La última joya de la aeronáutica europea, el cohete Vega, concebido para colocar en órbita satélites de carga reducida, inició ayer la cuenta atrás y está previsto que hoy por la mañana efectúe su vuelo inaugural de prueba desde la base de Kurú, en la Guayana francesa. Si el tiempo acompaña, claro está, puesto que la previsión de ayer indicaba lluvias intermitentes. El Vega completa la gama de cohetes de la Agencia Espacial Europea (ESA) formada por el gran Ariane 5 ECA, consagrado a cargas pesadas, de hasta 9,5 toneladas, y el Soyuz, fruto de una colaboración reciente con Rusia, que puede poner en órbita satélites de entre 3,5 y 5 toneladas. Pese a la crisis, el sector de los lanzadores sigue creciendo en el mundo, aunque la competencia es cada vez mayor debido a la irrupción de China y la India.

El Vega, que mide 30 metros y pesa 137 toneladas, despegará simbólicamente desde la rampa de lanzamiento ELA-1, la misma desde la que partió en 1979 el primer Ariane 1. En su vuelo inaugural, el cohete lleva en su cofia nueve pequeños satélites científicos ícon un peso conjunto bastante inferior a las 2,5 toneladas que puede transportarí que colocará a unos 700 kilómetros de altura. Aunque el cohete se dedicará básicamente a satélites institucionales científicos y de observación, la ESA está abierta a proyectos comerciales. Hasta ahora, cuando la industria europea necesitaba un lanzador de cargas pequeñas solía acudir a los rusos Rockot o Dnepr.

Si el vuelo de prueba se desarrolla sin problemas, circunstancia que no se conocerá hasta dos horas después del despegue, el primer lanzamiento comercial se efectuará en el 2013 y luego está previsto un ritmo de dos unidades anuales. La ESA confía en mantener su buena racha actual, con 46 lanzamientos exitosos seguidos, y ya tiene en cartera para este año 12 más, siete de los cuales serán Ariane y cinco Soyuz.

En el cohete no han participado todos los miembros de la ESA, sino solo ocho: Italia (con un papel dominante, con cerca del 64% de la inversión), Francia (25%), Países Bajos, España, Bélgica, Suecia y Suiza, por orden de contribución económica. De hecho, se trata de un proyecto que nació originalmente italiano y cuyo nombre también son unas iniciales italianas (Vettore Europeo di Generazione Avanzata). Desde sus inicios en 1998, el desarrollo de Vega al completo ha supuesto una inversión de cerca de 700 millones de euros.

AMBICIOSO De los nueve satélites del vuelo inaugural, el más ambicioso se llama Lares y su objetivo será analizar la distorsión espacio-tiempo de la teoría de la relatividad que enunció Albert Einstein a principios del siglo XX. Junto al Lares, la ESA pondrá el órbita el AlmaSat-1, desarrollado por la Universidad de Bolonia, y siete microsatélites conocidos como cubesats y fabricados por diversas universidades de Italia, Rumanía, Hungría, Polonia, Francia y España.

El microsatélite español se denomina Xatcobeo y es obra de investigadores y doctorandos de la Universidad de Vigo, en colaboración con el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y el antiguo Ministerio de Ciencia. Se trata de un satélite de solamente un kilo de peso y una vida útil de entre 6 y 12 meses que tomará medidas de radiación de partículas de alta energía en una zona, el llamado anillo de Van Allen, casi vetada para los satélites comerciales por los daños que pueden recibir, explicó a este periódico su coordinador, Fernando Aguado.