"Creo que en breve se lograrán materiales orgánicos con buenas prestaciones y unos precios cuatro veces más bajos que el silicio", augura Torres. Si aún no lo son, prosigue el catedrático, es porque no son competitivos tecnológicamente como para fabricarlos en grandes cantidades. Las células solares, eso sí, podrían ser de tamaños inabarcables. El grosor impresiona: Hay células de 50 nanómetros (0,00005 milímetros). Un cabello son 50.000 nanómetros. "En cualquier caso --insiste el catedrático de Madrid--, creo que el silicio y los polímeros pueden convivir sin problemas". Para una huerta fotovoltaica, el material clásico sigue siendo muy interesante. Las mismas propiedades de los plásticos pueden emplearse en sentido contrario, es decir, en transformar la electricidad en luz de forma eficiente. Se investigan diodos de materiales orgánicos que podrían sustituir a los ahora tan frecuentes leds, como los típicos de los semáforos.