Provincia
Emoción, color, devoción y singularidad en el Viernes Santo de los pueblos de Córdoba
La intensidad de la madrugada da paso a una tarde llena de recogimiento y oración

El Nazareno de Almedinilla. / CÓRDOBA
CORRESPONSALES
La Semana Santa de la provincia de Córdoba es tan variada, tan diversa, como lo son cada uno de sus pueblos. La manera de vivir el Viernes Santo es el mayor ejemplo. En cada rincón del mapa cordobés se interpreta y se vive la Pasión y Muerte de Cristo con unos matices que la diferencian de las demás. A continuación se exponen algunas de estas realidades.
Lucena
La agitada y avivada llamada a los hermanos de la Hermandad de Tambores descubre en Lucena el Viernes Santo. El pueblo nazareno empieza a despertarse para congregarse, por millares, a las 06.00 horas, en el Llanete de Nuestro Padre Jesús. El canto del miserere, los requiebros en vendaval del torralbo y el olor inconfundible a pebete envuelven una jornada con personal y proyección propia en la Semana Santa. La cuadrilla de Manolo Moreno, con 26 santeros, condujo al Señor de Lucena hacia las tres bendiciones, entre una marea morada infinita con las velas encendidas para alumbrar al Señor.
Las saetas de Araceli Campillos, Julián Estrada, Antonio Nieto y Rafael Sabán ‘El Moro’. Con un sol incesante, Jesús Nazareno visitó diferentes zonas de Lucena, acompañado por las santas mujeres Verónica y Magdalena, San Juan Evangelista y la Virgen del Socorro. Y, entre los suspiros finales, de nostalgia y recuerdos, los hermanos compartieron horquillos desde la ermita de Dios Padre.
Puente Genil
En la madrugada del Jueves al Viernes Santo se vivió uno de los momentos cumbres de la Semana Santa, con la interpretación por parte del Imperio Romano de la tradicional Diana a Nuestro Padre Jesús Nazareno, una pieza musical compuesta por Manuel Medina a mediados del siglo XIX cuya interpretación congregó a miles de personas en la Plaza del Calvario. Los pontanenses disfrutaron de numerosos momentos emotivos, como las reverencias de las figuras bíblicas, la representación de la Sentencia en la Plaza Nacional, o el paso de “El Terrible” por el puente de Miragenil, todo ello aderezado con la vistosidad y colorido que ofrece la constante presencia del Imperio Romano en las calles. Procesionaron también el misterio del Cristo de la Misericordia y el paso de la Virgen de los Dolores.
Ya por la noche, es el barrio bajo el que se convierte en foco de atención de una procesión muy esperada, con la cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, la pontificia hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, cofradía de San Juan Evangelista y cofradía de María Santísima de la Soledad y Dulce Nombre de Jesús. Es también noche de “Apostolao”, de “Demonio y Muerte”, donde destaca la interpretación del conocido “Trípili” a San Juan y donde está muy presente la devoción a la “Madre de la Isla”.
Cabra
El Viernes Santo comenzó en Cabra con la salida a la 1:00 desde la parroquia de Santo Domingo de Guzmán del Cristo del Socorro, el Silencio, continuando desde ese mismo templo a las 6.30 del paso de Jesús de la Humildad y Paciencia. En el mediodía, el Nazareno y el Mayor Dolor fueron los protagonistas tras salir desde la iglesia de la Asunción y Ángeles, para dar paso, tras recogerse, al paso de misterio del Rocío de Pasión y Nuestra Señora de la Salud. Luego, se pusieron en marcha el Descendimiento, las Angustias, el Santo Sepulcro e Imperio Romano y los Dolores, cofradías que realizaron sus respectivos cortejos procesionales hasta cerca de la medianoche.
Montilla
Montilla venció de nuevo al tiempo y sorteó, al fin, el pellizco de la larga espera. Fue un Viernes Santo que comenzó, como cada año, cuando la Luna de Nisán ya coronaba el cielo montillano. El Santísimo Cristo de la Misericordia se encontraba con su barrio de la Cruz entre penitentes de capirote rojo y hábito negro. Allí, en un Llanete de la Cruz expectante, la imagen del Cristo era izada en su trono dentro de la propia casa de hermandad, mientras su Madre, María Santísima de la Amargura, parecía llorar de dolor inconsolable.
Tras la solemne Madrugada, la calle Ancha se convirtió, una vez más, en la arteria viva de la devoción popular. A las 9.00 en punto, con puntualidad solemne, hacía su salida la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, cuya historia se remonta a 1590. La procesión se abrió con la imagen dieciochesca de Jesús Rescatado, custodiado por la Centuria Romana Munda, que protagonizaría más tarde, en torno a las 15.00, el sobrecogedor acto de la Lanzada al Cristo de la Yedra.
Con la caída del sol, el protagonismo se desplazó a la recoleta capilla de la calle Fuente Álamo, donde la Hermandad del Sagrado Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Santo Nombre de Jesús, María Santísima de la Encarnación y San Juan de Ávila preparaba su salida. Este año, el paso de misterio estrenaba los nuevos candelabros tallados por Pedro Benítez y dorados por Abel Velarde, así como el nuevo faldón bordado por Cristian Javier Redondo.
Con la solemnidad que lo caracteriza, el Señor del Descendimiento fue bajado de la Cruz, mientras la Virgen de la Encarnación lloraba desconsolada bajo los sones profundos de la Banda de Cornetas y Tambores “Nuestra Señora de la Salud”, de la Barriada del Naranjo de Córdoba.
La noche avanzaba mientras Montilla se congregaba en torno al templo de la antigua calle Sotollón. Muchos vecinos acudieron para vivir la estación de penitencia de la Pontificia Hermandad del Santo Entierro, Soledad y Angustias de la Madre de Dios. Como viene ocurriendo en los últimos años, el cortejo prescindió de la imagen de San Juan Evangelista que, durante años, fue portado por los integrantes más jóvenes de la cofradía.
Priego
En Priego, Nuestro Padre Jesús Nazareno volvía a desatar pasiones poniendo de relieve una vez más el fervor y devoción que esta imagen despierta. Desde que a las 10.20 atravesó el dintel de San Francisco, todas las miradas se han centrado en el conocido como Rey de Priego, que a las 11.54 iniciaba con el Paso Redoblao la subida al Calvario, donde a las 13.15 impartía la bendición a los miles de prieguenses que, portando su hornazo, se concentraron en este icónico enclave de la localidad. Unos minutos antes de las cuatro de la tarde, la venerada imagen entraba en su sede, completando de esta manera uno de los desfiles más singulares y genuinos de la Semana Santa prieguense.
Entrada la tarde, la cofradía de la Soledad iniciaba desde San Pedro su estación de penitencia, destacando en el cortejo el estreno de la nueva saya de la Virgen, bordada por Agustín Serrano Rivera.
Por su parte, la archicofradía de Nuestra Señora de las Angustias volvía a derrochar elegancia en un cortejo en el que destacó como estreno el cuerpo de acólitos que precedían a la titular de la congregación, así como la marcha “Priego en tus Angustias” de Alberto Ramos Campos, que interpretó durante el desfile la Banda Sinfónica de la Escuela Municipal de Música de Priego.
Baena
A las 06.00 horas de la mañana, bajo el silencio y la penumbra del amanecer, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno iniciaba desde la iglesia de San Francisco una de las estaciones de penitencia más arraigadas y simbólicas de la Semana Santa local. Una procesión cargada de historia, escenificaciones y profundo fervor popular. El cortejo, encabezado por cientos de devotos que alumbraban con velas y cumplían sus promesas. Tras ellos, la Centuria Romana rompía el silencio de la madrugada con sus característicos sones, marcando el paso solemne de un esperado día. Uno de los momentos más emotivos del recorrido tuvo lugar en la tradicional parada en la Cruz de Jaspe, donde la figura de Jesús Nazareno fue recibida con una simbólica ofrenda por parte de los Apóstoles y Profetas, quienes presentaron los símbolos de sus martirios.
El extenso cortejo procesional fue completado por la Corporación de los Profetas, los Hermanos de Jesús, Andas y Palio, la hermandad de nazarenos con su cruz al hombro tras la imagen del Señor, la Hermandad de los Apóstoles, las Cuadrillas de Judíos de la Cola Negra, la Hermandad de la Magdalena con su imagen titular, la hermandad de la Verónica con la suya, las de las Virtudes, San Juan y Nuestra Señora de los Dolores. A media mañana, el cortejo hizo una parada en la Plaza de la Constitución para celebrar el tradicional Sermón de la Pasión.
La noche del Viernes Santo se tiñe de luto y recogimiento en Baena con la solemne procesión del Santo Entierro de Cristo, protagonizada por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima. A las 20.30 horas, desde la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, la imagen del Dulce Nombre de Jesús abría el cortejo procesional, dando inicio a una de las estaciones de penitencia más emblemáticas del calendario cofrade baenense.
El pueblo, en un profundo recogimiento es testigo del discurrir de las distintas hermandades que conforman esta procesión. La Hermandad de la Vera Cruz, la del Cristo de la Sangre aportó uno de los momentos más imponentes de la noche con su titular, un Cristo Crucificado de gran valor artístico y devocional, declarado Bien de Interés Cultural, cuya silueta conmueve y no deja indiferente a quienes lo contemplan.
Los sones de la Centuria Romana de la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias rompieron la quietud de la noche como una plegaria al cielo. Sus cornetas y tambores escoltaban a la Virgen con su Hijo yacente en brazos, una imagen cargada de ternura, dolor y esperanza.
La Hermandad del Santo Sepulcro siguió el cortejo portando a Cristo en su urna funeraria. Como marca la tradición, la Turba de Judíos de la Cola Blanca hizo sonar sus tambores, seguidos por la Cuadrilla de Sayones y la Única Cuadrilla de Judíos Arrepentidos (Enlutados), que acompañaron con sus tambores roncos a las Santas Mujeres: Santa María Magdalena, María de Cleofás y, como novedad en esta edición centenaria, la incorporación de una imagen de María de Salomé, completando así la escena del duelo ante el Cristo fallecido. Finalmente, la Hermandad de San Juan y la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad cerraron el desfile procesional, marcando el final de una jornada intensa para toda Baena.
Pozoblanco
La Madrugá inició el Viernes Santo en Pozoblanco, el acto del prendimiento y el canto de la saeta marcó el inicio de una jornada imperdible para cualquiera a que quiera vivir la Semana Santa pozoalbense. La plaza de la Iglesia fue el punto neurálgico de las primeras horas de un día que fue abriendo poco a poco entre los momentos marcados por la liturgia. Nuestro Padre Jesús Nazareno volvió a salir a las calles, esta vez bajo la guía de la cofradía de los Sayones, y los romanos lo escoltan en ese camino lleno de caídas y encuentros. El más esperado tuvo lugar en la Avenida Villanueva de Córdoba donde el Nazareno se unió a la Virgen de Los Dolores, que realiza su segunda estación de penitencia de la semana. Mismo punto de partida, la plaza de Santa Catalina, tuvo el Santo Entierro de Cristo, una procesión bajo la batuta de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la localidad y que aglutina a todas ellas en una procesión que este año recorrió las calles del centro del municipio. Lo hizo en el año en el que la Agrupación celebra su cuarenta aniversario y que dice adiós a la actual junta de gobierno.
Ya por la noche fue el momento de La Soledad que, por segundo año consecutivo, vivió la devoción en el interior del templo porque la lluvia impidió que la “reina del Cerro” saliera a la calle. Lágrimas en el interior de San Sebastián ante la decisión de la junta de gobierno, pero momentos también de gran intensidad con la música de la agrupación de la propia Hermandad tocando con los costaleros portando a La Soledad y las costaleras al paso del Sudario.
Aguilar
El silencio clamó la Madrugá del Viernes Santo en la Parroquia del Carmen con el Cristo de la Expiración, que comenzó a las 02.00 de la madrugada su estación penitencial, con el rezo del Viacrucis. Acompañado de la Virgen de las Angustias, las túnicas negras, cubrerrostros, guantes y cíngulos rojos o fajines de esparto hilaban las calles de luto y el son de un bombo grave. El Nazareno y la Amargura teñían las calles de luto morados, rojos, blancos y azules, tras el Prendimiento y su esperado encuentro en Plaza San José, en el Sermón del Paso. Con una bendición que el párroco local pidió que alcanzara cada corazón y cada hogar. Por la tarde, a las 18.30 comenzaría su estación de penitencia el Cristo de la Salud y la Virgen de la Piedad, en la Parroquia del Cristo de la Salud. A las 21.00, sería el turno del Sepulcro, tras el acto sacramental del Descendimiento, con la imagen Yacente de Nuestro Señor Jesucristo en su Santo Sepulcro, los característicos ropones de colas y cordones pardos, capilla musical, misereres y carracas. Por último, a las 21.30, sería el turno de la Virgen de la Soledad, cofradía del siglo XVI, comenzando su estación de penitencia desde la Parroquia del Soterraño.
Palma del Río
Día grande cofrade en Palma del Río, Viernes Santo con la Madrugá y por la tarde, salida procesional del Santo Sepulcro. Túnicas moradas y blancas y negras en uno de los días grandes de la Semana Santa palmeña. La iglesia de San Sebastián, histórico edificio que aloja a la Hermandad Nazarena, se convierte en un hervidero de vecinos y visitantes para la salida y recogida de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de la Piedad y San Juan Evangelista. Las puertas de esta Iglesia, rincón cofrade, se abren a las tres de la madrugada. Fuera y dentro del templo, silencio. Todos pendientes del sonido del cerrojo, que al descorrerse anuncia la salida del Nazareno. La tarde del Viernes Santo deja una imagen de “bulla cofrade” en San Francisco. Una Hermandad que tiene sus orígenes en el siglo XVII y fue refundada en 1981. El paso de Cristo va acompañado por el tañer de una campana en su cortejo y el paso de palio de María Santísima de los Dolores por la banda de música Maestro Amador de Andújar. En esta estación de penitencia, la representación de las hermandades palmeñas, mujeres de mantilla y, como ya ocurrió en la Semana Santa 2024, el acompañamiento de un grupo de la Orden de los Templarios. Un compromiso que nació en un encuentro que mantuvo hace dos años esta Orden en la ciudad y estrecharon lazos con la cofradía que hace estación de penitencia con el Cristo Yacente.
Montoro
La madrugada del viernes santo en Montoro se puede calificar de espectacular y cargada de emociones. La esperada salida de Nuestro Padre Jesús, una talla de Pío Mollar de 1940, desde la iglesia de San Juan de Letrán, en la plaza de Jesús, ha sido uno de los momentos más esperados de la Semana Santa montoreña. Eran las 2 de la madrugada. Allí le esperaban miles de personas que se agolpaban para verlo subir por una rampa empinada para salvar el desnivel del templo con la citada plaza. Acto seguido, el coro de Nuestro Padre Jesús y Nuestra Señora de los Dolores le rezaba a modo de cantos, esperando su paso por el arco de la cárcel para cantarle la Sentencia Larga. Más de quinientos romanos acompañaron al Nazareno en su largo recorrido durante toda la madrugada, viviendo emociones en torno a las populares carrerillas o la llegada al poyato de San Jacinto, donde le dio el primer rayo de luz del día en su cara. Acto seguido continuó la procesión por el casco histórico del Rey de Montoro hasta llegar a la plaza de España, para celebrar el Sermón del Paso. De ahí, nuevamente hasta el templo.
Por la tarde tuvo lugar la procesión del Santo Entierro desde la ermita de San Sebastián. A primera hora, entre la multitud, el Imperio Romano formó en la calle El Santo, para acompañar al Santo Entierro. Mientras tanto, iban saliendo desde la ermita las imágenes de la Cofradía del Santísimo Cristo de La Misericordia y Nuestra Señora de las Angustias (Estudiantes y Angustias), y poco más tarde, mientras el pueblo esperaba y el Imperio Romano se dispersaba para luego volver a tocar las marchas del silencio, tuvo lugar la salida de la cofradía sacramental del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad (Santo Entierro). Un día espléndido para vivir uno de los momentos más esperados en la Semana Santa montoreña, que ya se prepara para la procesión del Domingo de Ramos.
Rute
Desde las 8 de la mañana Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores protagonizan el Viernes Santo. El Señor de Rute, procesiona luciendo la 'túnica del pueblo', conocida así por ser regalo por suscripción popular, junto a las potencias que le regalara la asociación de costaleros y una corona de espinas natural. Ya desde primera hora, las saetas impregnan este día grande de la Semana Santa, este año a cargo de María José Flores Corzo. Las bandas ruteñas Agrupación Musical Santo Ángel Custodio y Banda Municipal de Música acompañan estas sagradas imágenes que en la subida de la calle del Cerro con la marcha La Madrugá, la visita al cementerio parroquial de San Cristóbal o la subida de la calle Granada hacia su templo de Santa Catalina Mártir tiene momentos multitudinarios cargados de devoción.
La procesión oficial del Santo Entierro cierra la tarde noche del Viernes Santo de Rute. Acompañada por autoridades municipales, clero y una amplia representación de cofradías y hermandades de pasión y gloria, recorre las calles que comprenden los templos de la parroquia de Santa Catalina Mártir y la ermita de San Pedro. El Cristo Yacente y la Virgen de los Dolores van acompañados de un trío de música de capilla y de la Banda Municipal de Música.
Doña Mencía
El Viernes Santo menciano se pudo disfrutar con plenitud en las procesiones, comenzando con la madrugada, cargada de fervor con Jesús Nazareno y la impartición de la bendición al pueblo en las cuatro esquinas, acompañando en el cortejo procesional la Virgen de la Amargura que fue recibida en la plaza de Andalucía con una petalada.
La ermita del Calvario fue testigo de la procesión del Cristo del Calvario y el paso de palio de María en el Mayor Dolor, dado que el miércoles no pudo procesionar en el Silencio bajando a la localidad y volviendo de nuevo a su ermita. La noche del Viernes Santo acoge a las Cofradías del Cristo de la Expiración y La Caridad con su banda de cornetas y tambores. El Santo Sepulcro y María del Mayor Amor en la procesión del entierro, durante los desfiles la cuadrilla de pregoneros y "rezaores" que narran la pasión de Cristo con un cántico muy peculiar.
Bujalance
En la procesión de la Madrugá del Viernes Santo, cientos de personas se dieron cita a las cinco de la mañana en la parroquia de San Francisco, ya que la ermita de Jesús continua cerrada, esperando su arreglo, para ver salir a Padre Jesús y la Virgen de los Dolores y continuar su caminar por las calles del casco histórico. Fueron numerosos los nazarenos, penitentes descalzos y devotos con cirios, que con vítores, aplausos y muchas lágrimas, acompañaron a las imágenes a lo largo de toda la procesión. Se contó con la presencia del Imperio Romano y su banda de Tambores y Cornetas junto al Nazareno y la Banda de Música Pedro Lavirgen para la Virgen de los Dolores. El regreso al templo fue espectacular, sobre todo en el momento de las tradicionales “Tres Caídas” y finalmente el Encuentro del Nazareno con la Madre, donde se desbordaron sentimientos y emociones.
El desfile procesional del Santo Entierro, del Viernes Santo por la noche, contó con las imágenes, el Cristo de la Buena Muerte, del Cristo Yacente en el Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad, acompañados musicalmente por la banda de tambores y cornetas del Imperio Romano y la Banda de Música Pedro Lavirgen. Los aledaños de la Parroquia de San Francisco, se vieron inundados de gente deseosa de continuar disfrutando del buen tiempo y de la Semana Santa, para ver la solemnidad de este desfile procesional oficial, en la salida del Cristo de la Buena Muerte, que como es tradicional, la hicieron las autoridades municipales, alcaldesa y resto de concejales, que una vez que sacaron al Cristo, lo entregaron al pueblo para seguir realizando la procesión. La Virgen de la Soledad estuvo acompañada por numerosas mujeres de mantilla y el Cristo Yacente en su sepulcro llevado por jóvenes bujalanceños.
Posadas
Un año más, el morado fue el color de la Madrugá de Posadas, con la esperada salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno, seguido de su madre, María Santísima de los Dolores, que hacen entre las cuatro de la madrugada y los primeros rayos de sol del Viernes Santo un itinerario cargado de momentos sublimes. La subida de la cuesta de la Iglesia de Santa María de las Flores o el encuentro de madre e hijo, en el paseo, ante la ermita de Jesús, poco antes de recogerse, son instantes que ningún maleno se quiere perder. Este año, el acompañamiento de la recuperada agrupación musical de la hermandad titular ha devuelto sentimientos y añoranzas de ediciones anteriores, cuando los músicos locales eran otro de los emblemas de la Semana Santa de Posadas. Y por la tarde, llega la solemnidad y belleza que aporta el impresionante Cristo de la Veracruz enfrentándose al vespertino crepúsculo maleno, seguido de su madre, la Virgen de la Soledad, en un recorrido flanqueado por el azahar que ya motea de blanco algunos rincones de Posadas. La estación de penitencia de "los blancos" tiene en la subida de la calle de los Mesones uno de sus momentos más esperados, así como su paso, ante el numeroso público que se da cita en la Plaza del Ayuntamiento, o la emoción que genera el esfuerzo de los costaleros cuando llega la hora de la recogida en su capilla de la calle Gaitán, ya al filo de la medianoche.
Fuente Palmera
Fuente Palmera abrió el Viernes Santo con la salida del Santísimo Cristo de la Sangre de la Parroquia de la Purísima Concepción tras la celebración de la misa de la Pasión del Señor. El paso presentaba como novedades el dorado del respiradero delantero y las esquinas, así como los escudos laterales. Le acompañó la Agrupación Musical Santa Cecilia, de Mérida. A esta procesión se uniría Nuestra Señora de los Dolores acompañada por la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Cautivo de Villa del Río. Ambas imágenes protagonizaron momentos de máxima emoción como los encuentros en calle Écija y Plaza Real. La Semana Santa colona la cerró con solemnidad la procesión del Santo Sepulcro, que en riguroso silencio y ante una Plaza Real abarrotada de público inició su desfile con un importante séquito compuesto mayoritariamente por la Agrupación Parroquial de Jóvenes junto al Grupo de Cámara Astigi de Écija y miembros de la III Legión de la Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder de Castilleja de la Cuesta.
Fernán Núñez
Durante la madrugada del Viernes Santo, entre las 1.30 y las 4.30 horas, realizó su estación de penitencia la cofradía del Santísimo Cristo del Perdón y la Pobreza, mezclando la mayoría de momentos de silencio con el sonido de un tambor ronco enlutado. La imagen, de autor anónimo, data del siglo XVIII y fue donada por el deán de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba a la parroquia de la Veracruz de Fernán Núñez en 1919. El Cristo del Perdón y la Pobreza se hizo presente en las calles de muchos barrios de la localidad, en vías menos habituales en los recorridos de la Semana Santa. La imagen fue portada a hombros, únicamente por ocho hermanos costaleros, enclavada en su cruz, sin andas y tumbada.
Ya a las 8 de la mañana, puntual a su cita, con muchas personas que ya aguardaban velando, dio inicio la estación de penitencia de la Centenaria Hermandad y Real Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Entierro. En el año en que la hermandad celebra su 425 aniversario, presentó la restauración integral de los faroles de plata del paso de Jesús, llevada a cabo por Orfebrería Angulo de Lucena y efectuada por los descendientes de Pedro Angulo, que labró estos faroles hace 80 años, en 1945. El acompañamiento musical lo aportó la Agrupación Musical Jesús de Nazaret de Lebrija y la banda de música de Nuestra Señora de la Soledad de La Algaba. Nuestro Padre Jesús llevaba clavel color cardenal y piñas y centros de iris morado. Además, guardabrisas con cirios morados iluminan el canasto, mientras que la Virgen de la Soledad lució exornada con piñas y friso compuestos por clavel blanco, alstroemeria crema y limonium blanco.
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