Semana Santa de Málaga

Mena, bandera del pronunciamiento malagueño para recuperar lo que le pertenece

Málaga se reafirma, al menos el Jueves Santo, y toma los espacios que se prestan a quienes vienen de fuera, ratificándose como pueblo junto a la Legión y al Cristo de la Buena Muerte, en el Puerto, durante el desembarco, y en Santo Domingo, con el traslado

Traslado del Cristo de la Buena Muerte a cargo de la Legión

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Málaga

Es verdadero delirio. Un arrebato castrense. Auténtico frenesí. Hasta fervor. Relación consolidada durante más de un siglo. Málaga se rinde sin oposición a la Legión cada vez que es Jueves Santo. Y lo hace desde bien temprano, porque hay que madrugar si se quiere coger buen sitio en el Muelle 2, donde este año se ha producido el desembarco; y en la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás, donde tiene lugar el traslado y entronización del Cristo de la Buena Muerte. Son largas horas de espera para presenciar un acto que realmente es breve, que se tiene que ver de lejos, incómodos... pero con muchísima ilusión. No se explicaría de otra manera. Porque el transitar de la tropa es fugaz, a paso ligero, casi imperceptible, y el recorrido del Crucificado a hombros de caballeros legionarios en la explanada, apenas si dura 20 minutos. Pero ahí está la ciudad llenando las aceras, aclamando y vitoreando a unos soldados que, de seguro, en ninguna otra parte se sienten tan admirados y respetados.

El orden mundial ha cambiado y la situación exige a los gobernantes de las naciones que tomen decisiones con diligencia y aumenten la inversión en Defensa, coordinándose ante las nuevas amenzas exteriores. Málaga, que mantiene este idilio con esta fuerza militar de élite del Ejército de Tierra, lo tendría claro.

Mena es Mena siempre, pero hay momentos en que la raza se impone. En esta Málaga que asiste a su paulatina despersonalización, a la entrega de sus espacios urbanos a quienes de fuera vienen, cada Jueves Santo tiene una nueva oportunidad de reafirmarse y de tomar lo que le pertenece por derecho. Y la congregación se erige en bandera, y nunca mejor dicho, de ese pronunciamiento ciudadano. Gente apostada desde antes del mediodía en sillas de la playa repartidas por Carretería, Cisneros, Especería... faltando horas demuestran que las prohibiciones del bando municipal tienen menos utilidad que una cinta de VHS.

Desembarco en el Muelle 2

A las 11.00 horas tenía lugar la recepción del buque de acción marítima ‘Furor’ de la Armada y tenía lugar el desembarco de la Compañía de Honores del Tercio ‘Alejandro Farnesio’, IV de La Legión en el Puerto de Málaga, en la nueva ubicación del Muelle 2.

Allí ya permanecían apostados las distintas representaciones civiles, militares y religiosas... y muchísimo público. Formada la tropa, el Jefe del Estado Mayor de Defensa, máxima autoridad militar, pasó revista a la unidad antes de que la compañía abandonara el recinto portuario desfilando en dirección a Santo Domingo por un itinerario donde no dejó de recibir aclamaciones: Palmeral de las Sorpresas, plaza de la Marina, Molina Lario, Plaza del Obispo, Molina Lario, plaza del Siglo, plaza del Carbón, Granada, Calderería, plaza de Uncibay, Méndez Núñez, Tejón y Rodríguez, Carretería, Pasillo de Santa Isabel, puente de la Esperanza, San Jacinto, y plaza de La Legión Española...

Los legionarios cantan el Novio de la muerte este Jueves Santo de 2025

Ignacio A. Castillo

Desfile por las calles

El rumor de los tambores, con ese redoble incesante, tan personal y característico, sera cada vez más cercano. Se escuchaban también las rápidas pisadas de los soldados, que venían aproximándose a la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás. Media hora antes de que comenzara el acto del traslado, apenas si se cabía. La tribuna de invitados no para de crecer. Cada año es más alta. ¿300 personas? ¿No serán 3.000? Al menos, con ella se ocultan los vergonzantes desconchones que la fachada de Santo Domingo muestra por culpa de una humedad inmisericorde y contra la que nadie, de momento, parece dispuesta a enfrentarse en un edificio que es BIC.

Trasladado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de la Legión

Trasladado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de la Legión / Álex Zea

En un pequeño espacio acotado, quien no precisa de entrada, pase, tarjeta o acreditación alguna... el pueblo. En distintas plataformas, los medios de comunicación, los locales, atentos durante todo el año a la actualidad y a las necesidades de las cofradías, y los que se acuerdan de que en Málaga hay Semana Santa solo en días como este y preguntan por la advocación del Cristo de los legionarios antes de sus conexciones en directo.

Autoridades presentes

Asistir a esta ceremonia castrense es como un examen anual de graduación militar sin haber hecho instrucción. Y cada vez son más las personalidades que no quieren perderse este acto matutino. La lista de autoridades presentes era amplísima. Hasta el embajador de Corea. Junto al hermano mayor de la congregación, Antonio de la Morena, que asume su último Jueves Santo en el cargo, el obispo, Jesús Catalá, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, el presidente del Parlamento Andaluz, Jesús Aguirre, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el de Madrid, José Luis Martínez Almeida, consejeros autonómicos, delegados territoriales, diputados nacionales, parlamentarios anduces, el rector de la UMA, la presidenta de la Audiencia Provincial, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, el actor Antonio Banderas... Por supuesto el presidente de la Agrupación, José Carlos Garín... Y muchos más.

Todos contagiados por la emoción reinante. Una sensación que inspira el sentido marcial hasta de quien llega a renegar de la presencia castrense en las procesiones, asumiendo que Mena y la Legión conforman un binomio ideal y perfecto sin el que no se entendería una sin la otra. Y viceversa. Y es una sensación que se aprecia también en los caballeros legionarios, aunque estos casi ni pestañeen en su rictus de marcialidad total.

Trasladado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de la Legión

Trasladado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de la Legión / Álex Zea

El traslado de Mena es como una mesa de alquimia en el que se agregan distintos ingredientes para que la mezcla sea absolutamente reparadora. Una amalgama que no se produce en ningún otro acto. Un compuesto que hace que el sudor de la tropa y el Christian Dior de las damas no se rechacen. Que la disciplina castrense y la liturgia encajen. Que la formación y el sentido cofrade no se repalan. Porque no hay organización capaz de estructurar mejor sus actividades que el Ejército. Seguramente seguido por las cofradías.

El traslado y la entronización

Cuando la compañía ya se dispuso en formación en la plaza y se concedieron los oportunos permisos, comenzaba el acto del traslado y entronización, en primer lugar, con el relevo del estandarte del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas orlado por los guiones y banderas de los Tercios de La Legión. Este enser es custodiado durante todo el año en un acuartelamiento

distinto de los Tercios. En esta ocasión ha sido recogido por el Jefe del Estado Mayor de la Brigada de la Legión, Teniente Coronel Enrique Moreno Esteban, y lo entregó el coronel jefe del IV Tercio, Fernando Sánchez Pérez.

A partir de aquí, daba comienzo el traslado, que realmente es breve, cuando el Crucificado de Palma Burgos, a hombros de sus caballeros legionarios, recorren la plaza trazando un perfecto cuadrado mientras la banda interpreta el 'Novio de la Muerte' y, en los fuertes, la cruz es elevada a pulso. Dura lo que dura este himno, que en realidad es un cuplé convertido en canción legionaria de José Costa. La canción la estrenó la artista Mercedes Fernández, más conocida como Lola Montes, en el teatro malagueño Vital Aza en julio de 1921. Aunque no es el himno del cuerpo, es el que realmente le identifica y con el que los legionarios rezan a su Cristo. Este año ha sido especial, porque es el último en que ejerce, para el cabo primero José María Martín Urbaneja, un legionario de Málaga que lleva treinta años custodiando y portando al Cristo de Buena Muerte. Quien durante todo este tiempo se ha encargado de dirigir a sus compañeros, con sus certeros toques al stipes de la cruz. Un verdadero elegido por su Cristo y Protector.

Trasladado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de la Legión

Trasladado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de la Legión / Álex Zea

El obispo tomó la palabra para recordar el sentido del Jueves Santo, el día del Amor Fraterno, cuando se instituyó la Eucaristía, en un año significativo, por ser el del Jubileo de la Esperanza. Por eso, Catalá, pidió a los cofrades que sean peregrinos de esa esperanza, precisamente el lema del Año Santo que conmemora el 2025 aniversario del nacimiento de Aquel que dio "hasta la última gota de su sangre por nosoros", dijo el prelado, justo antes de recordar a los caídos en el último año. Durante este acto de homenaje, el Cristo traza una línea oblicua mientras los guiones y banderines le rinden honores.

El toque de clarín da las órdenes. Y el Cristo es conducido al interior del gran salón, donde aguarda la Virgen de la Soledad perfectamente ataviada y arreglada de flores para la tarde del Jueves Santo, para ser entronizado. Suena 'Cristo de la Legión', compuesto por Eloy García, mientras el Crucificado se eleva en vertical ayudado de cuerdas y poleas y en ese momento abre sus brazos de par en par para acoger a todos los que asisten a la parada.

Con el rompan filas, acaba un traslado que ha vuelto a centrar la atención de muchos malagueños, pero también de espectadores de toda España.

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