La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega se apresuró ayer a echar agua sobre el conato de incendio que 24 horas antes había provocado la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, al reabrir el debate sobre si las mujeres musulmanas se cubren el pelo con un pañuelo por decisión propia o por imposición de los hombres. Aído dio por hecho que lo hacen por "exigencia cultural", y así abrió de nuevo la polémica: "No todas las prácticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas", dijo. De la Vega salió ayer al rescate de la ministra de Igualdad con el mensaje que Aído, supuso la vicepresidenta, no supo lanzar. El límite de lo tolerable lo fija la legislación, explicó.

"Lo más importante es ser sumamente respetuoso con los hábitos y culturas de cada país, teniendo mucho cuidado en que esas tradiciones culturales no supongan una vulneración de la libertad de las personas o un ataque a los derechos humanos", dijo De la Vega en una medida declaración.

Formalmente no hubo regañina pública a la ministra, pero el hecho de que la vicepresidenta tuviera que intervenir para evitar males mayores puso de manifiesto la incomodidad que han creado las palabras de Aído entre algunos miembros del Gobierno. Como era previsible, diversos colectivos islámicos censuraron la intervención de la titular de Igualdad y salieron en defensa de unos usos indumentarios que consideran una seña de identidad. La Asociación Intercultura de Melilla instó a Aído a retractarse y le reclamó que "no hable más de cosas que desconoce".