La Pasión en Córdoba

La música de cultos en la Semana Santa de Córdoba

Existe un gran patrimonio en torno a la música vocal de Semana Santa. Coplas, motetes, misereres y plegarias habitan en el acervo musical más profundo de la historia de nuestros pueblos, hasta el punto de que algunas de estas creaciones son verdaderos emblemas colectivos.

'Miserere' de Baena. Cada viernes de Cuaresma se interpreta en la iglesia de San Francisco el 'Miserere' de Baena por un gurpo musical que también acompaña al Nazareno el Viernes Santo

'Miserere' de Baena. Cada viernes de Cuaresma se interpreta en la iglesia de San Francisco el 'Miserere' de Baena por un gurpo musical que también acompaña al Nazareno el Viernes Santo / Córdoba

Mateo Olaya*

Córdoba

Existe un gran patrimonio en torno a la música vocal de Semana Santa, composiciones musicales sacras creadas especialmente para los cultos cuaresmales y las estaciones de penitencia, que en nuestra provincia cordobesa tiene un núcleo importante de cultivo y custodia, constituyéndose como elementos de auténtica singularidad.

El repertorio es tan diverso y prolijo que sería imposible resumirlo en este artículo, haciéndose necesario sacrificar muchas localidades y centrarnos en algunas que bien pueden ser una representación justa de lo que ocurre en otras muchas más. Coplas, motetes, misereres, plegarias o misas habitan en el acervo musical más profundo de la historia de nuestros pueblos hasta el punto que alguna de ellas son verdaderos emblemas colectivos, cuyos sonidos permiten evocar a los cofrades y devotos los más hondos sentimientos de piedad y fervor, así como la emoción de la pertenencia a una tradición secular que sostiene la identidad de todo un pueblo.

Estas composiciones, en su mayoría, nacen bajo el auspicio de las capillas musicales, formaciones pequeñas tanto instrumentales como vocales, con una estructura variada en su instrumentación y número de cantores según el lugar, que normalmente se encontraban adscritas a una iglesia o parroquia que las sufragaban económicamente y cuyo director era nombrado maestro de capilla. Estas capillas, con el decaimiento de los recursos pecuniarios que la iglesia asignaba a su manutención y los cambios producidos en la práctica de la música sacra en la liturgia, tienden a desaparecer dentro del seno de las iglesias a partir de los años treinta y cuarenta del siglo XX y se organizan de forma independiente, pero con el mismo propósito de servir musicalmente al culto religioso y continuar en la difusión de la música.

La tradición del Miserere en la Campiña

De suma relevancia cuando hablamos de la música vocal sacra es la tradición del canto del miserere. A modo de introducción, puesto que trataremos esta composición en distintos pueblos de la campiña cordobesa, donde es un eje esencial de la celebración de la Semana Santa, el miserere nace de la musicalización del salmo 51 (50) que dice: «Miserere mei, Deus; secundum magnam misericordiam tuam...».

Se trata de un canto religioso de súplica, penitencial, que se interpretaba en las iglesias en la ceremonia del Oficio de Tinieblas y, especialmente, en el atardecer del Jueves y Viernes Santo, pero tras el Concilio Vaticano II quedó abolido. Gregorio Allegri compuso un miserere en torno a 1638, difundiéndose por numerosos países durante siglos, constituyéndose como el miserere de referencia. 

Con el paso del tiempo, el canto del miserere se populariza y en cada localidad lo adoptan, aportando música propia y extendiendo su uso, no solo en los cultos religiosos, sino también en actos penitenciales, vía crucis de Cuaresma, procesiones de Semana Santa y distintas manifestaciones públicas de fe, hasta el punto de que en muchas localidades del sur de Córdoba los misereres autóctonos pueden considerarse obras que nacen de la hibridación de anteriores músicas litúrgicas establecidas, de la actividad de las capillas musicales de cada lugar y los respectivos ritos y tradiciones de la comunidad donde se desarrollan. Suelen ser composiciones que combinan la polifonía con algunas partes monofónicas al modo gregoriano, de carácter sencillo y de fácil retentiva para que pudieran ser asimiladas lo mejor posible por el pueblo, escritas por músicos locales que en el mayor de los casos se encontraban ejerciendo en ese momento las funciones de maestros de capilla.

Castro del Río

Castro del Río es una de las localidades del sur de Córdoba donde la tradición del canto del miserere está muy vigente. Hoy día, esta práctica se sigue realizando en esta villa cervantina, bañada por el río Guadajoz, gracias al Coro de Capilla de Semana Santa de dicha localidad, cuya actividad musical es uno de los ejes vertebradores de la Semana Santa castreña. 

Esta formación, tanto vocal como instrumental, se reorganiza en 1992 sobre una histórica base de capillas musicales que la antecedieron en el tiempo y que, ininterrumpidamente, estuvieron prestando su servicio a la iglesia y las cofradías desde tiempos inmemoriales, alcanzando a finales del XIX y en el primer tercio del siglo XX un esplendor muy interesante, con la participación de músicos locales de reconocido valor artístico y las capillas musicales de las parroquias de la Asunción y del Carmen, junto a la conocida como Capilla del Miserere que actuaba para el culto externo al modo de los antiguos ministriles (1).

Castro del Río. Notas que forman parte de esta destacada composición cofrade.

Castro del Río. Notas que forman parte de esta destacada composición cofrade. / Archivo Mateo Olaya

Aquellas formaciones fueron de vital importancia para la conservación del legado musical castreño entre el que destaca el miserere, del que se desconoce el autor, algo por otra parte normal en este tipo de música, que es transmitida oralmente de generación en generación a lo largo de un extenso lapso de tiempo. La composición, con reminiscencias gregorianas, se canta a dos voces en paralelo, con una polifonía primitiva que podría denominarse como heterofonía (2). El ilustre maestro Francisco Algaba realizó una adaptación a orquesta, a tres voces, que se interpretó en la última representación del paso del Descendimiento el Viernes Santo de 1934, junto al archiconocido Miserere de Hilarión Eslava. En 1966 el maestro Joaquín Villatoro realizó otra adaptación orquestal del miserere castreño. Se interpreta en distintos actos y vía crucis cuaresmales, quinarios de las cofradías, así como en Semana Santa, donde es especialmente relevante en la multitudinaria procesión de Jesús Nazareno. Junto al miserere, el coro de capilla tiene en su repertorio otras obras muy populares típicamente castreñas, como el Stabat Mater o los cánticos penitenciales Ora en el Huerto y Señor Perdona, entre otras. Estos dos últimos fueron compuestos por un músico muy relevante en la historia de la localidad, Daniel Rodríguez Navajas, organista, maestro de capilla de la parroquia de la Asunción y compositor. La primera de ellas se firmó en 1924 y la plegaria Señor Perdona, que se compuso en torno a ese período, contiene letra de su tío político, el sacerdote Pedro Millán Alba (3), también natural de Castro del Río. 

Castro del Río. El coro de capilla ante Jesús Nazareno en una imagen de hace varias décadas.

Castro del Río. El coro de capilla ante Jesús Nazareno en una imagen de hace varias décadas. / Archivo Mateo Olaya

Se da la singularidad de que Señor Perdona, fue adoptado un tiempo después por la hermandad de la Humildad y Paciencia de Cabra, probablemente porque Daniel Rodríguez se marchó a la localidad egabrense a mediados de la década de los años treinta a continuar su actividad musical como organista de la parroquia de Santo Domingo, donde estaba destinado como rector Pedro Millán. Esta hermandad egabrense concibe esta composición, rebautizada en el seno de la cofradía como Coplas a Jesús de la Humildad y Paciencia, como un auténtico himno para sus hermanos, puesto que lleva interpretándose en sus cultos y estaciones de penitencia tanto tiempo que su melodía es perfectamente conocida por los hermanos actualmente más longevos de la corporación. La música es exactamente la misma que escribió Daniel Rodríguez en la partitura de Señor Perdona y la letra incluye el mismo estribillo y algunas estrofas, siendo el resto probablemente añadidas posteriormente en Cabra por el sacerdote Pedro Millán.

Muy cerca de Castro del Río, en Espejo, el miserere cobra también notoriedad, siendo también una obra musical anónima, transmitida oralmente, que se interpreta en la estación de penitencia de Jesús Nazareno, a cargo de la capilla de la hermandad en la mañana del Viernes Santo en varios momentos: a la salida, en la calle Córdoba en la esquina de Jesús y en la representación de las caídas de Jesús (4).

En Aguilar de la Frontera conviven dos misereres no completos, de los que se conservan algunos fragmentos. Son el llamado miserere tradicional y el nuevo, de gran sencillez y cantados al unísono. El tradicional solo recoge el primer y conocido versículo que dice: «Miserere mei deus / secundum magna misericordia tuam» y el nuevo refleja el siguiente versículo. Según algunos investigadores, el tradicional es una melodía que podría llegar a popularizarse a finales del siglo XIX, mientras que el nuevo lo haría en el primer tercio del siglo XX. Estos se interpretan en la procesión del Santo Entierro, a cargo de la capilla musical propia de la hermandad, que amén de los misereres entonan otros cantos y lamentos pasionistas. 

Baena es otra localidad de la campiña donde el miserere forma parte indisoluble del latido de su singular y única Semana Santa. Existen testimonios de que el ritual del miserere ya se celebraba desde finales del siglo XVIII, atestiguándolo un documento de la desaparecida cofradía de la esclavitud, con sede en la parroquia de San Bartolomé (5). En 1743 Elena de Mesa establece la obligación de cantar el miserere ante la imagen de Jesús Nazareno todos los viernes de Cuaresma en el convento de San Francisco (6). Posteriormente, su interpretación ha estado sometida a numerosas vicisitudes, interviniendo decididamente el cofrade José Gan cuando en 1927 retoma el miserere al reorganizar la quinta cuadrilla de judíos de la cola negra.

Actualmente, los misereses se inician cada Miércoles de Ceniza, a cargo de la hermandad de los Azotes, continuando, posteriormente, cada viernes de Cuaresma y en otros momentos como el Jueves de Pasión con la archicofradía de la Vera Cruz en su iglesia de Santa Marina con todas sus hermandades, terminando el Martes Santo con el miserere que celebran las hermandades de Nuestro Padre Jesús del Huerto y San Diego, junto con la turba de judíos de la cola blanca, en la iglesia de San Francisco (7).

La composición es anónima y se ha ido transmitiendo a lo largo del tiempo. Presenta en su naturaleza arcaica giros melódicos parecidos al miserere de Castro del Río y su interpretación está envuelta de un arraigado rito popular consistente en un desfile previo de la cofradía por las calles de Baena, con sus hermanos ataviados bien con túnicas y capirotes, de romanos o de figuras bíblicas en función de quien lo celebre, y siempre acompañados por el característico toque de tambor de las turbas. Tras el desfile, se termina en la iglesia de la cofradía celebrando la santa misa e interpretando el miserere con música original baenense.

Priego y Cabra

En la comarca de la Subbética cordobesa, merece la pena destacar, entre otras músicas singulares, la belleza y calidad artístico-musical de las composiciones de culto interno que Juan Antonio Gómez Navarro, maestro de capilla de la Catedral de Córdoba, dedicara a las hermandades del Nazareno y la Columna de Priego de Córdoba a finales del siglo XIX. Este gran músico, natural de Lorca, firmó para cada una de estas hermandades una misa con orquesta y coro en torno a los años 1886 y 1890, así como una plegaria de órgano y tenor para la hermandad de la Columna y un aria de órgano y barítono para la hermandad de Jesús Nazareno, coetáneas de las misas. Son composiciones de una exquisitez armónica, digna de elogio y de una gran inspiración, con influencias italianizantes propias de la época. En Cabra, dos décadas después, el maestro Francisco Moral León, entonces fundador-director del cuadro artístico del Centro Filarmónico Egabrense y también director de la banda municipal, compone en 1908 la música a cuatro voces para el quinario de la portentosa imagen de Jesús Preso, el Señor de las Multitudes. De esa fecha data también una oración-plegaria que se cantaba al principio de los cultos, escrita por Moral León en su música, con letra del gran poeta Pedro Iglesias Caballero.

Jesús Preso de Cabra. Cartel anunciador del quinario en el año 1914, en la parroquia de Ntra. Señora, de la Asunción y los Ángeles.

Jesús Preso de Cabra. Cartel anunciador del quinario en el año 1914, en la parroquia de Ntra. Señora, de la Asunción y los Ángeles. / Archivo Olaya

Montoro, Lucena y Puente Genil

En Montoro perviven una serie de característicos y valiosos cantos polifónicos penitenciales que se interpretan en la procesión de Jesús Nazareno por el coro de voces masculinas de la hermandad. Se tiene constancia de la existencia en la localidad de hasta seis formaciones musicales que cantaban estas melodías, pero tras la Guerra Civil solo quedó vigente el coro nazareno. Se trata de cantos probablemente heredados del barroco, cuando las imágenes solían ir así acompañadas, con una polifonía arcaica que es considerada un verdadero tesoro en este género a nivel nacional. El coro canta en otros momentos como el Viernes de Dolores o el Jueves Santo, pero la verdadera razón de ser tiene lugar en la madrugada y la mañana del Viernes Santo con Nuestro Padre Jesús. Entre su repertorio destacan composiciones como Et erexit, Benedictus, varias estrofas del Miserere y Stabat Mater, terminando el Viernes Santo entonando el Miserere ante el Cristo de la Misericordia.

En la perla de Sefarad, Lucena, la Semana Santa gira principalmente sobre la gran devoción a Jesús Nazareno. Desde su hermosa capilla, junto a la iglesia de San Pedro, se mantiene la tradición de cantar el miserere cada viernes del año. En cada uno de estos actos que también se celebra el Domingo de Pasión, donde se procede a la bendición del pueblo por parte de la sagrada imagen en el llanete de la iglesia, se cantan las coplas de Jesús Nazareno, el Piedad Oh Dios Mío, que es sustituido los viernes de junio por las coplas del Corazón Santo, y el Miserere. La música es sencilla, con aires monódicos gregorianos, de autoría anónima y fue transcrita por el profesor y compositor lucentino Francisco Chicano Muñoz. En los cultos se interpreta acompañada de órgano y el Domingo de Pasión y el Viernes Santo por un grupo de capilla con instrumentos de viento. Especialmente singulares son las coplas de Jesús Nazareno, que con la misma música del miserere contiene el siguiente estribillo: «De lágrimas turbio río / A Vos lleva este clamor / Piedad, piedad, Jesús mío / Misericordia Señor».

Se cree que la tradición del miserere ante Jesús Nazareno puede venir del acto penitencial del descendimiento de Cristo de la Cruz, que empezó a realizarse en Lucena desde el siglo XVII y, que posteriormente, era trasladado en procesión a San Pedro, acompañado por la capilla musical de San Mateo, que interpretaba Lamentaciones, Responsorios y el Miserere (8).

En Puente Genil, su Semana Santa denominada popularmente como la Mananta, goza de un gran grandísimo patrimonio musical donde descuella, sin duda, el repertorio de música vocal, que es recogido por la Schola Cantorum Santa Cecilia. Esta formación vocal masculina, de voces graves de destacada calidad y afinación, fue fundada en 1938 y procede de una herencia musical que cobra relieve desde finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX en la figura del pontanés Miguel Gant, maestro de capilla de la parroquia de la Purificación, cuyas composiciones se enriquecen con los poemas del poeta, también de Puente Genil, Miguel Romero. La Schola Cantorum entronca con el espíritu que emana del Motu Proprio promulgado por el Papa Pío X en 1903, donde regula la música que habría de acompañar en los actos religiosos, prohibiendo las voces femeninas y reduciendo las influencias de otros géneros profanos y teatrales muy en boga entonces. Su actividad supone un auténtico reducto en este tipo de formaciones, constituyendo un tesoro musical para la sociedad pontanesa y un elemento clave en la música cordobesa, como así lo demuestra su reciente distinción con el galardón de la Bandera de Andalucía, otorgada por la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía el pasado 28 de febrero

Musicalidad cofrade en Puente Genil. Foto reciente de la Schola Cantorum.

Musicalidad cofrade en Puente Genil. Foto reciente de la Schola Cantorum. / Archivo Mateo Olaya

La presencia de este coro es esencial para entender la Cuaresma de Puente Genil, puesto que intervienen altruistamente en todos los cultos religiosos de las cofradías, donde desarrollan su amplio repertorio que conjuga obras antiguas de cuño local y gran trascendencia histórica, con composiciones más recientes incardinadas perfectamente en la tradición existente y otras obras sacras conocidas de la música española y europea. Así, destacan, entre otras, la copla Envuelto en blanco cendal, escrita por Miguel Gant y Miguel Romero a finales del XIX y dedicada al Santo Sepulcro, la plegaria mariana a tres voces, titulada Batido, que se interpreta en los cultos marianos, o el Miserere, compuesto por Francisco Cuevas Lira, a mediados del siglo XX, que se interpreta como oración final en los cultos a las imágenes de Jesucristo (9).

Música instrumental

Para finalizar, aunque este artículo versa sobre la música vocal, bien merece la atención detenerse brevemente en la singular música instrumental que llena las calles de Puente Genil en Cuaresma y Semana Santa de una característica sonoridad que la hacen incomparable. Se trata de las piezas musicales que interpreta la Banda del Imperio Romano, donde destaca el popular Miserere, anónimo, sin acompañamiento coral y distinto al mencionado anteriormente, que se toca cada sábado de Cuaresma en el calvario, ante la iglesia de Jesús Nazareno, en el transcurso de los típicos sábados de romanos de la cuaresma pontana y ante los pasos de Cristo en sus desfiles procesionales, siendo uno de los momentos más vibrantes la diana que se interpreta ante la salida del Nazareno en la madrugada. Esta misma formación interpreta la popular pieza Stabat Mater también cada sábado de Cuaresma y ante los pasos de Virgen. Es muy parecida a la del Miserere, pudiendo concluirse con fundamento que se trata de la continuación melódica de este.

*Investigador de música procesional

BIBLIOGRAFÍA

(1) Francisco Morales Basurte. El Coro de Capilla de Castro del Río desde mediados del siglo XIX. Revista conmemorativa del XXV aniversario del Coro de Capilla de Semana Santa. Año 2017.

(2 y 4) Rafael María Yépez Pino. Música de tradición oral en la procesión de Jesús Nazareno de Espejo. Revista Filomúsica nº87. Año 2008

(3) Francisco Morales Basurte. Centenario de las Coplas al Señor del Huerto. Revista Cruces de Guiones, año 2024.

(5). Salvador Rodríguez Becerra. Misereres y pregones en la Semana Santa de la campiña y la subbética cordobesa. Actas del IV Congreso Latinoamericano de Religiosidad Popular. Abril de 2019.

(6) Francisco Expósito. «Los Misereres de Baena». Semana Santa de Baena: historia de una devoción popular. Año 1999.

(7) Ibídem.

(8) José Luis Sánchez Arjona. «El Miserere en Lucena». Revista Entrevarales 2002.

(9) Schola Cantorum Santa Cecilia de Puente Genil. La música religiosa de Puente Genil. 2023.

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