Son millonarios, millonarios de los de antes. Pero podrían serlo más. Un grupo de trabajadores de un restaurante de Bailén han visto cómo la codicia de una de sus antiguas compañeras ha trastocado todos los sueños que junto a ella habían elaborado la misma noche en que supieron que la lotería les había convertido en ricos.

La antigua cocinera del mesón Buenavista ha desaparecido del mapa después de que, durante un reparto aleatorio de los décimos, cayera en su poder el que tenía un premio especial a la fracción: nada menos que 1,2 millones de euros (200 millones de pesetas). Un juez determinará quién es el verdadero propietario de todo este dinero.

SIEMPRE EL MISMO NUMERO Hacía más de un año y medio que las cinco cocineras y uno de los camareros del mesón de la localidad jienense jugaban al mismo número de la Lotería Nacional: el 19.135. Un lotero de Córdoba, vecino del pueblo, se los traía especialmente. Era el propietario del mesón el que hacía la compra y el que depositaba los seis décimos en la caja del restaurante, a la espera de que un día el premio terminara por caer. Y eso fue lo que ocurrió el jueves 30 de octubre. El gordo había llegado: 30.000 euros (5 millones de pesetas) a cada décimo (las fracciones del uno al seis) y un premio de 1,2 millones de euros a la fracción cuarta de la serie segunda.

Era tarde y el restaurante estaba a punto de cerrar. Una de las cocineras, Amparo Casado, continuaba en el establecimiento con el camarero Manuel Martínez, el único hombre del grupo que cada jueves tentaba a la suerte millonaria. Manuel cogió el mando del televisor, pulsó la tecla del teletexto y allí apareció el número; el esperado 19.135.

"Llamamos a todos los compañeros corriendo, incluida a Isabel, que aunque llevaba unos seis meses sin trabajar con nosotros, quiso seguir entrando en el grupo", recordaba ayer Amparo. Al cabo de un rato los seis agraciados se reunieron en el bar. Allí se hizo un reparto de los décimos de forma aleatoria. "A Isabel le tocó el que tenía un premio especial a la serie y la fracción, y nos fuimos todos a celebrarlo a un pub", relató Amparo.

Entre brindis, cada uno de los premiados comenzó a hacer planes: que si un coche, que si una casa, que una buena ayuda para los niños... Cada uno había ganado 37 millones de pesetas. O eso era lo que creían.

Y llegó el viernes, pero no Isabel. Todos los compañeros se reunieron, como habían acordado la noche anterior en el mesón, para ir juntos al banco; todos menos Isabel, la antigua compañera que tenía el décimo con más millones.

"Al ver que no llegaba la llamamos a su casa pero no se quiso ni poner. Fue su marido el que nos dijo que el dinero era suyo y punto. Desde entonces, no hemos sabido nada más de ella. Tan sólo que ha cobrado el dinero y que nosotros nos hemos quedado sin él", se quejaba Amparo. Lo poco que saben es que se fue unos días a trabajar a La Carolina, una localidad cercana, y que ahora ha regresado a su pueblo natal con el cartel de traidora que le han colgado sus antiguos compañeros de trabajo.

El asunto ha pasado a los tribunales. Ante el tremendo plantón de Isabel, sus compañeros decidieron denunciar la situación y ponerlo todo en manos de un abogado.