Brittany Trifold tomó el micrófono con sorprendente decisión. La neocelandesa, de 17 años, había sido elegida para representar a la juventud en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20. "¿Están aquí para salvar su imagen o salvarnos a nosotros?", preguntó a los líderes que deben encontrar en Río de Janeiro una estrategia de defensa del medio ambiente que supere las amarguras de Copenhague, Cancún y Durban. Ella ya sabía la respuesta. Y también la sabía el secretario general de la ONU, Ban Ki- moon. "Veinte años después, tenemos otra oportunidad. No la desperdiciemos", imploró en su discurso inaugural. "Luchamos contra el reloj", aseguró.

DESAFIOS GLOBALES Ban Ki-moon pidió a los líderes mundiales que estén "a la altura de los desafíos que la situación global impone". La declaración final de la cumbre, objeto de un arduo trabajo diplomático de consensos mínimos, no pareció complacerlo. El futuro que queremos se llama el documento base, en cuyas 49 páginas las oenegés y países como los europeos solo han encontrado vaguedades.

"Es lo mejor que podemos tener", dijo el secretario general de la conferencia, el chino Sha Zukang. "Este es un paso, pero insuficiente", señaló el presidente francés, François Hollande. Para José Luis Blasco, responsable de Cambio Climático y Sostenibilidad de la consultora KPMG, las tendencias "más pesimistas" señaladas en la reunión de Río de hace 20 años "se han hecho realidad". Sin embargo, el borrador de la cumbre no responde a las necesidades.

TEMAS CLAVE El ministro de Asuntos Exteriores brasileño, Antonio Patriota, anfitrión de la cumbre, prefirió subrayar los aspectos positivos. "La expectativa era tener un texto o no tenerlo". El texto base establece por primera vez una "nueva visión" sobre la relación entre el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza. A su juicio, se hacen planteamientos "realistas" sobre temas claves como el agua, salud y educación.

La cumbre puso otra vez en escena las divisiones entre los países industrializados y el llamado Grupo de los 77, que representa a las naciones en desarrollo y que pretende que el "mundo desarrollado" inyecte 30.000 millones de dólares anuales a un fondo para la preservación ambiental. La crisis en la Unión Europea y Estados Unidos convierte ese fondo en una quimera.