Los países africanos encabezaron ayer la primera gran rebelión en el seno de la cumbre del clima y se ausentaron temporalmente de la mesa de negociaciones, acusando a los países ricos de negarse a debatir el tema de las reducciones obligatorias de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Apoyados por los países en desarrollo del G-77, del cual ellos mismos forman parte, los delegados africanos protestaron por la actitud que, según ellos, mantienen especialmente las delegaciones de Japón y Australia, a las que reprochan que esquiven cualquier discusión sobre la prolongación de los compromisos contenidos en el protocolo de Kioto. A falta de un nuevo acuerdo, se lamentó el delegado de Gabón, Etienne Massard, "es el único instrumento" que "garantiza que todos asumirán unos compromisos mínimos". "Si aceptamos esta situación --declaró el presidente del grupo africano, el argelino Kamel Djemouai--, firmaremos la muerte de Kioto, el único documento legalmente vinculante que existe".

Los delegados africanos abandonaron las sesiones por la mañana, pero la mediación de la presidenta danesa de la cumbre, Connie Hedegaard, logró que por la tarde estuvieran presentes. Hedegaard trató de quitar hierro a la situación y dijo que otras "minicrisis" tendrán lugar de aquí al viernes, cuando se clausura la cumbre, pues "hay muchos intereses en juego".

LLAMAMIENTOS A LA CALMA Los países africanos quieren que Kioto, un acuerdo que solo exige compromisos de los países ricos, sea prorrogado hasta el 2020, y se han sosegado con la promesa de que tendrá protagonismo en las negociaciones. Sin embargo, la impresión generalizada es que la conferencia avanza a trompicones --cuando avanza--, y que se acerca el viernes sin que se vislumbre un mínimo acuerdo. Tal vez por eso algunos de los más destacados líderes mundiales se pronunciaron ayer con mensajes unas veces de optimismo, otras de compromiso: lo importante era calmar los ánimos.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, por ejemplo, hizo desde Nueva York un llamamiento a los países para que "redoblen esfuerzos", dijo que el tiempo es "escaso" y pidió un compromiso de todos los países "para sellar un acuerdo en Copenhague". "Si dejamos a los dirigentes la tarea de arreglar todo en el último momento --dijo refiriéndose a la llegada, el viernes, de mandatarios de más de 120 países--, corremos el riesgo de tener un acuerdo débil, o de ni siquiera tener un acuerdo".

El premier británico, Gordon Brown, anunció que acudirá a la cumbre dos días antes de lo previsto para intentar desencallar las negociaciones, y el presidente de EEUU, Barack Obama, se comprometió a luchar por un acuerdo "vinculante".