El sainete en que se había convertido el preestreno del AVE Lérida-Madrid se ha acabado. Al menos por el momento. El Ministerio de Fomento anunció "la suspensión temporal" de los viajes promocionales después de que los trayectos de ayer no pudieran completarse debido a la rotura de la catenaria que suministra energía eléctrica a los trenes.

La decisión coincidió con el final de la crisis en el departamento encabezado por Francisco Alvarez-Cascos, que se ha cerrado con la esperada dimisión de Juan Carlos Barrón, presidente del Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF), ente público que gestionaba la línea.

Después de transportar a periodistas, agencias de turismo, técnicos ferroviarios y directivos de empresa, los viajes promocionales debían haber seguido todos los días laborables hasta el 7 de marzo con cámaras de comercio, empresarios, diputados, miembros del Gobierno, autonomías, diplomáticos y ayuntamientos. Pero ante la perspectiva de que siguieran las quejas y las burlas por los retrasos y las paradas, los hombres de Renfe, que ayer ya se hicieron cargo de la gestión de la línea, aconsejaron cortar por lo sano, según fuentes de Fomento.

BLANCO NIEGA LOS PROBLEMAS

La versión oficial facilitada por el secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco, fue ligeramente diferente. Argumentó que la rotura de la catenaria se debió a "un sabotaje" y que "por prudencia" el preestreno se "suspenderá unos días, hasta que se aclaren las circunstancias del suceso" y se haya reforzado la vigilancia. Según Blanco, "en los viajes promocionales no ha habido ningún problema" hasta el supuesto acto vandálico de ayer. "En viajes que se hacen de prueba, es normal que no se cumplan los horarios y haya muchas paradas", alegó.

La puesta en marcha de la línea para el público también se retrasará "unos días" por el mismo presunto sabotaje, aunque se mantiene "el objetivo de empezar el mes de marzo".

La demora real puede ser, sin embargo, muy superior, una vez los nuevos responsables de la línea hayan tomado posesión y concluido su estudio del estado de la infraestructura. La dimisión de Barrón se produjo después de que Cascos decidiera apartarle de la gestión de la puesta en marcha de la línea, al culparlo del fiasco, dándosela al equipo directivo de Renfe.

Su marcha inducida ha supuesto un reforzamiento aún mayor de la preponderancia de los hombres de la compañía ferroviaria. El actual director gerente de Circulación de Renfe, Antonio Lanchares, dirigirá el grupo de trabajo que gestionará la infraestructura, y el director adjunto de Renfe, Ramón Escribano, será nombrado presidente del GIF por el Consejo de Ministros de hoy.

Blanco aseguró, sin embargo, que la marcha de Barrón se debe exclusivamente a que "ha decidido personalmente" asumir la responsabilidad por el retraso de casi tres meses en la inauguración, prevista para finales del año pasado. Este error es atribuible, según el secretario de Estado, al incumplimiento de las adjudicatarias.