Un golpe de viento arrancó de cuajo el tejado de uralita e hizo añicos los muros delantero y trasero del túnel de bateo en el que en ese momento entrenaban una docena de chavales de las categorías alevines e infantiles del Club de Béisbol Sant Boi. La sacudida hizo añicos las dos paredes y los chavales y tres adultos que les entrenaban quedaron sepultados bajo una montaña de bloques de hormigón.

Apenas pasaban 10 minutos de las once de la mañana y en el barrio de las Cinco Rosas de Sant Boi los gritos de auxilio silenciaron al viento que alcanzó ráfagas de hasta 120 kilómetros por hora.

Yoel, Xavi, Mario y Enric, cuatro niños de entre 9 y 11 años, murieron, y otros seis estaban anoche hospitalizados, sin que se tema por sus vidas.

El túnel de bateo se construyó hace poco más de 10 años. Era la última obra realizada en este campo municipal de béisbol y consistía en una edificación muy simple de cuatro muros levantados con bloques de hormigón, huecos por dentro, y con un techo uniforme de uralita. La nave estaba dividida en dos galerías paralelas en las que los jugadores practicaban el bateo. El campo de béisbol está levantado en un extremo del barrio, a la intemperie, y rodeado de montes. El viento debió concentrar toda su fuerza en ese punto concreto frente al túnel de bateo porque, como señaló el presidente del club, Avelino Vázquez, otras estructuras más débiles y antiguas de la instalación, como los vestuarios, no sufrieron ni un desperfecto.

Alejandro Giménez escuchó los gritos de auxilio desde su casa. Corrió a la calle y ayudó en el rescate junto a un grupo de jubilados de un club de petanca. Muchos padres e incluso abuelos habían acompañado a los pequeños al entreno. Como todos los sábados, las gradas del club estaban llenas de familiares que se adentraron entre las ruinas para rescatar a los heridos. Desencajados por el llanto, los otros niños que en el momento del accidente entrenaban en el exterior, no encontraban consuelo. Ataviados con la camiseta azul del club de Sant Boi, se resistían a abandonar el campo y buscaban el abrazo en sus entrenadores.

ESCENAS DRAMATICAS Dos de los pequeños fallecieron en el hospital de Sant Boi, un tercero en Sant Joan de Déu, y el cuarto en las instalaciones del club, mientras los médicos del 061 intentaban reanimarle. El cadáver del pequeño, tapado con una manta térmica junto a la entrada, y resguardado por el abrazo de su madre que lo veló arrodillada durante más de tres horas --el tiempo que el juez autorizó su traslado-- fue una de las escenas más dolorosas de la mañana.