Montoro: Elementos que la hacen diferente a nivel nacional

Montoro irradia esplendor en cada momento de su Semana Santa. Desde hace ya varias semanas, por no decir casi todo el año, los vecinos se vienen preparando para la llegada de uno de los momentos más esperados del año. Desde el Ayuntamiento y la Agrupación de Cofradías se trabaja en la declaración de Interés Turístico Nacional, ya que esta Semana Santa tiene mimbres que la hacen genuina al resto del mundo, no solo por los diferentes momentos, sino también por el espacio en el que se celebra, un casco histórico monumental.

Siglos de historia se representan año tras año recordando las raíces de una tradición que corre por las venas de los vecinos de este pueblo. Destacan los desfiles del Imperio Romano, la historia viva de la representación de los apóstoles, la representación del prendimiento, o la noche más mágica de esta ciudad cuando Montoro acompaña al Nazareno en una noche llena de historia, cultura y fe. Y al mismo tiempo se pueden disfrutar las horas de un Viernes Santo donde el luto por la muerte de Jesús viste de elegancia y patrimonio las calles de este pueblo.

La Semana Santa de Montoro, con más de cinco siglos de historia, es tradición popular con aroma de esencia cofrade. Sus cofradías, acompañadas por la música de las cornetas y tambores del Imperio Romano y las agrupaciones musicales, procesionan por sus calles convertidas en templo y lugar sagrado. Montoro es un destino para visitar y vivir la religiosidad popular que fusiona historia y conmemoración de la pasión de Cristo.

Las procesiones de Semana Santa que experimentan un auge con los postulados del Concilio de Trento, surgen en la segunda mitad del siglo XVI con la fundación de las cofradías pasionistas. Sus fines eran fundamentalmente la ayuda mutua y el culto público. Estas cofradías introducen en el cortejo procesional la práctica de la disciplina pública hasta su prohibición por Carlos III en 1777.

La primera cofradía penitencial de Montoro, cuyas primeras reglas datan de 1554, es la de la Santa Vera Crux. En el último tercio del siglo XVI se funda la Cofradía de la Soledad de Nuestra Señora o Quinta Angustia y en el año 1602 la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Durante el Barroco, por influencia de este movimiento cultural y artístico, las cofradías y procesiones experimentan un cambio sustancial. Se introducen elementos ornamentales en imágenes y pasos, palios de respeto, cantos penitenciales, representación de autos sacramentales como el Sermón del Paso y el Prendimiento, las figuras bíblicas del Antiguo y Nuevo Testamento como los soldados romanos con alabardas y tambor batiente, apóstoles y sentencieros. Estos elementos se prohibieron por los decretos promulgados por las reformas ilustradas, que no exentos de polémicas y contravenciones, supusieron una merma en las procesiones. No obstante, la resistencia del pueblo ha preservado la representación del acto del Prendimiento el Jueves Santo, el Sermón del Paso el Viernes Santo, el Imperio Romano, los apóstoles, los sentencieros y los cantos penitenciales interpretados por el Piadoso y Antiquísimo Coro de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. En el siglo XVIII se constituye la Cofradía de la Confraternidad de Nuestro Padre Jesús del Calvario para la práctica del vía crucis, que tenía lugar en la noche del Domingo de Ramos hasta la destrucción de sus imágenes en 1936. También fue destruido en este año, y no restituido, el grupo escultórico del Descendimiento, conocido popularmente como Los Santos Varones, que procesionaba en la tarde noche del Viernes Santo desde la ermita de San Sebastián, donde se realizaba el Sermón del Descendimiento o Sermón de las Siete Palabras. Estos rasgos generales, que destacan la diversidad y elementos diferenciadores de la Semana Santa de Montoro; le ha hecho merecedora por la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, en resolución de 16 de marzo de 1998 (BOJA 37 de 02/04/1998), de su declaración como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

Los desfiles del Imperio Romano son uno de los momentos con mayor cromatismo en la Semana Santa de Montoro. Tras recoger al comandante de dicha institución, el Imperio se dirige camino del Realejo para bajar por la Redonda, camino del mirador paisajístico en su honor. Es un lugar idóneo para ver a casi quinientos soldados desfilar en su conjunto viendo el espectador capas, morriones y botas de varios tipos y colores, cada una de acuerdo a su escuadra.

Otro momento singular es la actuación del Antiquísimo y Piadoso Coro de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores. La primera de ellas, tras el ensayo, se trata de una actuación en un lugar casi mágico y con gran ancestralidad que se encuentra en una calle centenaria. Rincón de gran atractivo turístico, levanta en los muros traseros de la parroquia de San Bartolomé un altar dedicado al Santísimo Cristo de Limpias, donde el Piadoso y Antiquísimo Coro de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores se une en estrecho abrazo fraternal bajo los acordes del ‘Et erexit’, y la ofrenda de velas votivas ante el busto del crucificado.

El Prendimiento a Jesús es otro de los momentos que marcan la diferencia en una localidad como Montoro. Es un auto sacramental del barroco montoreño que durante años quedó relegado a la teatralidad, sin disponer de una predicación que lo acompañase. Recuperado por el párroco Antonio Aguilar de la Fuente, la imagen del Cristo de la Humildad avanza en mitad de dos hileras de romanos. Una vez detenido, se produce el esperado beso de Judas, tras el cual, siguiendo las órdenes del cornetín de la centuria, los soldados bajan caretas del casco, alzan sus picas y cruzan el paso del Señor. Una vez culminada la escena, los apóstoles se retiran al Cenáculo y el Cristo es acompañado hasta la iglesia de Santiago por el Imperio Romano de Montoro.

También es tradición en Montoro ver las guardias del Imperio Romano. Consiste en uno de los momentos del barroco conservados en la localidad y menos conocidos por los propios habitantes de Montoro y los turistas que en esta semana visitan en estas fechas la localidad. Tras repartirse por grupos los soldados romanos por los templos de San Bartolomé, San Juan de Letrán, hospital de Jesús Nazareno, parroquia de Nuestra Señora del Carmen e iglesia auxiliar de San Sebastián, los romanos se disponen ante el Santísimo Sacramento para rendirle culto en claro ademán castrense, presentando armas, rigidez extrema y seriedad en todo momento. Es un acto que hay que conocer y atender al momento en el que se produce cada cambio de guardias por toda su solemnidad.

Y uno de los momentos más esperados por todos es la salida de la iglesia de San Juan de Letrán de Nuestro Padre Jesús Nazareno, conocido popularmente como ‘El Rey de Montoro’. Con los nervios a flor de piel, y escuchando de fondo el avance de las tropas romanas a los sones de la antigua marcha militar ‘Guerra’, el Imperio penetra en la plaza de Jesús Nazareno sin que apenas pueda avanzar el cortejo para proceder a la salida del ‘Rey de Montoro’. 

Miles de personas se concentran en este lugar para presentar su salida. Llegadas las dos, hora solar, la cofradía se abre paso por el dintel de la puerta entre la penumbra. A son de la voz del capataz, gritos de algunos portadores que alterados no escuchan las órdenes y unas escaleras que hacen dificultoso el ascenso a pie de calle, el Nazareno sale a la calle entre un estruendoso aplauso que rompe en sepulcral silencio. Los sones de ‘A Nuestro Padre Jesús’ interpretado por la Banda de la Asociación Músico-Cultural Juan Mohedo Canales y, posteriormente, del Antiquísimo Coro, Nuestro Padre Jesús Nazareno, avanza en soledad hasta la esquina del antiguo convento de San Juan de Letrán, donde se dan cita vítores, saetas y aplausos. Espeluznante verlo caminar hasta el arco de la cárcel, situado a unos 80 metros de su lugar de salida, en un recorrido que tarda en torno a una hora en realizarse.

Sepulcro y alegría

El Viernes Santo llega otro de los momentos más esperados por parte de los montoreños con su Imperio Romano. Tras salir desde el Ayuntamiento para recoger a las autoridades, se unen al cortejo la Banda de la Asociación Músico-cultural Juan Mohedo, las cofradías penitenciales del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Angustias, así como la Sacramental del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad que, al llegar a la calle El Santo ofrecen un momento visual difícil de describir bajos los acordes de la marcha ‘García Cano’. Tosca y dificultosa salida es de destacar la del palio de Nuestra Señora de la Soledad. El Yacente tiene la particularidad de ser acompañado dentro de la iglesia por los acordes de la banda de música tocando la ‘Marcha fúnebre’ de Chopín. 

Y, por último, el Domingo de Resurrección, con la vuelta de la alegría, aunque no es una procesión antigua, tiene lugar la esperanza a la fe cristiana, es decir, cuando los vecinos culminan el relato en el Cristo yacente. La salida de este paso se abre a Montoro en la medieval ermita de Nuestra Señora de Gracia, cuna de la reconquista cristiana y desde donde las perspectivas de Montoro en su lejanía hacen peculiar este cortejo entre el tintineo de cientos de campanitas que lo acompañan.