Y..., como aliciente, con San Pablo Apóstol, en "su año". Soy de un pueblo de Mallorca rico en buenos vinos... Cuando niño los carros llevaban a las mujeres y a los hombres a la vendimia (en este mes de octubre he contemplado --todavía-- dos tractores con sus remolques llenos de uva, racimos...).

Las vendimiadoras, pues, iban cantando a su trabajo y cuando se encontraban con un presumido como yo --San Pablo presumía también de misionero de los gentiles-- las vendimiadoras cantaban: "Presumido presumido, por qué es que presumes tanto, que todos los presumidos, se suelen quedar en planto...".

San Pablo en sus cartas se identifica judío con los judíos y romano por adopción, misionero de los gentiles y prisionero de Cristo, escribiendo desde su penal. "Dejen que me gloríe, que presuma en el Señor...".

Yo también llevo 50 años de misionero: 28 en Burundi, Rwanda, Congo y Tanzania. Ahora tengo 16 años en el Perú como capellán de 15 mil presos, de los cuales seis de cada diez no saben por qué están en la cárcel... De nacimiento soy de Mallorca, cristiano desde mis primeras horas de vida, barundi con los barundis, peruano por adopción y cordobés por familia: soy tío y hermano de los Parets-Canals..., cordobés y sevillano. Capellán de presos --15 mil hombres-- por vocación, como antes fui llamado al Africa Central.

Una de las primeras misas que compartí en el penal hace 16 años, la celebré cuando los presos llevaban tres días de huelga, sin comer. En una capilla improvisada nos reunimos un centenar de presos. Les saludé y les pregunté: ¿qué evangelio leemos hoy?. Con su buen humor, que mucho tienen de andaluz, me respondieron: ¡El Evangelio de la multiplicación de los panes...!

Y... cuando compartíamos dicha palabra de Dios, un grito estremeció el penal: ¡Pan! ¡Paaan! ¡Paaaaan! Les mandé a todos a buscar su pan, que yo les esperaba. Al cabo de un rato fue el grito de ¡Sooopa! Y poco después el de ¡Seguuundo! Volvieron cada vez comiendo. Así había transcurrido la parte de la Palabra de Dios...

En estos días de crisis mundiales --con todos los dimes y diretes de España-- en que se gritan miles y millones de euros y dólares... quedan ahogados los gritos de ¡Pan, comida, salud, justicia! Cajamarca, en el Perú, es la provincia más rica en oro, plata, cobre... (la historia nos recuerda cómo Pizarro hizo llenar su casa de oro a Atahualpa, en el mismo Cajamarca...). Pues esta provincia, la más rica del Perú, es la segunda de las más pobres del mismo país. Porque los gobiernos gobiernan para los ricos..., mientras que los pobres mueren de hambre. Pueblos vendidos a los grandes bancos y compañías. Sacan permisos para explotar una mina, digamos de oro. Sobre los planos figura un gran lavadero que levantarán para lavar los metales; pero como junto a la mina pasa un río con gran presión, en él lavan el oro y demás metales solucionando el agua que miles y miles de nativos tienen que beber. Cajamarca es la provincia del Perú que más enfermos cancerosos cuenta ¡por el agua solucionada que tienen que beber!

San Pablo nos dice que sabe vivir en la abundancia y en la pobreza y organizaba colectas para ayudar a los más pobres y necesitados...

Hermanas, hermanos, permítanme que les invite a atender los gritos de nuestra comunidad, de los mayores y de las infancias. Los gobiernos europeos, mundiales, reparten billones con b para mantener el "estado del bienestar" olvidando a las inmensas mayorías de hambrientos de pan, bebida, cultura, medicamentos, etcétera. Como ha escrito un periodista famoso en una reunión de Jefes de Estado para estudiar el problema del hambre y miseria en el mundo, en la comida se servían doce platos cuando no llegan a destinar para los pobres del mundo el célebre, por vergonzoso, 0,7%.

No olviden, por favor, los gritos de mi Eucaristía en el penal: ¡Paan! ¡Sooopa!, principalmente en estos días del Domund o domingo de las Misiones. Jesucristo, el Hijo de Dios, empezó dando de comer pan y pescado a las multitudes.