Tras una madrugá del Miércoles al Jueves Santo, que así podría llamarse al unirse un sensible retraso en los cortejos con muchas ganas de disfrutar de las procesiones fuese la hora que fuese, el Jueves Santo de ayer tuvo regusto a venganza. A sana y justa venganza, eso sí, contra las adversas circunstancias que en los tres pasados años maltrataron a las cofradías de este día: dos años de pandemia y una lluviosa edición del 2019 que impidieron salir a todas las hermandades de la jornada. Así, y con toda Córdoba que parecía que se había echado a la calle, comenzaba una jornada para la pequeña-gran historia de la Semana Santa, con el paso del Señor de los Toreros, El Caído, levantándose poco a poco con la Marcha Real para iniciar su estación de penitencia, una hermandad que, por cierto, está inmersa este año en una amplísimo programa conmemorativo de actos en torno al 75 aniversario del fallecimiento del que fuera hermano mayor de la corporación, Manuel Rodríguez Manolete. O con Las Angustias, recuperando una banda de música, este año la de El Saucejo (Sevilla), un capítulo más en ese difícil debate para los más entendidos sobre qué tipo de acompañamiento (de misterio o de palio) debe llevar un grupo escultórico tan singular como esta obra cumbre de Juan de Mesa y Velasco. O esas saetas encadenadas para el Cristo de Gracia ya desde su marcha hacia la Mezquita-Catedral. Había también ayer mucho que celebrar con los estrenos, buena parte acumulados en estos años de ausencia en la calle, como la recuperación de los dragones dorados que rodean la peana del Caído y la de cartelas para el paso del Señor, obra de Rafael Barón; la restauración de incensarios y las varas de hermano y exhermanos mayores de La Caridad, a cargo del orfebre Emilio León; las imágenes de los evangelistas y el relicario de San Bartolomé para el paso de Jesús Nazareno; la túnica de terciopelo de Jesús de la Fe, en la Cena; la restauración de los arbóreos traseros en el enorme paso del Cristo de Gracia, los cien cubrerrostros de Las Angustias... También podría considerarse casi un estreno el que La Caridad procesionase con una banda de música, Coronación de Espinas, y no en silencio como se apuntó en un principio, en lugar de la compañía del Tercio Gran Capitán, hermano de honor de la corporación de San Francisco. Hoy sí que estarán los caballeros legionarios con el Cristo de La Caridad en su tradicional vía crucis matutino del Viernes Santo. Pero para estreno de la jornada, sin duda el de la incorporación del paso de María de la Esperanza del Valle a la Semana Santa cordobesa, que no pudo salir por la lluvia en el 2019, como se quería, y que después, por las restricciones sociosanitarias, ha seguido sin poder sumarse al cortejo de La Cena. Fue a las 18.22 horas cuando se produjo la primera levantá del palio que presidía la imagen creada por Miguel Ángel González Jurado en el 2001. Por último, también fue la primera Semana Santa en la que coincidió la iniciativa de un grupo de patios de abrir para ir recuperando la tradición, perdida a lo largo del siglo XIX de vivir la Madrugá cordobesa con visitas a los pequeños altares y capillas instalados en estos recintos tradicionales Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Si bien el año pasado ya se puso en marcha este proyecto, la falta de procesiones en el 2021 impidió hasta anoche que por primera vez se sumara el callejear del público en busca de los patios abiertos y el de los cortejos penitenciales. Hoy también será un día especialmente ansiado por las cofradías del Viernes Santo, ya que a los dos años de ausencia en las calles por la pandemia añaden la accidentada edición del 2019, en donde solo Descendimiento y el Santo Sepulcro consiguieron llegar hasta la carrera oficial y las demás suspendieron, y hasta la inestable Semana Santa del 2018. A estas ansias se sumarán las buenas previsiones meteorológicas del día, quizá hasta con cierto calor, y, sobre todo, el gran estreno de la Semana Santa 2022: la incorporación a la carrera oficial de la hermandad de La Conversión.