Los consumidores de la Unión Europea (UE) han quedado desprotegidos y desinformados sobre la carne de procedencia de animales clonados o de sus descendientes que se vende en las tiendas o mercados por la negativa de la Comisión Europea y de los Veintisiete a que figure esa indicación en las etiquetas.

Las negociaciones entre el Parlamento Europeo y los Veintisiete sobre la reforma de la directiva de nuevos alimentos fracasaron ayer por la negativa de los gobiernos y de la Comisión Europea a aceptar esa indicación en las etiquetas, como reclamaban los eurodiputados. El fracaso del maratón final de tres años de negociaciones implica el abandono definitivo del proyecto de directiva y el mantenimiento en vigor de la actual legislación de 1997 que no incluye ninguna prohibición para la carne clonada.

La Comisión Europea y el Gobierno húngaro, en nombre de los Veintisiete, justificaron la negativa a aceptar que la etiqueta indicase que la carne procedía de descendientes de animales clonados por temor a una guerra comercial con EEUU. La UE no produce carne clonada, pero importa anualmente entre 300.000 y 500.000 toneladas de carne bovina en gran parte de EEUU y de Argentina, dos países donde está autorizado el clonaje de animales con fines comerciales.

La exigencia de mención en la etiqueta del origen de la carne habría obligado a la UE a vetar de facto las importaciones de carne de EEUU, Argentina y otros países, porque allí no existe un registro de la procedencia de animales clonados. Esto habría conducido a una nueva guerra comercial con EEUU con denuncias ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por discriminación injustificada.

Los eurodiputados criticaron con acritud la tendencia de la Comisión a "no escuchar a la opinión pública" en materia de alimentación y de escudarse en informes de industrias interesadas para justificar medidas rechazadas por la población.