Carmina Valiente es la directora del instituto de educación secundaria Lluís Vives de Valencia, un centro educativo con siglo y medio de historia, que ocupa un magnífico edificio de cuatro plantas, un antiguo convento jesuita, con su capilla y sus patios en forma de claustro. Pese a ser público, el Lluís Vives no es un instituto al uso. Acuden chicos de la clase media progresista, hijos de profesionales liberales. También hay hijos de obreros, por supuesto, que visten ropa de marca, usan zapatillas de moda y en cuyas casas existe el hábito de leer.

El Lluís Vives, que está a tiro de piedra del ayuntamiento que preside Rita Barberá y es el colegio electoral del expresidente Francisco Camps, se ha convertido en un emblema de esta autodenominada primavera valenciana, el epicentro del levantamiento popular contra los tijeretazos del gobierno autonómico, especialmente en materia educativa.

La cosa empezó el miércoles 15 de febrero, con los últimos coletazos de la ola de frío, cuando una treintena de alumnos --concienciados ellos-- salieron después de clase a cortar la céntrica calle de Xátiva, en solidaridad con la situación de compañeros de otros centros levantinos. Esos días se habían visto por televisión imágenes de estudiantes de Alicante que iban al colegio con mantas por falta de calefacción. "La respuesta policial fue exagerada y al día siguiente tuvieron el apoyo de alumnos de otros institutos", cuenta Maite Maiques, madre de un alumno de 15 años.

"El caldo de cultivo de estas movilizaciones viene gestándose desde hace dos años, cuando la Consejería empezó a no cubrir las bajas", denuncia Javier González Zurita, de FETE-UGT. A falta de datos oficiales, el sindicato calcula que "en dos cursos se han perdido 2.400 profesores de los 55.000 que había en la comunidad en el 2010".

La reacción popular tampoco ha sido una sorpresa para la Federacióm Valenciana de Estudiantes, que lleva tiempo constatando que el descontento es general. "La policía ha hecho el resto", admite Albert Ordóñez, presidente de la organización y uno de los detenidos en los altercados. "Y la cosa va a más,", remacha el joven, que denuncia que el Gobierno de Alberto Fabra "se ha cargado todas las iniciativas de participación estudiantil en el sistema".