Una mujer muerta con tres pequeños orificios en el cuello, en concreto, en la nuca. Como la policía no cree en vampiros, desde el principio sospechó que aquella muerte, que se produjo el pasado septiembre en El Puerto de Santa María (Cádiz), debía ser un homicidio. Y lo era. Cuatro meses después, los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía han detenido en Gavà al hombre que, por encargo, cruzó la Península para cometer aquel crimen.

Aún se investiga con qué arma de fuego ese sicario asesinó a la mujer. Sin embargo, los agentes sí han determinado que se trata de un crimen cometido a raíz del enfrentamiento entre dos familias rivales que, por una cuestión sentimental, se enzarzaron el pasado agosto en un tiroteo en Mérida. En aquel incidente murieron dos miembros de una misma familia. Los familiares de las víctimas decidieron entonces contactar con varios delincuentes para que se vengaran del clan rival. Los hombres contratados eran expertos en cobrar deudas entre traficantes de drogas.

El detenido , tras recibir el encargo, se desplazó al Puerto de Santa María y mató a una mujer del clan rival como venganza. La abatió en plena calle, cuando la víctima, de 50 años, volvía de hacer la compra. Tras seguirle la pista y localizarle, los policías le sometieron a una continuada vigilancia que condujo finalmente a su detención. El detenido tenía en su casa numerosos instrumentos de sadomasoquismo.

Pero no fue eso lo que más sorprendió a los policías. Cuando efectuaron la detención del sospechoso, de 60 años, los agentes tuvieron la sensación de que la historia del crimen de Catalunya vivía un flash-back de casi dos décadas. La razón es que el detenido era Julio Balader, el mismo hombre que en enero de 1985 fue detenido como presunto autor del asesinato a sueldo más famoso de aquellos años. Balader estaba acusado de haber sido el autor del asesinato de Raymond Vaccarizzi, un capo de la mafia marsellesa.

El asesinato dio la vuelta al mundo pues Vaccarizzi, que estaba preso en la cárcel Modelo, fue asesinado de un disparo cuando se asomó a la ventana de su celda para hablar con su mujer en la calle. Balader estuvo acusado de haber sido el francotirador que abatió a Vaccarizzi desde una terraza de la calle de Provença. Aunque fue condenado a más de tres décadas por la Audiencia de Barcelona, posteriormente el Tribunal Supremo le absolvió por falta de pruebas.