Pocos establecimientos comerciales tienen una apariencia tan entrañable como una panadería de barrio. Y más aún con un nombre tan familiar como La Iaia Annita (La abuela Anita). Sin embargo, la realidad es capaz de hacer añicos cualquier estampa. Por eso, y aunque cueste imaginarlo, fue a la propietaria de La Iaia Anita, una afable mujer que llevaba años haciendo recados y subiendo comida a casa de personas mayores, a quien los Mossos detuvieron el jueves por su presunta relación con el asesinato de las dos ancianas que aparecieron muertas en sus viviendas de Mataró los pasados 17 y el 22 de mayo.

El arresto de esta mujer de unos 50 años, llamada Ana pero conocida en el barrio como Anita, hizo revivir en la capital del Maresme el espectro de la mataviejas, la figura de una mujer asesina en serie de ancianas que fue acuñada en el 2007 por Remedios Sánchez, que estranguló a cuatro octogenarias en Barcelona. No obstante, aunque los mossos han encontrado pruebas de su participación en los homicidios, pues tenía en su poder las joyas de las víctimas y presentaba arañazos fruto del forcejeo con las víctimas, no está claro aún si fue ella la que cometió materialmente los dos crímenes, por lo que la investigación sigue abierta.

Ayer, la panadería, que llevaba dos días cerrada, estuvo tomada durante toda la mañana por la policía hasta que, al mediodía, los Mossos d'Esquadra acudieron con Anita para registrar junto a ella el establecimiento. Cuando llegó la mujer, a la que a la salida cubrieron con una chaqueta de lana, los agentes de la policía científica ya llevaban horas en la panadería en busca de pruebas.

Ana, originaria de Castellón, ha sido detenida acusada de la muerte de las dos ancianas: la primera murió por un fuerte golpe en la cabeza; la segunda fue degollada. Sin embargo, los Mossos la relacionaron primero con el segundo crimen, el de Conchita Caballé. La detenida pudo acceder a su casa sin forzar la cerradura pues su panadería solía entregar comida el mediodía a la mujer. Tenía con ella una relación familiar, pues al igual que a otras ancianas le hacía recados. Tal era su confianza que tenía llaves de casa de varias de esas mujeres.

Otro elemento que hizo sospechar de la panadera fue que la llamada anónima al 112 alertando de la muerte de la mujer se hizo desde la cabina situada delante de la panadería, donde la víctima desayunaba a diario. Esa llamada fue clave, pues la mujer dijo que había visto a la víctima degollada en el balcón. Pero cuando a los pocos minutos llegó la policía local la anciana había logrado desplazarse unos metros hasta la cocina. Los Mossos dedujeron que solo alguien implicado en el crimen podía saber que, originalmente, la mujer estaba en la terraza.

ANTIGUAS VECINAS Desde su entorno se explicó que Anita conocía a la primera anciana asesinada pues ambas habían sido vecinas años atrás. Esa amistad hacía que la octogenaria aún acudiera muchos días a comprar el pan a esa panadería. El móvil de los crímenes parece ser el robo de las joyas. A ese se suma un posible transtorno mental generado, según su entorno, por la muerte de su marido en un accidente de tráfico.