La esperanza es lo último que se pierde y ayer lo dejó claro la hermandad cuya titular mariana es la Virgen de la Esperanza, la advocación a la que hemos estado aferrados durante estos dos últimos años, la esperanza de que el Domingo de Ramos tarde o temprano llegaría y llegó, claro que llegó, como llegó el momento de ver salir a la hermandad de la parroquia de San Andrés.
Una vez más, cientos de personas llenaban la plaza de San Andrés. El bullicio era como el último año que recordábamos, aquel Domingo de Ramos del 2019 cuando en la plaza de San Andrés no cabía un alfiler, y ayer se volvió a repetir cuando los nazarenos blancos y verdes de la hermandad de la Esperanza salían poco a poco desde la parroquia.
Poco después, la marcha real interpretada por la agrupación musical de la Pasión de Linares anunciaba que el paso de misterio de Jesús de las Penas estaba ya en la puerta de San Andrés y con paso firme tomaba la calle. Sin duda, era Domingo de Ramos.
A lo lejos, en el interior del templo, se vislumbraba la dorada malla del palio de la Virgen de la Esperanza y en medio, Ella, tan bella como siempre, por primera vez en su palio con su nueva corona, una corona de plata sobredorada salida de las manos del orfebre cordobés Emilio León, bajo diseño de Rafael de Rueda.
En lo que respecta al palio, se pudieron ver por primera vez en la calle las nuevas dimensiones del mismo, un palio más armónico que, aunque aún sale en malla lisa, la hermandad tiene ya el diseño de lo que será el futuro bordado. Pero para eso habrá que esperar. Para este Domingo de Ramos fue exornado con distintas variedades florales en tonos blancos y, como siempre, acompañada musicalmente por su banda de música, la de la Esperanza, que ofreció un escogido repertorio donde no faltó Esperanza cordobesa, marcha con la que el público conecta rápidamente con esta dolorosa del Domingo de Ramos.
Una dolorosa que este año cumple el 75 aniversario de su bendición, por lo que la hermandad está llevando a cabo distintos actos.
