, llorando", para después meterle en la maleta "con las cosas que siempre llevaba consigo". Un maletín de viaje de color rojo que, cuando le fue exhibido, reconoció al instante mientras sollozaba.

A preguntas de su abogado, la acusada aseguró no saber por qué no llamó a los servicios médicos ni a la Policía. Según apuntó, los hechos sucedieron en el momento transcurrido entre que ella lo introdujo en la bañera para lavarle y subir a la cocina para "recoger los cacharrillos de la cena", tras lo cual volvió a bajar al baño y vio al niño ya fallecido.