El dueño del bar de una urbanización de Bellvei (Tarragona) falleció el jueves por la noche tras ser golpeado y quemado vivo cuando se encontraba solo en el interior del local. El autor o autores del asesinato no se llevaron dinero del establecimiento.

El trágico suceso se produjo a las 22.30 horas del jueves cuando Jordi R., de 50 años, casado y sin hijos, se disponía a cerrar el bar Baronia. El agresor o agresores le golpearon y le rociaron con algún material inflamable antes de prenderle fuego.

AUXILIADO POR LOS VECINOS Alertados por sus gritos, los vecinos fueron los primeros en auxiliarle, cubriéndole con mantas para apagar las llamas. Cuando llegó la Guardia Civil, los agentes también intentaron salvar su vida, pero no lo consiguieron a causa de las graves quemaduras. Además, comprobaron que la víctima había recibido un fuerte golpe en la cabeza.

El juez ordenó el levantamiento del cadáver a las 0.20 horas de ayer. La autopsia se practicó por la mañana, pero no trascendió el resultado ya que el Juzgado que instruye el caso decretó el secreto de sumario. El crimen ha consternado a la población, de unos 1.500 habitantes. "Era un buen vecino, un buen trabajador que siempre tenía el bar lleno. Colaboraba mucho con nosotros. Organizaba una sardinada popular por la Diada y nos avisaba si veía algún fallo en la urbanización", comentó el alcalde, Josep Fonts. El edil añadió: "Se trata de una violencia desmesurada, insólita e inmerecida, pero, afortunadamente, aislada".

Algunos vecinos explicaron que la víctima "tenía por costumbre quedarse solo un par de horas en el bar al cerrar". "A veces, le advertíamos de que no lo hiciera, que un día le pasaría algo", añadieron.

Otra de las costumbres de la víctima era guardar el dinero en su coche, aparcado delante del bar. Según fuentes próximas a la investigación, el dinero se halló, intacto, en el interior del vehículo. En el bar, tampoco faltaba nada ni habían sido forzadas las tragaperras. La Guardia Civil investiga el motivo del crimen.

Fonts explicó que la víctima "había llamado a su mujer para decirle que ya cerraba y se iba a casa, por lo que todo debió de pasar muy rápido". Los vecinos añadieron que el bar "era un local muy tranquilo, lleno de gente jugando al dominó y a las cartas".