Un viaje que comenzó hace más de dos siglos parece a punto de terminar, aunque tratándose de parte de la odisea del mayor pecio rescatado hasta ahora, mejor no aventurarse. Ayer, desde la base militar de MacDill, cerca de Tampa (Florida), ante la mirada del embajador de España en Washington, Jorge Dezcállar, despegaron dos aviones Hércules españoles llegados la víspera. Controlados por cuatro tripulaciones (26 hombres), sus barrigas cargaban las 17 toneladas de monedas de oro y plata que han inventariado seis técnicas científicas del Museo Arqueológico Nacional y el Museo de Arqueología Subacuática llegadas desde España.

Se despedía de suelo estadounidense el botín que hace cinco años la empresa buscatesoros Odyssey Marine Exploration encontró en el Atlántico frente al Algarve portugués, cuyo valor los expertos calcularon en 500 millones de dólares y que ha sido objeto de una dura batalla legal entre la compañía y el gobierno español.

Segundo intento

Por aire, y desde Florida, se iniciaba así ayer el segundo intento de hacer llegar a España esa preciada carga. El primero había arrancado el 9 de agosto de 1804 mucho más al sur, en Montevideo. De la capital uruguaya salió el Nuestra Señora de las Mercedes , una fragata de 36 cañones que transportaba cerca de un millón de monedas de oro y plata y otros artefactos y bienes llegados desde Perú, en su mayoría propiedad de mercaderes, en pequeña parte propiedad de la corona española.

El barco nunca alcanzó su destino. El 5 de octubre, cuando estaba a punto de arribar a las costas de Cádiz, la Mercedes fue cañoneada por los británicos. Londres tenía claro que España usaría las monedas para financiar a su enemigo, Francia, y para impedirlo acabó con la vida de 249 personas, hizo prisioneras a otras 51 y envió a las profundidades del Atlántico la fragata y su contenido.

Ahí estuvieron 303 años, hasta que Odyssey, especializada tanto en búsqueda de tesoros como en el desarrollo de tecnología para esas y otras misiones submarinas, localizó el pecio, se apropió de 594.000 de las 900.000 monedas y artefactos y, con escala en Gibraltar, se llevó el botín a Florida. Aunque Odyssey nunca concedió que se tratara de La Mercedes y bautizó al navío Cisne Negro , el gobierno español emprendió el 28 de mayo del 2007, una guerra legal para recuperar el pecio. Y para el 2009 un juez federal dictaminó que EEUU no tenía jurisdicción según la Ley de Inmunidades Soberanas Extranjeras. Ese magistrado declaró que "el mutuo respeto entre las naciones requiere que el ligar donde se encuentra el pecio con todas las personas que perecieron en aquel día fatídico permanezca inalterado".

Odyssey, que siempre ha defendido que España carecía de soberanía pues el barco se encontraba en misión comercial y no militar, nunca dejó de apelar y pelear. Impulsó hasta una intensa campaña de lobi político para intentar que el Congreso cambiara las leyes. Pero acumuló fracasos y topó con el gobierno de Washington, aliado con España en este caso (según unos de los cables de Wikileaks no sin intereses propios, como intentar, sin éxito, lograr la devolución de unas obras expoliadas por los nazis en poder de España). Y el pasado 7 de febrero el Tribunal Supremo rechazó la última apelación posible, y Odyssey quedó sin más opción que devolver el tesoro.

La empresa, que ha alcanzado con Londres acuerdos para buscar navíos hundidos a cambio de quedarse con parte de los tesoros localizados, no solo ha perdido el pecio de la Mercedes , sino los 2,6 millones de dólares invertidos en la recuperación, el transporte, el almacenaje y la conservación de las monedas y otros artefactos. Aunque queda un cabo suelto. La Guardia Civil investigará si la empresa Odyssey ha entregado todo el tesoro que sustrajo o si faltan piezas, como las 59 monedas que, según sospecha un concejal de San Roque (Cádiz), podrían haberse quedado en Gibraltar.