REPORTAJE UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

"Me podía esperar que ocurriera esto en Africa, pero no en España"

Un comerciante holandés pasó dieciocho meses en la cárcel Modelo de Barcelona pese a que la policía sabía que no tenía relación c

"Me podía esperar que ocurriera esto en Africa, pero no en España"

"Me podía esperar que ocurriera esto en Africa, pero no en España"

Tiene 58 años, llegó hace tres a Cataluña y pensaba montar un negocio de frutos secos y su vida en el Maresme, junto a su mujer y sus dos hijas. Pero en lugar de estar detrás del mostrador y vender almendras, Rob Telling, un holandés alto y fornido, acaba de pasar año y medio en el infierno. "Un infierno que esperaba en Africa, pero no en España", dice.

Fue un infierno que vivió durante 18 meses interminables en la tercera y la quinta galerías de la Modelo, hasta que el juez le absolvió del delito que se le imputaba, posesión y tráfico de pastillas de éxtasis. Eso fue el 27 de junio de este año. Pero, desde entonces, Rob y su mujer, igualmente absuelta del mismo delito, tampoco han vivido tranquilos. "Desde nuestra liberación, aún no han desbloqueado las cuentas bancarias, ni nos han devuelto el dinero que nos confiscaron, ni la fianza de medio millón de pesetas de mi mujer. Mientras, perdí casi todo el dinero que tenía en la bolsa, cuando ésta se hundió", cuenta, refiriéndose a los 280.000 euros (46,5 millones de pesetas) que se le esfumaron durante su prisión preventiva.

ALIJO DE 37.000 PASTILLAS

Ha vivido cosas para escribir un libro, dice en su modesto piso de Montgat. Un libro que empezaría el 21 de diciembre del 2000. La policía anunció la detención de "una banda" de cinco personas en posesión de 37.000 pastillas de éxtasis. Según aquel primer relato, tal como apareció en los periódicos, "el matrimonio holandés hacía frecuentes viajes en coche a Holanda para proveerse de la droga".

Rob fue a la prisión, su mujer pudo salir a los 15 días para cuidar de su hija pequeña, mientras que la hija mayor y su novio quedaron igualmente encarcelados. El holandés reconoce que su hija cometió una gran estupidez. Fue ella la que guardaba las pastillas de éxtasis en un bolso de viaje mientras que sus padres se encontraban en Holanda. Pastillas que le habían entregado otros tres holandeses en Calella.

La hija y el novio fueron condenados a 10 años de prisión. Pese a que ella insistía en que sus padres no sabían nada, Rob Telling seguía viviendo su infierno en la Modelo. "Es vergonzoso lo que pasa ahí dentro, tercermundista. Tres en cada celda, un colchón fino, sin calefacción. Y encima, por algo que no había hecho", relata el comerciante.

Se extraña de que no le dejaran en libertad porque el informe policial no dejaba duda alguna, tal como se refleja en la sentencia del magistrado Fernando Pérez Maiquez de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Barcelona. Primero: "Ninguna prueba ha sido practicada que acredite la participación en los hechos imputados a los también procesados en esta causa, Robert Jan Telling y su mujer". Y segundo: "En este sentido así lo han manifestado los propios agentes del Cuerpo Nacional de Policía (...)". Y así, "ante la más huérfana ausencia de pruebas" el matrimonio fue absuelto. Telling no entiende que el juez instructor hiciera caso omiso del informe policial y pedirá ahora una indemnización por los 18 meses en prisión, aunque eso no le quita el recuerdo agrio de su estancia en la prisión Modelo. "Además, no fui el único en esta situación. Había 12 rusos detenidos por una pelea. Tras más de un año de prisión preventiva, todos fueron puestos en libertad. Dos paquistanís, igual. Y mientras estaban en la cárcel se les hundió el negocio, un restaurante".

Dice el holandés que jamás olvidará ese año y medio entre rejas, "los suicidios, las ratas y palomas en la cocina, los enfermos de sida a los que dejan agonizar, aunque, eso sí, muchos funcionarios me han tratado bien, con respeto".

El alivio por la sentencia absolutoria y su inmediata liberación ha dado lugar, sin embargo, a la angustia por llevar ya medio año sin poder disponer de sus cuentas bancarias. Cada vez que pregunta por ello, le dicen "la semana que viene". Ahora le han dicho que por Navidad ya podrá disponer de su dinero. Luego, espera que su hija pueda cumplir el resto de su condena en Holanda. "Nos iremos, porque me había imaginado una España diferente a la que me he encontrado".

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