Predecir dónde acontecerá un terremoto y especialmente el momento exacto en que se producirá es hoy en día una quimera, por lo que no tiene sentido condenar a prisión a seis sismólogos, que se cuentan entre los más reputados de Italia, por haber subestimado en el 2009 el riesgo de que aconteciera un gran seísmo en L´Aquila, como así sucedió. Así ha reaccionado la comunidad científica, en especial aquellos profesionales que trabajan con "impredecibles" riesgos naturales, ante lo que consideran una sentencia absurda y un peligroso precedente. "El juicio ha sido perverso y la condena es ridícula", se indignó en un comentario la prestigiosa revista Nature .

El tribunal italiano condenó el lunes a seis años de cárcel y a pagar una multa de 9,1 millones de euros a los siete miembros de la Comisión de Grandes Riesgos (seis de los cuales eran científicos) que se reunieron en L´Aquila una semana antes del terremoto. Fueron unos días agitados: tras una serie de pequeños seísmos, un técnico no especialista pronosticó sin argumentos claros que iba a producirse un gran terremoto y ello ocasionó un gran revuelo social. Como consecuencia, los expertos tuvieron que salir al paso y consideraron que el riesgo era escaso, estadísticamente hablando, lo que impulsó a las autoridades a permitir que los vecinos volvieran a casa. En el temblor fallecieron 308 personas y 1.500 resultaron heridas.

PROBABILIDADES "Ante un riesgo natural, los científicos no pueden decir blanco o negro. Siempre se habla de probabilidades, de periodos de retorno. En estos casos no se puede razonar de otra manera", sintetiza David Saurí, catedrático de Geografía. Además, recuerda Saurí, lo que hacen los científicos es asesorar. "No estoy diciendo que no los haya incompetentes, que los hay, pero quienes toman las decisiones son los políticos, y a veces el problema es que no entienden el lenguaje probabilístico de los científicos". En la misma línea se pronuncia Joan Manuel Vilaplana, profesor universitario y experto en riesgos naturales: "Una cosa es la interpretación científica de unas señales, que siempre están sometidas a un grado de incertidumbre, y otra es la conclusión que se derive de ello",

Alex Barbat, especialista en resistencia de estructuras, recuerda que los ahora condenados eran docentes universitarios que se habían presentado voluntarios para participar en la evaluación del riesgo. A varios los conocía personalmente. "A este paso nadie va a querer formar parte de los comités", denuncia. Barbat considera que puede ser un precedente peligroso: "Lo que no entiendo es cómo un juez se ha dejado llevar por la presión popular. Discutir abiertamente y opinar no debe ser motivo para una condena".

En este sentido, el físico Luciano Maiani, presidente de la Comisión de Grandes Riesgos, y su número dos, Mauro Rossi, renunciaron ayer al cargo argumentando que ahora será imposible "trabajar con serenidad". "Me da la impresión de que se ha tomado a estos científicos como cabezas de turco", lamenta Saurí. "Se les ha culpado por una mala interpretacion sin tener en cuenta el contexto real, que es que L´Aquila no estaba preparada", afirma el profesor, quien recuerda que terremotos de una magnitud similar pueden causar miles de muertos en Haití y ninguno en Japón.

GRAN INCERTIDUMBRE Vilaplana recuerda que la predicción en ciertas disciplinas científicas está llena de incertidumbres, como la meteorología, la vulcanología o la hidrología, pero el máximo exponente es quizá la sismología. "Podemos saber qué zonas son más susceptibles de sufrir un gran terremoto, pero no podemos predecir cuándo", resume. "Los riesgos naturales se pueden prevenir, pero no predecir", reitera Juan Escuer. Prevenir, insiste Escuer, "significa que debemos ponernos un casco o construir viviendas más robustas porque se han hecho estudios que nos indican que vivimos en una región particularmente sísmica. Prevenir, en cambio, equivale a saber cuándo se producirá, y eso, aunque se está avanzando, no es posible saberlo", añade. "La sentencia me parece kafkiana o incluso diría propia de ignorantes, porque no se puede condenar a alguien por algo que no está en sus manos".

"Es realmente sorprendente que se procese a los científicos y en cambio no se haya hecho nada contra quien permitió que se construyeran los edificios que luego se cayeron", concluye Escuer, quien recuerda que no solo se fueron al suelo edificios viejos, sino algunos construidos en décadas muy recientes, y eso no fue culpa de los científicos.

El debate está abierto en Italia y serán de nuevos los jueces, después de estudiar el requerimiento de los siete procesados, los que decidan.