SEMANA SANTA

La jornada del Miércoles Santo en Córdoba, con una bulla que anticipa los días grandes

Las seis cofradías de las jornada hacen estación de penitencia en la Catedral entre un gran bullicio que llenaba las calles y en una tarde donde se estrenó el Cristo de la Piedad de las Palmeras

Procesión del Cristo de la Piedad por las calles de Las Palmeras

Manuel Murillo

Casi sin darnos cuenta estamos ya en el ecuador de la Semana Santa, atrás han quedado espléndidos días de sol, de bulla y de auténtico ambiente cofrade. Unos días de Semana Santa de ensueño, días que como decían ayer varios cofrades delante del palio de la Virgen de la Paz, son para firmarlos para el resto de los años. Una Semana Santa sin tener que mirar al cielo y solamente para disfrutar viendo como se va derritiendo la cera en todas las candelerías encendidas. Disfrutar de la música, disfrutar del ambiente, de la temperatura, en definitiva, disfrutar de los días de la Semana Santa.

Todo esto y mucho más acompañó al Miércoles Santo, donde las seis cofradías de la jornada se pusieron en la calle con el fin de vivir una intensa jornada dejando espléndidos momentos e importantes estrenos como el del Cristo de la Piedad de las Palmeras. Sin duda, uno de los mejores crucificados contemporáneos que procesionan en la Semana Santa de Córdoba, gracias a la generosidad de la hermandad de las Palmeras.

Piedad

La primera de las cofradías en ponerse en la calle fue precisamente la hermandad de la Piedad de las Palmeras. La corporación llegaba desde el popular barrio del mismo nombre. Un barrio muy alejado de la ciudad, si bien, un año más dio ejemplo de que querer es poder y que se puede venir de lejos hasta el centro de la ciudad, en este caso hasta el primer templo de la diócesis para hacer estación de penitencia.

Como suele ocurrir cada Miércoles Santo, el barrio se echó a la calle para recibir a la cofradía y por primera vez contemplar en Semana Santa el crucificado de la Piedad, una obra realizada por el imaginero cordobés Antonio Bernal, que ha sido muy bien acogida por el popular barrio. 

El nuevo crucificado, que viene a sustituir al anterior en muy mal estado de conservación, procesionó en su paso de caoba exornado con clavel rojo y algún toque de estactice morado, con la Virgen de Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra a sus pies. La Agrupación musical del Santísimo Cristo de la Bondad de Alcalá de Guadaíra fue la encargada de poner la nota musical a este paso que al compás de las marchas se despedía del barrio, las mismas marchas con las que recorrió entre una gran multitud la calle Antonio Maura o la Avenida del Doctor Fleming.

Perdón

Mientras el crucificado de la hermandad de las Palmeras se recortaba en el cielo azul de Córdoba a los sones de la marcha La saeta, en la iglesia de San Roque todo estaba preparado para la salida de la hermandad del Perdón. Las calles de la Judería estaban abarrotadas para ver transitar a los pasos de esta joven hermandad, poco a poco, fue saliendo el largo cortejo de nazarenos blancos y negros. Minutos después, se obraba el milagro de ver salir de la pequeña puerta de San Roque el soberbio paso de Nuestro Padre Jesús del Perdón, donde el Señor volvía a recibir la bofetada de Malco. El paso fue exornado con distintas variedades florales en tonos malvas. Las cornetas de la banda de la Coronación de Espinas solemnizaban el momento, el Señor avanzaba por las estrechas, estrechísimas calles de la Judería cordobesa.  

Poco después se escuchaban los movimientos del paso de palio de la Virgen del Rocío y Lágrimas que muy lentamente se fue poniendo en la calle. Ya en pie, la banda de música Tubamirum interpretó la primera de las marchas en honor de esta dolorosa. Una dolorosa que fue exornada en un palio con flor de diversas variedades en este caso en tonos rosas.

Calvario

Pero aún quedaba mucha tarde, una tarde intensa, una tarde donde se mezclan las cofradías nuevas con las de siempre. Así, por la calle Santa María de Gracia ya avanzaban los nazarenos morados de la hermandad del Calvario, una hermandad que poco antes había puesto su cruz de guía en la calle. A los sones de la banda de cornetas de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Arahal de Sevilla, el Señor del Calvario se enmarcaba entre las amarillentas piedras de la parroquia de San Lorenzo bajo un implacable sol que se reflejaba en el dorado canasto de este paso, que fue exornado con distintas variedades florales en color morado.

Tras el Señor fueron saliendo más nazarenos morados que precedían al paso de la Virgen del Mayor Dolor. La dolorosa, cuyo palio fue exornado con elegantes piñas cónicas de rosas blancas, volvió a hacer lo imposible para poder salir de la estrecha ojiva de la parroquia de San Lorenzo. Ya con la Virgen en pie se elevaba la primera de las marchas, la Virgen del Mayor Dolor estaba de nuevo en las calles de la ciudad camino de la Catedral para acompañar al dulce Nazareno de San Lorenzo en esta espléndida tarde de Miércoles Santo.

Paz

Un Miércoles Santo que de nuevo nos llevó a la plaza de Capuchinos para contemplar a la hermandad de la Paz. Una plaza donde todo era expectación. Desde primeras horas de la tarde no cabía un alfiler, estaba todo abarrotado para contemplar a la popular cofradía.

Poco a poco los nazarenos blancos y verdes de la hermandad de la Paz fueron tomando las calles con un largo cortejo que este año es aun más largo puesto que la hermandad de la Paz es otra de las hermandades cordobesas que ha incrementado su número de nazarenos. 

Mientras los nazarenos avanzaban el Señor de la Humildad y Paciencia estaba ya en la plaza de Capuchinos, la cordobesa banda de la Salud interpretaba la primera de las marchas y el paso de misterio con su característico andar hacía las delicias del ingente público que entre aplausos recibía al paso de misterio. Un paso que fue exornado con distintas variedades florales en tonos rojos, donde destacaban las rosas que recorrían toda la crestería del paso. 

Tras el giro, el misterio de la Humildad y Paciencia avanzaba por la calle Conde de Torres Cabrera y en Capuchinos todo se inundaba de blanco infinito de paz, la bambalina del palio ya asomaba por el portón anexo al convento de Capuchinos, el capataz daba las órdenes pertinentes y el paso, ya en pie, comenzaba su caminar, sonaba la primera marcha. Aplausos y vivas a la Virgen de la Paz, y no era para menos, la Paloma de Capuchinos lucía por primera vez el Miércoles Santo su corona canónica aquella corona fruto del amor de su devotos que le fue impuesta el pasado mes de octubre en la Catedral cordobesa. Una corona que ha sido realizada en oro por el orfebre cordobés Manuel Valera. 

La Virgen de la Paz, a los sones de la banda del Arahal de Sevilla, comenzaba su esperado caminar por las calles de la ciudad en un blanco palio exornado con rosas y astromelias en color blanco. La Paloma de Capuchinos volvió a causar sensación entre el numeroso público que se abarrotó prácticamente en todos los lugares por donde pasó la dolorosa de Martínez Cerrillo. 

Misericordia

La Virgen de la Paz avanzaba por el centro de la ciudad y en el barrio de San Pedro los nazarenos blancos de la hermandad de la Misericordia ya habían salido sembrando de clasicismo las calles de Córdoba. Los nazarenos avanzaban ya por la plaza de la Almagra mientras la basílica menor de San Pedro era el escenario perfecto para enmarcar al crucificado de la cofradía el Santísimo Cristo de la Misericordia. Y es que cuando la hermandad de la Misericordia se pone en la calle parece que se para el tiempo, todo es nuevo o renovado pero con el mismo sabor de siempre. 

Ocurrió con el paso de Cristo y volvió a ocurrir este año con el paso de palio de la hermandad, un conjunto que este año ha sido sometido a una reestructuración con el fin de darle mayor realce a la Virgen de las Lágrimas en su Desamparo. Distintos artistas han intervenido en este paso de palio, en el que a pesar de las muchas cosas que se le han hecho parece que no se le ha hecho nada.  

Un remozado paso de palio que estaba ya en la puerta de la basílica menor de San Pedro como siempre y como nunca. La banda de música de María Santísima de la Esperanza. con sus escogidas marchas, hizo el resto para trasladarnos a un Miércoles Santo de ahora y a la vez un Miércoles Santo de siempre.

Pasión

Mientras la hermandad del Perdón hacía su entrada en la carrera oficial, después de haber pasado por calles aglomeradas de público, el Calvario estaría ya a la altura de la calle San Fernando, la hermandad de la Paz estaba en ese momento por el centro de la ciudad, y la hermandad de Pasión ponía su cruz de guía en la calle. 

El Señor de Pasión cruzó el entramado de calles del barrio de San Basilio luciendo la llamada túnica de la corona, la túnica que hace unos años fue bordada por Jesús Rosado. Como novedad presentaba este año una nueva corona de espinas realizada por el imaginero Sebastián Montes. Así, el Señor avanzaba por las calles buscando el Arco de Caballerizas.

El paso fue exornado con un original calvario con distintas variedades florales donde destacaban los geranios en un guiño de la cofradía al popular barrio de San Basilio.

Tras el Señor de los Hortelanos volvió a caminar la Virgen del Amor junto a San Juan acompañada musicalmente por la banda municipal de Coria del Río. A la dolorosa se le pudo ver la nuevo toca sobremanto realizada por el bordador Jesús Rosado. El palio de la Virgen del Amor avanzaba ya por las calles de San Basilio. No había vuelta atrás el Miércoles Santo comenzaba a consumirse, comenzaba a marcar la cuenta atrás que nos llevaría ya en muy pocas horas a la madrugada del Jueves Santo. 

Pero todavía había momento para el deleite, para contemplar las distintas estampas de un Miércoles Santo que sin duda es uno de los días fuertes de la Semana Santa cordobesa. Las seis cofradías volvieron a poner su sello, su seña de identidad en una tarde primaveral, en una tarde de calor, una tarde de bulla, donde el público se volvió a echar a las calles en un día que es antesala de los días grandes. 

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