SEMANA SANTA

Día de esplendor y plenitud cofrade

La seis cofradías que procesionaron en la tarde del Jueves Santo volvieron a dejar estampas con mucho sabor y encanto en una intensa tarde marcada por la bulla y las buenas temperaturas

La salida del Caído en San Cayetano

A.J.González

Llegan los días grandes. Días festivos en los que de nuevo la calle será el templo donde pasarán las cofradías de la jornada. Aún con el recuerdo del clamoroso paso de la hermandad de la Paz por los jardines de la Merced, bien entrada la madrugada del Jueves Santo, o el discurrir del resto de cofradías de la jornada que dejaron momentos para el recuerdo en una tarde de Miércoles Santo donde de nuevo se produjeron leves retrasos en carrera oficial que aumentaron al final de la jornada, en este caso por una incidencia sanitaria que precisó de traslado al hospital en ambulancia, interrumpiendo el tránsito de las hermandades. Pero nada de esto empaña el esplendor y plenitud de una jornada que nos devolvió estampas con mucho sabor y encanto de las cofradías que participaron en el día.

Estampas que se volvieron a repetir la tarde del Jueves Santo con las seis cofradías de la jornada, cofradías que, la mayoría de ellas, tienen un sello muy particular que alza a este día como todo un clásico de la Semana Santa cordobesa.

Y el público lo sabe, un público que abarrotó, literalmente, las calles, colapsando puntos en los que era prácticamente imposible pasar, tales como la calle San Fernando, que una vez más vuelve a ser él el epicentro de cada día de la Semana Santa, o la salida de la carrera oficial, donde también se aglomeró mucho público.

Un público que lamentablemente volvió a dejar las calles repletas de suciedad, sobre todo, en los enclaves más transitados como San Fernando o Capitulares.

En lo que respecta a las cofradías de la jornada, volvieron a vivir una esplendorosa tarde de Jueves Santo sin apenas cambios en horarios y recorridos y donde se pudieron ver algunos estrenos.

Caído

La primera de las cofradías en ponerse en la calle fue la hermandad de Jesús Caído. Un implacable sol llenaba la Cuesta de San Cayetano que estaba repleta de gente para contemplar la característica estampa del Jueves Santo cordobés como es la bajada del Señor Caído por la mítica cuesta en dirección al barrio torero de Santa Marina.

Puntualmente, comenzaron a salir de la iglesia de San Cayetano los nazarenos de la hermandad. Los pasos permanecían aún quietos en la cochera, cercana a la iglesia carmelita. Instantes después, el capataz tocaba el martillo, todo estaba ya preparado. El Señor Caído se recortaba una vez más en el cielo azul de Córdoba, sonaba la primera de las marchas a cargo de la banda de cornetas y tambores Caído -Fuensanta. El Señor bajaba con su caminar solemne la cuesta de San Cayetano. El sobrio paso caoba exornado con elegantes rosas rojas volvía a dejar su sello de siempre.

Con el Señor ya en la avenida de las Ollerías, buscando el Colodro, la banda de música de la Esperanza interpretaba la Marcha Real con la que la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad se ponía en la calle un nuevo Jueves Santo.

El palio de la Virgen quizá sea este el último año que se vea con las dimensiones actuales, puesto que la hermandad trabaja para armonizar las proporciones del conjunto donde procesiona la dolorosa de la cofradía.

Un paso de palio, exornado con rosas blancas y orquídeas también blancas, que ya bajaba la cuesta de San Cayetano entre un escogido repertorio musical a cargo de la citada banda de María Santísima de la Esperanza.

Caridad

A la par, la artística cruz de guía de la hermandad de la Caridad estaba ya en el Compás de San Francisco. Iba a comenzar la estación de penitencia de la cofradía del Señor de la Caridad. Los nazarenos rojos y negros de esta hermandad comenzaban a caminar mostrando, una vez más, el guión procesional tan característico de esta corporación.

El Señor de la Caridad quedaba enmarcado en el arco de la portada del templo, poco a poco, el Señor fue tomando toda su altura. El capataz llamó y los zancos del paso se elevaron al cielo azul de Córdoba. Sonó la primera marcha a cargo de la banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas, ya que este año el Tercio Gran Capitán, primero de la Legión, hermano de honor de la cofradía, no estuvo presente en la estación de penitencia del Jueves Santo, ya que la hermandad, por motivos económicos, ha tenido que prescindir de los tradicionales legionarios para acompañar musicalmente al Señor.

Si bien, y dicho sea de paso, musicalmente no se echaron en falta, puesto que las vibrantes cornetas de la Coronación de Espinas solemnizaron el paso del crucificado de San Francisco y la hermosa Dolorosa que lleva a sus pies. El paso fue exornado con el característico calvario de clavel rojo, así como el cimbreante clavel que suele llevar en los costeros.

Nazareno

Mientras el Señor de la Caridad buscaba enclaves míticos como la plaza de La Corredera o el entorno de la plaza del Potro para dirigirse a la carrera oficial, la hermandad de Jesús Nazareno tenía todo listo para poner en la calle su cruz de guía que, puntualmente, ya asomaba por la puerta de la iglesia del hospital de Jesús Nazareno.

Los nazarenos enlutados de esta cofradía comenzaban a caminar por la calle Yerbabuena. Poco después ya estaban bajo la luz del sol los nuevos faroles que este año estrenó el paso del Nazareno, unos faroles realizados por el tallista cordobés Manuel Valverde, siguiendo un diseño de su padre, Andrés Valverde.

El paso de Jesús Nazareno, exornado con iris morado, estaba ya en la puerta de la residencia de Jesús Nazareno, donde el Señor se paró ante la mirada de los ancianos que contemplaban con expectación el paso.

Mientras se vivía esta estampa, el incienso y los ciriales anunciaban que María Santísima Nazarena estaba ya ante la contemplación de las numerosas personas que se congregaron en la plaza del padre Cristóbal de Santa Catalina. La radiante luz del Jueves Santo se reflejaba en el nacarado rostro de esta hermosa dolorosa que caminó en su sobrio palio, exornado con elegantes piñas de rosas blancas.

Sagrada Cena

Y de las calles del casco histórico, al barrio de Poniente, donde los nazarenos de la Sagrada Cena ya habían tomado las calles para acompañar a los titulares de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Fe y María Santísima de la Esperanza del Valle.

La blanca cruz de guía de la cofradía avanzaba ya por este moderno barrio, mientras en la puerta de la parroquia Beato Álvaro de Córdoba el misterio de la Sagrada Cena comenzaba su caminar a los sones de la banda de Nuestro Padre Jesús de la Fe. El paso que representa la institución de la eucaristía, exornado con un friso en tonos rojos, avanzaba entre los bloques de pisos de la barriada de Poniente.

Una barriada que poco después pudo contemplar el paso de palio de María Santísima de la Esperanza del Valle, la dolorosa que este año salía por segunda vez. La banda Tubamirum de Cañete de las Torres interpretó la primera de las marchas. Así, la Virgen de la Esperanza del Valle comenzó su caminar por esta zona moderna de la ciudad.

Su verde palio, exornado con distintas variedades florales en color blanco (orquídeas y calas) y estrenando el templete con la imagen de la Inmaculada Concepción en la calle central del palio, fue una obra con diseño de Julio Ferreira y ejecución del orfebre cordobés Jesús Amaro.

Angustias

Y de las hermandades jóvenes, como la Sagrada Cena, a las centenarias como la hermandad de las Angustias, que un nuevo Jueves Santo estuvo fiel a su cita en la plaza de San Agustín. Una plaza en la que no cabía un alfiler, ni en Reja de Don Gome, ni en la calle Muñoz Capilla, ni en toda la zona de alrededor por donde iba a pasar la Virgen de las Angustias.

La soberbia cruz de guía de la hermandad ya se hacía hueco entre el público. La Virgen de las Angustias estaba a punto de salir, un momento que se produjo poco antes de las siete y media de la tarde. La Virgen de las Angustias estaba ya en la calle, la cruz de su paso comenzó a tomar toda su altura tras la salida de la angosta puerta de la iglesia de San Agustín.

En esta ocasión, el paso de la Virgen fue exornado con un calvario de clavel color cardenal, mientras que en las jarras de las esquinas llevaba rosas en color lila.

La sevillana banda de música de El Saucejo interpretaba la marcha Virgen de las Angustias del maestro Enrique Báez. Sin duda, era Jueves Santo.

Cristo de Gracia

La Virgen de las Angustias con su solemne y marcado caminar abandonaba el castizo barrio de San Agustín. Cerca en la antigua plaza del Alpargate, el Cristo de Gracia hacía su salida con la majestad de siempre, triunfante a los sones de la Agrupación Musical del Cristo de Gracia, que ya se ha convertido en el binomio perfecto de cada Jueves Santo.

El crucificado caminaba entre su gente con paso rotundo, con majestad, anunciando a Córdoba que el Cristo de Gracia, el popular Esparraguero, ya estaba en la calle abriendo sus grandes brazos de par en par.

El Cristo lució en su dorado paso, que este año estrenaba la restauración de los candelabros arbóreos delanteros y traseros. Un paso exornado con distintas variedades florales en tonos rojos, que fueron configurando un frondoso friso. Además, no faltaron las esterlicias o aves del paraíso, ni los tradicionales espárragos ofrecidos al Señor durante estos días.

Y mientras el Cristo de Gracia llegaba a la carrera oficial, las hermandades de la tarde iban ya de camino a sus respectivos templos, en una tarde en la que también dio comienzo el triduo pascual en las iglesias y parroquias que estuvieron abiertas para visitar los tradicionales monumentos del Jueves Santo. Un Jueves Santo que, con intensidad, comenzaba a declinar, dejando paso a la madrugada del Viernes Santo en la que la hermandad de la Buena Muerte volvió a hacer estación de penitencia desde la Real Colegiata de San Hipólito, abriendo ya, así, las puertas del Viernes Santo.

Templete para el palio de la Hermandad de La Cena.

Templete para el palio de la Hermandad de La Cena. / NATALIA ROMÁN

Templete para el palio de la hermandad de la Cena

El paso de palio de María Santísima de la Esperanza del Valle, titular mariana de la hermandad de la Sagrada Cena, estrenó en la tarde del Jueves Santo un templete con la imagen de la Purísima Concepción que preside la calle central de la Candelería, 

La pieza, que ha sido donada por la familia Prieto Torres, ha sido realizada por el orfebre Cordobés Jesús Amaro, contando con el modelado de la Inmaculada de Edwin González , todo bajo diseño de Julio Ferreira.  

La obra se basa en las formas arquitectónicas del alto Renacimiento. Así, el templete se eleva sobre un podio escalonado, con una planta central, cubierto por una cúpula con linterna. Se sustenta sobre una base que lo eleva con decoración de guirnaldas frutales. 

Mientras que el segundo cuerpo parte de una plataforma sobre las que se asientan cuatro basas rectangulares decoradas y a su vez cuatro columnas con canaladuras en fuste dórico rematadas por el capitel jónico.

Sin duda, la parte más importante de la nueva pieza es la imagen que lo preside, la Inmaculada Concepción, situada ocupando la parte central del conjunto. 

Suscríbete para seguir leyendo