El Gobierno italiano, acosado por la crisis de la deuda, ha comenzado a movilizarse para financiar la reconstrucción de la zona afectada por los dos temblores de tierra. El Ejecutivo de Mario Monti decidió ayer aumentar en dos céntimos el precio de la gasolina, y aunque se trata de una nimiedad, se añade a una serie de aumentos acumulados con el paso de los años debido a otras emergencias nacionales, aumentos que aún pagan los ciudadanos.

Por otra parte, crece la polémica debido al elevado número de víctimas que han perecido debido al derrumbe de las naves industriales en las que trabajaban. La fiscalía de Modena ha abierto una investigación al respecto, ya que al menos 14 de los 23 fallecidos eran obreros que murieron en el interior de sus propias fábricas. Por esta razón, algunas voces califican abiertamente a dichas plantas de "fábricas de la muerte".

Y ello, pese a que se trataba de industrias que habían recibido, antes del segundo terremoto, el visto bueno de los bomberos y la protección civil. El presidente Giorgio Napolitano admitió ayer sin tapujos que había que cambiar las políticas de prevención por resultar "inadecuadas". Los expertos están evaluando la coincidencia de que las industrias donde trabajaban los fallecidos sean todas del mismo modelo. Eran lo que se llama en la jerga de la construcción shoe box (caja de zapato). En Italia hay unas 700.000, de ellas 80.000 en la zona afectada por el seísmo. Además Emilia Romagna no fue considerada zona sísmica hasta el 2003. "No se han violado las leyes, sino que no se han puesto al día", dijo Gaetano Maccaferri, presidente de la patronal.