Las inundaciones que azotan Pakistán amenazan con causar nuevos estragos en zonas hasta ahora no afectadas de la provincia de Sindh, en el sur. Las peores riadas sufridas por el país asiático en toda su historia han destruido pueblos, puentes y carreteras, han acabado con la vida de 1.600 personas, han dejado a más de cuatro millones de personas sin hogar y han impulsado la popularidad de los movimientos islamistas frente al descrédito del Gobierno.

Saleh Farooqui, director general para la gestión de desastres en la provincia de Sindh, informó que en las últimas 24 horas las riadas han alcanzado al menos cuatro distritos y han forzado a al menos 200.000 personas a refugiarse en terrenos más elevados. "La parte sur de la provincia de Sindh centra ahora nuestras preocupaciones; hemos desviado nuestros recursos a las operaciones de rescate hacia esta zona", aseguró.

La previsión meteorológica indica que las aguas regresarán a sus cauces en los próximos días, en cuanto los últimos cursos fluviales se vacíen en el mar de Arabia. Mientras que se ha criticado la lentitud del Gobierno --cuyo presidente, Asi Alí Zardari, se negó a suspender una gira por Europa-- las organizaciones caritativas islamistas, algunas de ellas sospechosas de tener vínculos con grupos yihadistas, han llenado el vacío y han cubierto las necesidades más perentorias.

Algunos damnificados no ocultaban su gratitud hacia los islamistas: "Estamos acostumbrados a pensar que son terroristas, pero eso no es cierto; han sido los primeros en venir a ayudarnos", dijo Hidayatulá Bokhari.