La Pasión en Córdoba
Los 'médicos' de la devoción cofrade cordobesa
Las cofradías han atesorado con el paso de los siglos un rico patrimonio que requiere de una adecuada preservación y conservación que debe ser acometida por expertos en restauración para evitar consecuencias negativas en las imágenes y otros enseres de relevancia de la Semana Santa

En el taller de Ana Infante. Estudios previos a una imagen de un crucificado antes de su intervención. / Córdoba
Francisco Mellado Calderón*
A lo largo de los siglos las cofradías han ido forjando un rico patrimonio artístico que, en muchos casos, han pasado de generación en generación. De entre todo este patrimonio que atesoran, las imágenes titulares son su bien más preciado, unas obras que, por su significado, trascienden el concepto de obra de arte, por lo cual no se pueden contemplar desde una perspectiva meramente estética, como una pieza de museo, ya que su propósito principal es servir de nexo de unión entre el hombre y la divinidad como un medio para la meditación y la oración.
Según los especialistas del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), la clave de este patrimonio «no es la exclusividad, sino la representatividad», señalando que «frecuentemente son bienes cuya trascendencia no se visibiliza suficientemente, ya que la mayoría de los casos, se les atribuye valor por ser considerados vehículos de una devoción, adscribiéndolos a una manifestación cultural superior, como puede ser la Semana Santa u otro rituales (peregrinaciones, romerías y procesiones). En definitiva, su importancia reside en lo simbólico frente a lo material, donde la clave de su fundamento es su continuidad a través de las prácticas devocionales, que están en permanente renovación».
De este modo, las imágenes titulares de cofradías están hechas con una finalidad que no es otra que la conexión directa con el fiel, algo que conlleva su uso para procesiones, besamanos, cultos, etcétera. Unos usos que, en la mayoría de los casos, son contraproducentes para la perfecta conservación de la imagen, entrando aquí en una controversia entre los restauradores que no ven con buenos ojos algunas prácticas sobre las imágenes y su función.
En este sentido, el uso que en muchos casos se les da a las imágenes, según los especialistas, no es el más adecuado, siendo el peor enemigo para la conservación de esas imágenes las propias personas, considerando que «un mal uso es peor que cualquier agente natural». Entre estos usos destaca la manipulación de las mismas para subirlas a los altares de cultos, los cambios de vestimentas o la misma procesión a larga son los peores enemigos para la conservación de las imágenes.
Tampoco se pueden olvidar los lugares donde reciben culto, donde quizás la temperatura o la luz no es la más idónea para su correcta conservación. A estos factores se une el paso del tiempo que, de alguna manera, actúa sobre las imágenes a través de agentes naturales que afectan negativamente sobre las imágenes.
Ante este deterioro las cofradías han tenido siempre que contar con un restaurador, lo que en algunas cofradías es llamado cariñosamente el médico de nuestras devociones. Unas labores de restauración de las imágenes que hasta no hace muchos años eran realizadas en algunos casos por los propios cofrades o por imagineros que simultanean su trabajo como creadores de imágenes con la de restaurador.
En el caso de Córdoba están documentadas restauraciones de imagineros, como Juan Martínez Cerrillo, a la mayoría de las imágenes devocionales antiguas que hoy procesionan o el imaginero Miguel Arjona, que restauró en su momento imágenes como el Señor del Huerto, el Cristo de la Caridad, el Cristo de Gracia, la Virgen del Socorro o Jesús Caído, entre otras muchas.
Eran tiempos distintos, en los que a los bienes patrimoniales de las cofradías, quizás, no se les daba el valor de obra de arte que hoy en día tienen, por lo cual las restauraciones eran llevadas a cabo sin estudios previos y sin ningún método científico. Es aquí donde entra el criterio del imaginero, estando el que solo se limitaba a restaurar los desperfectos y el que retalla las imágenes a su gusto o al de la junta de gobierno de turno, dejándolas en algunos casos irreconocibles. Conservadores del patrimonio, como Ana Infante de la Torre, señalan que un imaginero en la mayoría de los casos, tanto antes como ahora, «no tiene formación científica necesaria, por lo que no siempre hay respeto al original». Infante concluye diciendo que «en un imaginero prima más la estética que la integridad de la obra», algo que va en contra de los criterios de conservación y restauración. Sirva como ejemplo la reciente restauración de la imagen de María Auxiliadora de Córdoba, intervención llevada a cabo en un taller de imaginería local y cuyo resultado es una imagen completamente distinta.

La imagen de María Auxiliadora fue sometida a una restauración integral en un taller local, cambiando totalmente su aspecto original. / Córdoba
Salvo el caso reseñado de María Auxiliadora, en los últimos años, son los talleres especializados en conservación y restauración de obras de arte a los que las cofradías han confiado su patrimonio y especialmente a sus sagrados titulares. Tanto a talleres particulares, como a las instalaciones del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), una institución vinculada a la Consejería de Cultura de la Junta desde 1989 y que desde entonces se ha convertido en un referente en la investigación, la innovación, el asesoramiento y la restauración de todo tipo de patrimonio artístico, pero muy especialmente el arte sacro.
Quizás las administraciones públicas han colaborado en este cambio de visión, apostando por que sean especialistas de la conservación y restauración de obras de arte los que intervengan el patrimonio. No en vano, para optar a alguna subvención pública de este tipo es necesario que el proyecto de conservación esté realizado por profesionales de la conservación y restauración, como se puede ver en la línea de subvenciones de arte sacro de la Junta de Andalucía, donde un requisito imprescindible es que las piezas sean restauradas por profesionales titulados. Junto a estas, se encuentran las ayudas que por primera vez ha otorgado la Diputación de Córdoba para la restauración del patrimonio cofrade de la provincia de Córdoba 2024, donde en su primera edición ha aprobado 69 proyectos, algunos de ellos ya concluidos, y en la que también exige la titulación de un conservador restaurador.

Subvenciones de patrimonio cofrade de la Diputación. Diversas imágenes de la provincia están siendo intervenidas gracias a estas ayudas. / Córdoba
Un interés por la conservación del patrimonio que en los últimos años ha ido a más. Prueba de ello son los cursos de conservación de patrimonio cofrade, impartidos recientemente en la ciudad por el IAPH y organizados por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad en colaboración con el Imdeec. Unos cursos que han contado con lleno total en sus dos ediciones. Una muestra más del interés de los cofrades por la conservación de su patrimonio.
Los profesionales de la conservación
La legislación andaluza en materia de patrimonio deja claro que las intervenciones en los bienes culturales deben estar en manos de profesionales de la conservación y restauración, un perfil que se define como un profesional que tiene el conocimiento para actuar con el objetivo de preservar el patrimonio cultural para el futuro, tal y como se definió en el congreso del Consejo Internacional de Museos (ICOM), celebrado en Copenhague en el año 1984.
La ley andaluza señala tajantemente en su artículo 20 que las restauraciones «respetarán las aportaciones de todas las épocas existentes, así como las pátinas, que constituyan un valor propio del bien. La eliminación de alguna de ellas sólo se autorizará, en su caso, y siempre que quede fundamentado que los elementos que traten de suprimirse supongan una degradación del bien y su eliminación fuere necesaria para permitir la adecuada conservación del bien y una mejor interpretación histórica y cultural del mismo. Las partes suprimidas quedarán debidamente documentadas».

Virgen de las Angustias. el grupo escultórico fue restaurado en 2011 en el Instituto Andaluz de Patrimonio. / Córdoba
En cuanto a los materiales empleados en la conservación, restauración y rehabilitación precisa que «seguirán criterios de reversibilidad, debiendo ofrecer comportamientos y resultados suficientemente contrastados. Los métodos constructivos y los materiales a utilizar deberán ser compatibles con la tradición constructiva del bien».
Mientras que en el artículo 22 detalla los requisitos del proyecto de conservación, un proyecto que responderá a criterios multidisciplinares, ajustándose «al contenido que reglamentariamente se determine, incluyendo, como mínimo, el estudio del bien y sus valores culturales, la diagnosis de su estado, la descripción de la metodología a utilizar, la propuesta de actuación desde el punto de vista teórico, técnico y económico y la incidencia sobre los valores protegidos, así como un programa de mantenimiento».
A nivel diocesano también existe una normativa para la restauración de las imágenes, según se desprende de la misma «cuando un párroco o institución diocesana ve la necesidad de restaurar un bien mueble o una imagen, debe de presentar un informe detallado que se puede consultar en la web de la diócesis de Córdoba. Un proyecto que debe contener la descripción del bien mueble o imagen a intervenir, justificación de la necesidad de intervención, descripción detallada de la intervención a realizar, curriculum del profesional seleccionado, dossier fotográfico del bien mueble o imagen, con indicación de las patologías, presupuesto detallado y modo de financiación previsto. El documento fija los criterios para la selección de un restaurador, así el restaurador propuesto para la intervención deberá ser un técnico especialista, dado que la finalidad perseguida es doble: «la conservación y la restauración». El restaurador debe ser siempre y necesariamente una persona cualificada, con acreditación académica dentro de la titulación que la Junta de Andalucía considera necesaria para la realización de restauraciones de este tipo, recalcando que «no podrá intervenir en una restauración quien no posea acreditación académica para ello, salvo en caso de que su intervención sea solicitada puntualmente por un restaurador titulado».
Intervención en las imáganes
No obstante, los especialistas coinciden en señalar que «la salvaguardia y la transmisión del patrimonio devocional reposa esencialmente en la voluntad y la intervención efectiva de los actores de este patrimonio». Así «cualquier medida que se aplique debe tener en cuenta el propio uso social continuado y la percepción que a los distintos grupos de interés tienen sobre el mismo». Por ello, a la hora de intervenir una obra de este tipo «es necesario comprender la naturaleza de estos bienes sin la sujeción impuesta por su interpretación artística y lo meramente material, para lo que es importante la recogida de registro de información relativa a los aspectos inmateriales que los rodean y que en muchos casos son esenciales para entender su materialidad».

Estudios previos. Los métodos no invasivos como los ultravioletas son fundamentales para detectar patologías. / Córdoba
El principal criterio actual es el principio de mínima intervención. No obstante, no se puede olvidar que toda manipulación de la obra implica riesgo, por tanto, hay que ceñirse a lo estrictamente necesario. Los tratamientos demasiado intervencionistas se evitan ya que puedan agredir a la integridad de la obra, hay que evitar la eliminación sistemática de adiciones históricas, pues tienen carácter documental. Una eliminación injustificada o indocumentada causaría una pérdida de información irreversible. En el caso de que se decida eliminar una adición de este tipo, se debe justificar exponiendo sólidos argumentos. Se debe realizar una completa descripción y documentación exhaustiva y con discreción, dejar testigos significativos de lo eliminado.
Para que una restauración se finalice con éxito y no haya sorpresas, es fundamental la metodología a seguir. En este sentido, cualquier proceso previo a una intervención requiere de un estudio de la imagen. Antes de actuar, hay que someter a la imagen a una serie de pruebas, utilizando métodos no invasivos para preservar las obras sin alterarlas físicamente o dañarlas. Algunos de estos métodos incluyen fotografía e imágenes de alta resolución, que se utilizan para documentar el estado actual de la obra antes de cualquier intervención, lo que ayuda a los restauradores a monitorear su progreso sin hacer cambios directos. La radiografía se usa para examinar la estructura interna de una obra, lo que permite identificar problemas subyacentes, como craqueladuras o restauraciones previas o la espectroscopía de reflectancia, utilizada para analizar las capas de pintura sin necesidad de tomar muestras. Esto ayuda a los restauradores a comprender los materiales y técnicas empleados en la obra. Unos métodos científicos que servirán para ver al detalle el material que se va a intervenir para luego no llevarse sorpresas.

Entre los estudios previos que se realizan a una imagen se encuentra la radiografía para examinar la estructura de la obra. / Córdoba
Uno de los aspectos mas controvertidos de las restauraciones es la policromía, ya que, sin duda, es donde más se refleja el resultado final. A la hora de intervenir una policromía se hacen distintas catas hasta comprobar cuál es la policromía más antigua y en qué estado se encuentra, que en opinión de los expertos «es la que debe prevalecer». Quizás esta policromía no es del gusto de los cofrades, puesto que están acostumbrados a ver a las imágenes excesivamente «morenas», a veces no por la policromía, sino por la suciedad acumulada, que al retirarla deja a la vista la policromía original limpia, surgiendo comentarios como: «se han pasado con la limpieza», «le han quitado su caché» entre otros, cuando según lo restauradores más ortodoxos lo único que le han quitado es suciedad, que tarde o temprano dañaría a la imagen.
Proceso de limpieza
Si bien hay restauradores que opinan que no es necesario quitar toda la suciedad, «hay que hacer un proceso de limpieza sin llegar a desvirtuar tanto la imagen». En este sentido, esta limpieza solo debería quitar la suciedad superficial, el rastro del humo de la candelería, el polvo» señalando que las imágenes siempre deben tener un poco de pátina.
En el caso de Córdoba, desde hace una década, se han llevado a cabo importantes restauraciones que, por regla general, han sido bien acogidas por los cofrades. Restauraciones realizadas por profesionales de la conservación y restauración que, en todos y cada uno de los casos, devolvieron el esplendor perdido sin alterar la obra original. Así, imágenes como la de la Virgen de los Dolores, San Rafael Arcángel, la Virgen de las Lágrimas en su Desamparo o Jesús Caído han sido llevadas a cabo por la firma cordobesa Regespa. Por su parte, la Virgen de las Angustias, obra culmen de Juan de Mesa, fue intervenida en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, donde le fue descubierta la policromía original hallada bajo distintas capas de pintura. Asimismo, se le eliminaron distintos añadidos frutos de nefastas intervenciones.
Virgen de las Tristezas
Los titulares de la hermandad de Ánimas, el Cristo del Remedio de Ánimas y la Virgen de las Tristezas fueron intervenidas por la restauradora Ana Infante de la Torre en 2014, una restauración, la de la Virgen de las Tristezas, que, además de conservar la integridad de la imagen, le devolvió su policromía original escondida bajo varias capas de repintes. El resultado, como se puede ver en la fotografías del antes y después, es asombroso y ha servido para que el historiador del arte Agustín Camargo, en base a diversas comparaciones estilísticas, la adscriba a la órbita del escultor antequerano Antonio Castillo.
En 2021 el taller Regespa de Córdoba intervino la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado. Aquí Rosa Cabello llevó a cabo una restauración integral de la imagen que se encontraba bastante deteriorada. El trabajo consistió en la consolidación de las grietas, las pequeñas pérdidas y una limpieza profunda. La restauradora se encontró que la imagen tenía repintes y una pátina sobre otra de intervenciones anteriores. En cuanto a la limpieza, la restauradora señaló, en su momento, que se había limpiado de manera «suave» ante el miedo de la hermandad «de que la imagen no cambie mucho».
Por su parte, la restauradora Ana Infante de la Torre intervino en la imagen de Nuestro Señor Amarrado a la Columna, titular de la hermandad del Huerto en 2021, y al año siguiente, en 2022, intervino en la imagen de Nuestro Padre Jesús Divino Salvador en su Prendimiento. La imagen del Señor, obra de Antonio Dubé de Luque de 1990, sufría daños ocasionado, principalmente, la humedad. La restauradora trabajó en las articulaciones, así como en algunas grietas en la pierna delantera y el torso. En lo que respecta a la policromía, le retiró el ennegrecimiento motivado por los años de culto.

Amarrado a la columna. La imagen fue intervenida por Ana Infante de la Torre en 2022. / Córdoba
En el año 2023 la misma restauradora intervino a la Virgen de la Merced, titular de la hermandad del mismo nombre. Aquí llevó a cabo, principalmente, labores de limpieza y actuaciones de mantenimiento. Similar trabajo llevó a cabo en 2024 a la Virgen de la Piedad, titular mariana de la hermandad del Prendimiento.
En el año 2024 Ana infante restaura la imagen de Jesús de la Oración en el Huerto, a la que le recuperó, mediante una detallada limpieza en la cabeza, las manos y las piernas, la policromía original. Según la restauradora se le restituyó la encarnadura «tal y como la concibió su autor».
De este modo, el estado de la policromía del siglo XVII es tal que las reintegraciones de lagunas son mínimas (se estima menos de un 5%) y se han hecho a base de acuarela, aplicación de barniz y matizadas con pigmentos aglutinados en barniz.
También en 2024 se ha restaurado la imagen de Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas, titular de la hermandad de la Merced, a la que se le ha realizado una limpieza general, así como de la restitución de algunos daños en la policromía.
Restauraciones que dejan evidencia que la salud de nuestros titulares, si queremos alargar su vida en perfecto estado de conservación, hay que ponerla en mano de los especialistas, los médicos de nuestras imágenes devocionales.
*Historiador de Arte
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