La bomba de insulina será una prestación universal y gratuita de la sanidad pública para todos los diabéticos a partir del 1 de enero del año que viene, según anunció ayer, Día Mundial de la Diabetes, la ministra de Sanidad, Ana Pastor. Pastor anunció también que todos los centros de salud ofrecerán programas de atención a los diabéticos, que recibirán el material necesario para el diagnóstico de la glucemia y para el tratamiento insulínico.

La bomba de insulina, del tamaño de un paquete de cigarrillos, se adosa temporalmente al cuerpo del enfermo y, por medio de un catéter, administra la insulina que necesita en cada momento, gracias a las mediciones de la sangre que realiza el aparato informático. El recurso resulta imprescindible para muchos de los diabéticos que deben inyectarse la sustancia cinco, seis o más veces al día, pero que sufren desequilibrios sanguíneos ante la más mínima eventualidad. Antes de inyectárse la insulina, esos enfermos deben analizar su sangre y comprobar con exactitud los niveles de glucosa.

Todo este proceso se evita llevando adosada la bomba, que, además elimina el riesgo vital que implican los altibajos de energía.