Los indignados, varios centeneares, volvieron a concentrarse anoche a la Puerta del Sol con la intención de quedarse, de desafiar de nuevo a la policía y protestar por las 18 detenciones del desalojo de la madrugada anterior. Su intención era quedarse en la plaza a pesar de que la concentración estaba prohibida a partir de las diez de la noche, en lo que lleva camino de convertirse en una pugna del sector más esencialista del movimiento con las fuerzas de seguridad. Una deriva contra la que ayer mismo se rebelaron varios dirigentes del recién alumbrado sector crítico.

"Mejor perroflautas, que perros policías", "Perros sueltos, maderos atados", fueron algunos de los eslóganes que se gritaron en la concentración convocada por la tarde en protesta por el desalojo. Los abogados de Acampada Sol aseguraron en la misma plaza en un comunicado que varios de los detenidos no tenían nada que ver con el movimiento. "Era gente que en ese momento pasaba por ahí", explicaron, levantando la ira de los asistentes al contar que a los 18 detenidos se les acusa de delitos por los que podrían ser condenados con hasta cuatro años de cárcel: atentado, resistencia o desobediencia a la autoridad. Ocho de ellos fueron liberados por la noche, y de los doce restantes seis tienen antecedentes penales.

PERMANECER SENTADOS La madrugada del domingo la única resistencia de los manifestantes fue permanecer sentados con los brazos entrelazados hasta que fueron llevados a rastras o empujados fuera de la plaza por un número de policías muy superior. Ni la policía cargó ni los indignados fueron violentos.

Pese a que había avisado de que a partir de las diez de la noche del sábado debía disolverse la concentración, la Delegación del Gobierno de Madrid esperó a que quedaran en la plaza unas 200 personas para ordenar la operación. Hasta las dos había miles de personas y un desalojo hubiera sido inviable. La excusa para la decisión fue que había una tienda de campaña y unos toldos. "Habíamos dicho que no toleraríamos la acampada y por eso hemos actuado", dijeron fuentes del Ejecutivo.

"¿Qué daños hacíamos esas personas? No lo entiendo. Han tenido que demostrar su autoridad", reflexionaba Javier, uno de los sacados a rastras. El PP, que lanzó una furibunda campaña contra el Gobierno del PSOE por tolerar la acampada el año pasado, estaba obligado a demostrar que las tornas han cambiado. En las plazas de Málaga, Cádiz y Palma de Mallorca la policía también actuó pero la contundencia tuvo que ser aún menor dado que eran aún menos los concentrados. Anoche, justo a la hora límite en que podían concentrarse, las diez de la noche, los indignados empezaron una nueva asamblea para decidir quedarse durante toda la noche en Sol.

CADA VEZ MAS OKUPA Pablo Gallego, el dirigente expulsado de Democracia Real Ya (DRY), el embrión del movimiento, tuiteaba que Sol parece "cada vez más okupa" y su compañero, Fabio Gándara, lamentaba que el movimiento "ha decrecido desde el 15-O". "Había mucha menos gente que el otoño pasado, cuando se debería estar creciendo, deberíamos ser más abiertos", sentenciaba este último.

Ambos son partidarios de que el movimiento persiga objetivos concretos como la reforma de la ley electoral y se organice para conseguirlos, sin distraerse en refriegas con la policía si no está en condiciones de ganarlas. "Si decimos que volvemos a las plazas hay que volver a las plazas", advertían los dos.

CONTRASTE Quizá el hecho de que en Barcelona se haya podido llevar a cabo la acampada de aniversario prevista ha puesto más en evidencia el fracaso de Madrid, donde se quiso mantener un pulso con la policía que los indignados perdieron porque solo pernoctaron unas 200 personas. Anoche, la asamblea era concurrida pero no multitudinaria pese a las detenciones. El ¿y ahora qué? planteado tras la gran manifestación del 15 de octubre aparece ahora con más crudeza, por el vacío mediático entre ambas manifestaciones. Las asambleas tienen, de momento, la palabra.