Benedicto XVI pisó ayer por primera vez la Sinagoga de Roma, en una visita en la que abogó por que "sanen de una vez las llagas del antisemitismo cristiano" y defendió a Pío XII de las acusaciones judías de haber callado ante el holocausto, afirmando que ayudó de manera discreta a los judíos. Casi 24 años después de la visita de Juan Pablo II --la primera vez que un Papa pisaba una sinagoga-- Benedicto XVI acudió al Templo Mayor de los Judíos de Roma para "ofrecer" su "contribución a la consolidación de las buenas relaciones entre las dos comunidades". En su discurso de bienvenida, el presidente de la Comunidad Judía de Roma, Riccardo Pacifici, reconoció la ayuda prestada por la Iglesia para salvar a los judíos durante el nazismo y resaltó que su propia familia salvó la vida al ser escondida por unas monjas en un convento de Florencia.

"Sin embargo, el silencio del papa Pío XII frente a la Shoah duele todavía como una oportunidad perdida. Tal vez no habría detenido los trenes de la muerte, pero habría transmitido una señal, una palabra de solidaridad humana a nuestros hermanos llevados al campo de Auschwitz", dijo Pacifici.