Es Domingo del Ramos y el barrio del Cerro lo sabe, por eso, como cada año, espera a su cofradía del Amor, que este año estrenaba la puerta lateral del templo por donde cruzó el cortejo de la cofradía ante un barrio expectante que tenía ganas de ver a su cofradía en la calle.
Así, poco a poco, fueron saliendo los nazarenos blancos y negros de la popular hermandad. Tras el primer tramo apareció el misterio de Jesús del Silencio ante el Desprecio de Herodes acompañado por la Agrupación Musical del Cristo de Gracia. A los sones de esta banda cordobesa el misterio se iba adentrando por el entramado de calles de este barrio buscando el Campo de la Verdad. Especial fue el momento ante el colegio de las Mercedarias, donde el capataz dedicó sentidas palabras a esta congregación de religiosas. El paso iba exornado con un elegante friso de distintas variedades florales en tonos malvas.
Poco después llegaba el Cristo del Amor en su dorado paso exornado con clavel rojo, acompañado musicalmente por la cordobesa banda de cornetas y tambores de la Salud. A los sones de las vibrantes cornetas el Cristo avanzaba por la calle Beato Henares buscando ya la espesura de la Catedral cordobesa. A lo lejos ya se vislumbraba el palio de la Virgen de la Encarnación, el grácil movimiento de este palio se iba meciendo entre la hilera de naranjos que la escoltaban. El azahar, el incienso y la belleza de esta dolorosa cordobesa puso el resto para vivir uno de esos instantes de pellizco de la Semana Santa a los sones de las alegres marchas propias de un palio de barrio.
Tras su paso por el primer templo de la diócesis, la hermandad del Amor comenzó el camino de regreso hacia su barrio ya bien entrada la madrugada, sin duda, con la satisfacción de haber hecho después de dos años estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral.
