Las autoridades italianas suspendieron anoche las tareas de búsqueda de supervivientes y de localización de desaparecidos del naufragio del crucero Costa Concordia con un saldo alarmante: 41 personas seguían en paradero desconocido. A ellas hay que añadir tres muertos y cerca de 70 heridos. La mayoría de los desaparecidos serían miembros de la tripulación, muchos de ellos peruanos y filipinos, según los equipos de rescate. La información oficial sobre el suceso fue ayer un bien muy escaso.

A tres meses del centenario del hundimiento del Titanic , el Costa Concordia , de la compañía Costa Cruceros, se hundió la noche del viernes frente a la isla de Il Giglio, en la costa toscana, a la altura de Florencia. En el viajaban 4.234 personas, unas mil de ellas empleados del barco. En la nave viajaban 177 españoles, entre los que figura un joven cordobés de Montemayor, que se salvó. Las autoridades diplomáticas españolas informaron de que "una mayoría muy amplia" de los náufragos nacionales se encuentran atendidos en hoteles y probablemente hoy serán repatriados en un vuelo chárter a Barcelona. Según la embajada en Roma, un español de más de 80 años que viajaba con un grupo mallorquín no había sido localizado.

EL COMANDANTE, DETENIDO Las tres personas que se ha certificado de manera fehaciente que murieron lo hicieron ahogadas y son dos turistas franceses y un ciudadano peruano del personal. El comandante del navío, Francesco Schettino, fue arrestado con la acusación de homicidio involuntario, naufragio y abandono de la nave. Al parecer, el comandante abandonó la embarcación hacia cuando parte de los pasajeros y de la tripulación esperaban a ser evacuados.

Las autoridades atribuyen el paradero desconocido de una cuarentena de embarcados a que, en el momento de abandonar la nave, algunos fueron sacados por helicópteros.

Otros, al llegar al pueblo de la isla, fueron hospedados en casas particulares. Algunos incluso regresaron a casa por su cuenta, intentando superar el miedo y, sobre todo, la experiencia tan amarga cuando todos se disponían a pasar unos días de descanso y diversión.

Pero los submarinistas de la Capitanía siguieron hasta última hora de la noche la búsqueda dentro del casco del barco, buscando eventuales atrapados y la caja negra, que fue recuperada y puesta a disposición judicial.

Hay tres investigaciones abiertas, una penal, otra administrativa y la tercera del Gobierno, para aclarar las causas de un naufragio ocurrido a menos de una milla de la costa, donde el mar tiene una profundidad de entre 16 y 30 metros, con un cercano abismo de 60 metros. Parece bastante claro que el crucero no estaba donde debía estar cuando empezó a escorarse en un ángulo que anoche era de entre 70 y 80 grados. Las autoridades temen que el barco empiece a soltar ahora las 2.380 toneladas de gasoil de sus depósitos.

RUMBO A LA TOSCANA Después de zarpar del puerto de Civitavecchia, a 80 kilómetros Roma, el crucero (que debía tocar varios puertos del Mediterráneo occidental, entre ellos Barcelona) puso rumbo hacia el archipiélago toscano. Para atravesar las islas que lo componen no existen rutas preestablecidas, según la Capitanía de Livorno, responsable de la zona, por lo que cada comandante decide. "El comandante arriesgó demasiado", dijo un pescador, aunque el interesado alegó que la ruta era apta y que tenía 12 millas de margen para pasar. "Se trata de un error humano", declararon algunos tripulantes.

BRUTAL "FRENAZO" Lo que parece ya un hecho es que el crucero chocó, sin que el pasaje lo notara, contra un islote que desgarró el casco, pero siguió ruta con una vía de agua abierta. Por esta razón, al cabo de unos 600 metros, el navío echó las anclas de forma repentina (los pasajeros, que se disponían a cenar, dicen que notaron un brutal "frenazo") para cambiar totalmente de rumbo y dirigirse a Il Giglio. Las luces se apagaron. La tripulación estaba intentando acercarse lo más posible a tierra, ya que habría sido imposible entrar en el pequeño puerto. Pero el Costa Concordiaempezó a escorarse hasta alcanzar el fondo del mar y se paró de inmediato.

MAYUSCULA CONFUSION Los pasajeros cuentan que desde el momento en que se apagaron las luces la confusión fue mayúscula. "Todo está bajo control", les dijeron por megafonía. "Nos mintieron", se quejan ahora todos. Hubo mucha tensión para entrar en las lanchas salvavidas. Cuando el barco se estaba escorando, muchos pasajeros se tiraron al mar, rompiéndose piernas y brazos. El centenar de habitantes de la isla acudieron en su socorro, abriéndoles casas, hoteles, iglesias y tiendas. A otros no les dio tiempo.