Las lluvias torrenciales que desde el jueves azotan el sur de Irlanda y el noroeste del Reino Unido se han cobrado al menos una vida y han obligado a evacuar a cientos de personas. Bill Barker, un oficial de policía de 44 años, fue engullido por las aguas al derrumbarse el puente de la localidad inglesa de Workington, en el condado de Cumbria, en el noroeste del Reino Unido, donde estaba participando en las tareas de socorro. La localidad quedó arrasada después de que un segundo puente se hundiera al no poder soportar la crecida del río Derwent. Los equipos de rescate, dotados con botes salvavidas y reforzados con helicópteros de la Royal Air Force, pasaron la madrugada del viernes rescatando a quienes habían tenido que encaramarse a los tejados de sus casas para ponerse a salvo.

"En muy poco tiempo teníamos el agua por las rodillas y después por la cintura. Subía muy rápido y daba mucho miedo", relató uno de los afectados en el pueblo de Cockermouth, donde el agua alcanzaba las ventanas más altas de las viviendas.

Cumbria, con unas 1.000 casas dañadas, y los condados escoceses de Dumfries y Galloway, han sido los más afectados por las precipitaciones torrenciales. Los servicios de urgencia recibieron 12.000 llamadas en 48 horas.