Una de las mayores réplicas del terremoto del viernes pasado registradas hasta ahora puso la noche del martes una gota más de tensión en los habitantes de Tokio. El seísmo, de magnitud seis en la escala de Richter, con epicentro en Shizuoka, no produjo daños, pero fue la guinda a una jornada en la que las inquietudes y rumores de los últimos dos días se confirmaron como noticia. La fuga radiactiva es un hecho y la amenaza es real, incluso en Tokio.

El pánico ante la posibilidad de una emergencia nuclear de grandes proporciones se extendió a lo largo de toda la jornada y se instaló en la capital. Muchos optaron por comenzar a hacer las maletas incluso antes de que se anunciara oficialmente que se había detectado un aumento de niveles radiactivos en la ciudad. La agencia Kyodo, citando fuentes del Gobierno municipal, reportó la anormal presencia de pequeñas cantidades de sustancias radiactivas como el cesio, que puede contaminar el aire e incluso alimentos y bebidas.

La cadena de televisión NHK advirtió a su vez de que la radiación en la capital superaba unas 20 veces el nivel habitual, pero las autoridades se apresuraron a minimizar la gravedad, al subrayar que dichos registros no son nocivos para la salud.

Los habitantes de Tokio también han empezado a hacer acopio de víveres y gasolina para sus vehículos. "En caso de radiactividad no va a ser posible salir de casa durante varios días, así que hay que aprovisionarse", explicaba Mariko Kawase, una joven que compraba arroz.