Miguel C.D., el asesino confeso de Marta del Castillo, ha cambiado el testimonio que ha prestado ante el juez que lleva al caso y asegura que arrojó el cadáver de la joven de 17 años a un contenedor de basura y no al río Guadalquivir, donde más de doscientas personas la han buscado durante un mes. Este nueva declaración judicial ha provocado la suspensión de la búsqueda del cadáver en el río, nuevas diligencias, como un careo entre Miguel y el menor de edad que está acusado de ayudarle a deshacerse del cuerpo, y la indignación del padre de Marta, quien ha lamentado que los presuntos implicados en la muerte de su hija "se están cachondeando de la Justicia y de la familia".

HAN PASADO 52 DIAS La búsqueda del cuerpo de la joven se puede desplazar ahora a un vertedero de Sevilla donde son trasladados y tratados los residuos urbanos, aunque la Delegación del Gobierno ha señalado que están a la espera de lo que decida la autoridad judicial.

En ese vertedero, ubicado en el término de Alcalá de Guadaíra, se arrojan al día unas 1.300 toneladas de residuos, por lo que en los 52 días que han pasado desde la muerte de Marta habría recibido un total de 67.600 toneladas de basura.

LA NUEVA LINEA Ayer, el juez de instrucción número 4 de Sevilla comenzó las acciones para seguir con esta nueva línea de investigación derivada de la confesión del presunto asesino, como el careo entre Miguel C.D. y el menor de edad que está acusado de ayudarle a deshacerse del cuerpo, Javier G.M. Fuentes judiciales han informado de que también estuvo ayer en el edificio de los juzgados, a disposición del juez, otro de los cuatro imputados, Samuel B.P., de 19 años, amigo de los dos anteriores.

Miguel C.D., al ser detenido el 13 de febrero, confesó haber matado a Marta tras golpearla con un cenicero en la cabeza y haber arrojado luego el cuerpo al Guadalquivir con ayuda de sus amigos Samuel B.P. y Javier G.M., y desde entonces se ha mantenido una intensa búsqueda del cadáver en el río. Los efectivos de búsqueda en el Guadalquivir llegaron a ser más de doscientas personas en un tramo de 80 kilómetros del cauce del Guadalquivir entre Sevilla y su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

UN AMPLIO DESPLIEGUE En el dispositivo participaron agentes de la Policía Nacional, de la Guardia Civil, militares y bomberos, que emplearon barcos especiales, helicópteros, buzos, perros adiestrados y hasta un rastrillo de dos metros especialmente diseñado para la ocasión.