El goteo de noticias desde la central nuclear de Fukushima sigue alimentando la incertidumbre. Tepco, la empresa que gestiona la planta, anunció ayer haber detectado plutonio en cinco puntos del complejo. Aunque la compañía asegura que las cantidades son ínfimas y no suponen ningún riesgo para la salud, el hallazgo infunde respeto. Por ser el plutonio más peligroso y difícil de manejar que el uranio, y por proceder probablemente de una fuga en el castigado reactor 3, el único que lo usaba.

Hasta la irrupción del plutonio, el protagonismo de la jornada era para la alta radiactividad del reactor 2, debida a la fusión parcial de las barras de combustible, según informó el Gobierno. "La contaminación está en el edificio del reactor. Tenemos que evitar que el agua se filtre al suelo y que llegue al mar", concretó su portavoz, Yukio Edano. El escape ha interrumpido las labores de trabajo en el reactor en los últimos días. Asimismo, Tepco mencionó por primera vez la posibilidad de que las vasijas de tres reactores estén dañadas.

DESCOORDINACION La crisis nuclear de Fukushima pasará a los manuales de historia y a los de las facultades de comunicación. Se antoja difícil incumplir más normas elementales de gestión de un desastre. Dos semanas después del seísmo, los japoneses añaden al sufrimiento altas dosis de desconcierto, desconfianza y desconocimiento. Sin ir más lejos, Tepco reveló el domingo que los niveles de radiación en el reactor 2 eran 10 millones de veces superiores a los habituales. Más tarde rectificó: eran solo 100.000 veces superiores, aún alarmantes pero manejables. Luego llegaron las disculpas.

El error es "imperdonable", dijo Tokio. "Usamos esas lecturas para tomar decisiones sobre la seguridad de la gente", continuó Edano. El Gobierno ya había abroncado a la empresa anteriormente. La evidencia de la descoordinación entre los dos principales focos de información fue el "¡¿Qué diablos está pasando aquí?!" que oyeron de Naoto Kan, primer ministro, por haberle ocultado explosiones en reactores durante dos horas.

Apenas se ha visto al presidente de la empresa, Masataka Shimizu. Tardó una semana en dar una rueda de prensa y volvió a desaparecer. Ha estado enfermo, aclaró Tepco ayer.

También Kan ha mantenido un perfil bajo, y habría sido mejor si lo hubiera mantenido bajísimo: su visita a las zonas devastadas al día siguiente del terremoto demoró la respuesta de Tepco, informó la prensa local. Una parte de la población piensa que el Gobierno le oculta información. Otra, que le miente.

ALUD INDIGERIBLE Dicen los manuales que lo más urgente en una crisis es centralizar la información. Los japoneses pueden consultar los niveles diarios de radiación en las webs de varios ministerios. En la de Salud hay la lista de alimentos contaminados. Escuchan ruedas de prensa diarias del portavoz gubernamental, el ya ojeroso Edano, y de los responsables de Tepco. Es difícilmente digerible, sobre todo cuando no coinciden siempre y utilizan jerga indescifrable.

Para Robert Peter Gale, experto en radiación que asesora a Tokio, no se ha priorizado la información útil. "Hay excesivos datos, muy técnicos, que nadie entiende. La información debería ser procesada. He recomendado crear un consejo para trasladarla al público", dijo ayer en el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón, en Tokio. "Tampoco se ha explicado lo que significa la radiación ni sus peligros reales. Ningún gobierno lo ha hecho. Cada día asumimos factores de riesgo más alto de cáncer sin preocuparnos", añadió.