El protocolo de Kioto, el gran acuerdo internacional para intentar frenar el cambio climático, necesita de Rusia para alcanzar la mayoría necesaria y poder entrar en vigor. Pero Rusia no parece muy dispuesta. En la apertura de la Conferencia Internacional sobre el Clima que se celebra en Moscú, el presidente Vladimir Putin afirmó ayer que el Kremlin tomará la decisión final en función de lo que más convenga a su país y dejó claro que eso no está previsto en un futuro próximo.

"El Gobierno ruso examina minuciosamente la ratificación y estudia todos los problemas relacionados con ella. La decisión se tomará de conformidad con los intereses nacionales de Rusia", precisó Putin.

Las palabras del presidente sembraron la decepción entre numerosos líderes europeos y de las Naciones Unidas que han insistido en que Rusia aproveche la ocasión de la conferencia de Moscú para sellar su ratificación del acuerdo. Putin se había comprometido a dar un impulso en esa dirección en mayo pasado, durante la cumbre Rusia-UE en San Petersburgo. Inicialmente, el Kremlin tenía previsto que la Duma (Cámara baja) ratificara el acuerdo en septiembre.

Putin recurrió a una broma que sin embargo sonó a humor negro. "Rusia es un país norteño. No pasa nada si las temperaturas suben aquí unos dos o tres grados. Al contrario, ahorraríamos en ropa de invierno. Además, los expertos en agricultura nos dicen que la producción de trigo en Rusia sería cada vez más alta", afirmó.