Los trabajos de demolición de la cúpula de la antigua cárcel de Carabanchel, en Madrid, comenzaron el viernes poco antes de las nueve de la noche, entre las protestas de numerosos vecinos que reclamaban su conservación. A los residentes se les sumaron una docena de integrantes de una plataforma que pide la preservación de la cúpula para que la vieja prisión acoja en el futuro un centro para la paz y la memoria. Las asociaciones de vecinos denunciaron que "se ha ido directamente a por la cúpula para evitar la polémica, porque muerto el perro se acabó la rabia". Es decir, el sentimiento generalizado entre los manifestantes era que se había actuado "con nocturnidad y alevosía". Por Carabanchel desfiló lo más granado de la oposición política al franquismo en la dictadura.