"No podemos irnos a Barcelona. Tenemos que quedarnos aquí y afrontar esta situación. Reconstruiremos Fukushima, el área de Tohoku y el resto de Japón". Atsushi Shishido, un ingeniero de 48 años, responde así a sus amigos de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) que le acaban de ofrecer una habitación en su piso para que él y su mujer puedan huir de la radiactividad y el horror. Los Shishido viven en la ciudad de Fukushima, a 70 kilómetros al noroeste del infierno nuclear.

Shishido abre su ordenador tras unos días de silencio ("tenemos problemas con la electricidad") para responder el preocupado correo electrónico de su amigo y explicarle cómo se sienten él y su mujer, Miwako, desde que el 11 de marzo se enfureció la tierra. "Afortunadamente nosotros no hemos sufrido el tsunami, porque nuestra ciudad, Fukushima, está a 60 kilómetros de la costa", cuenta este japonés que, pese a la tragedia, siente que ha tenido suerte. "Gracias a Dios, mis ancianos padres, mi mujer y la mayoría de mis amigos se encuentran a salvo", escribe aliviado. "Me cuesta mucho escribir" --añade-- "y me resulta imposible contestarte algunas cosas porque todavía estoy confundido. Lo siento".

En apenas tres frases casi telegráficas Shishido, que está enamorado de Barcelona (ciudad que ya ha visitado tres veces en los últimos 25 años), relata cuál es la situación real que se vive en su municipio, cuyo nombre quedará siempre asociado al miedo nuclear: "Tenemos problemas muy serios. Primero, la radiactividad de las centrales nucleares. Segundo, que nos hemos quedado sin vías de comunicación. Y tercero, sufrimos la falta de gasolina, comida y artículos de primera necesidad".

Los Shishido, que nunca comentaron a sus amigos su inquietud por vivir cerca de las centrales nucleares, confiesan su temor: "Cada día que pasa tenemos miedo. Y no sabemos si estamos a salvo, tal y como dice el Gobierno".

Mujeres fuertes

Su mujer, que pinta cuadros que lleva a bendecir a un santuario sintoísta antes de venderlos y que reparten suerte, intenta mantener el optimismo. "Miwako me dice: ´No te preocupes Atsushi, que estamos absolutamente a salvo´. Y es que las mujeres son más fuertes que los hombres, aquí y en cualquier parte del mundo", reflexiona. Justo una línea antes de despedirse y de justificarse de nuevo por no aceptar la invitación, promete: "Te volveré a escribir". De eso hace ya dos interminables días.