Las primeras 40 tortugas bobas (caretta caretta ) anidadas en un arenal virgen del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar (Almería) nacieron a las 03.00 horas de ayer "en buen estado de salud", según informó el director del proyecto de investigación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Adolfo Marco.

Las crías, que forman parte de un estudio coordinado con la Consejería de Medio Ambiente para dirimir la viabilidad de reintroducción de esta especie amenazada en el litoral mediterráneo, son la "primera oleada" de la eclosión de 80 huevos depositados en Cabo de Gata el pasado día 1 y habrá que esperar algunos días para comprobar cuántos ejemplares más han logrado sobrevivir al nacimiento.

Supervivencia

Según subrayó Marco, la media de éxito de vida en los nidos de esta especie alcanza el 60% de los huevos, pero no será hasta que se produzca una segunda oleada y la posterior exhumación del nido, fijada para el próximo martes según enfatizó, "hasta que sepamos cuantas crías no lograron alcanzar la superficie ya que algunas quedan atrapadas en el fondo y otras no logran superar el esfuerzo de nacer".

Las tortugas bobas recién nacidas reposan ahora en tanques de agua marina instalados en la playa seleccionada para el experimento y, después, serán trasladadas al Aula del Mar de Málaga y al Cifap El Toruño en el Puerto de Santa María (Cádiz) para su cría en cautividad hasta alcanzar el año de vida.

Al hilo de esto, Marco señaló la información "de mucha calidad" recogida por los investigadores del proyecto de la suelta controlada de diez ejemplares juveniles de tortuga boba cuyas habilidades de natación, estabilidad y otros parámetros "nos sitúan en condiciones de tomar decisiones para pasar a la siguiente fase" del experimento. La siguiente fase sería la liberación monitorizada de las tortugas bobas, de un año de edad, para la que el científico del CSIC declinó, no obstante, dar una fecha exacta aunque la situó en próximos días.

El objetivo final del proyecto es conseguir la migración anual de estas crías, originarias de Cabo Verde, a los arenales de Cabo de Gata para desovar y, de este modo, constituyan el germen de la primera comunidad reproductora de la Península Ibérica.