Una anciana belga de 93 años ha iniciado una huelga de hambre para reclamar su derecho a morir dignamente, aunque las autoridades del país consideran que su caso no reúne estrictamente los requisitos formales para acogerse a los criterios previstos en la legislación sobre la eutanasia.

Amélie Van Esbeen, que vive en Merksem (cerca de Amberes), afirma que su vida se ha convertido en insoportable a causa de los sufrimientos y penalidades derivadas de una serie de enfermedades propias de la vejez.

La legislación belga solo autoriza la eutanasia en el caso de una enfermedad grave incurable, que comporta sufrimientos constantes, insoportables y que no pueden ser calmados con ninguna medicación. "Mi vida está terminada. La única cosa que podría hacerme feliz es la muerte", asegura desde su cama de la residencia donde vive, ante la impotencia de su familia: una hija, nueve nietos y ocho bisnietos.

Van Esbeen ha iniciado la huelga de hambre después de haber intentado cortarse las venas con un cuchillo de cocina sin éxito. La mujer ha expresado claramente por escrito su rechazo a ser reanimada, transferida a un hospital o alimentada a través de sonda. La anciana reclama la ampliación de los derechos previstos en la legislación sobre la eutanasia a las personas que se encuentren en una situación similar a la suya.

El caso ha vuelto a reabrir el debate en Bélgica sobre el alcance y la aplicación práctica de la ley sobre la materia, del 2002. El presidente de la comisión sobre la aplicación de la eutanasia en Bélgica, Win Distelmans, declaró que los supuestos previstos en la norma deberían ampliarse para que pudieran acogerse a ella personas como Van Esbeen.

El senador liberal flamenco Patrik Vankrunkelsven señaló que no es necesario modificar la legislación actual, porque se puede interpretar que la ley ya autoriza la eutanasia cuando se produce una combinación de enfermedades de la vejez que causen un sufrimiento insoportable.