La contemplación de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud vale mucho más que mil palabras. Contemplar su figura nos llama a la imitación. ¿Cómo nace esta espiritualidad que nos hace fijarnos en el Nazareno para tomar nuestra cruz y seguirle? Vamos a adentrarnos en el universo de los grandes místicos españoles del Siglo de Oro, fundamentales en esta nueva devoción hacia la Humanidad de Cristo. Antes de las imágenes nos vamos a sumergir en el pensamiento cristiano del quinientos. Córdoba es una de las regiones de mayor devoción al paso de Jesús Nazareno, con algunas de sus imágenes más impactantes del barroco español.

Plástica y Espiritualidad

Oración e imágenes. Como si se tratase de dos universos diferentes y realmente no lo son. Parecen algo contrapuesto, imagen y mística. Y, sin embargo, la experiencia de los místicos va unida a la vivencia devocional de las imágenes que contemplaban en sus sencillos conventos. Los temas de la Pasión de Cristo y la compañía de la Madre Dolorosa adquieren un desarrollo singular en el seno de la espiritualidad cristiana de la mano de la mística del Carmelo Descalzo y de otros grandes santos de la Iglesia de ese momento. No es algo exclusivo de esta orden contemplativa, sino que responde al impulso que los temas de la Redención de Jesucristo adquieren desde el Concilio de Trento y que serán el eje central junto con la Eucaristía y las mediaciones, como los santos y los ángeles. Nos vamos a centrar principalmente en la plástica escultórica y su relación con los místicos españoles.

La presencia de la Pasión en una serie de temas principales se debe a la propia experiencia de los santos carmelitas. En sus obras queda patente la presencia de la Humanidad de Cristo, dice Santa Teresa: "Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su Sagrada Humanidad y traerle siempre consigo y hablar con Él, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos".

La Santa procuraba los medios para esta devoción a Cristo, algunas imágenes o pinturas fueron encargadas expresamente por ella, otras mediante donaciones a sus conventos. La mayor parte representan temas de la Pasión: la crucifixión, el expolio o el Eccehomo. Entre ellos destacan dos, el Eccehomo y Cristo atado a la columna. Ante una imagen del Eccehomo tiene lugar su conversión definitiva: "Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle".

No olvidará la santa carmelita los pasos de la Pasión, entre ellos el del Nazareno cargado con la cruz, según ella misma expresa: "No os pido más de que le miréis [...] Si estáis con trabajos o tristes, miradle camino del Huerto; ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma!; pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella. O miradle atado a la Columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama: tanto padecer, perseguido de unos, escupido de otros, negado de sus amigos, desamparado de ellos, sin nadie que vuelva por Él, helado de frío, puesto en tanta soledad, que el uno con el otro os podéis consolar. O miradle cargado con la cruz, que aún no le dejaban hartar de huelgo. Miraros ha Él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, solo porque os vais vos con Él a consolar y volváis la cabeza a mirarle".

Nazareno de Priego: Esta escultura, fechada en 1592, es obra del imaginero Pablo de Rojas, que consagró el modelo iconográfico de Jesús Nazareno en tierras andaluzas. A.J.GONZÁLEZ

San Juan de la Cruz y Padre Cristóbal

Sin embargo, en los conventos de carmelitas andaluces se desarrollará principalmente el paso de Jesús Nazareno cargado con la cruz o caído por el peso de la misma. Una influencia singular van a ejercer dos cofradías señeras del Nazareno fundadas en conventos de carmelitas descalzos, la de Granada y la de Jaén, en la década de los ochenta del siglo XVI.

Además de las referencias de santa Teresa y del ambiente general de devoción al Nazareno en el sur de España, por ejemplo en Córdoba merced al Padre Cristóbal, uno de los hechos fundamentales que acrecientan esta devoción en el seno del Carmelo es una experiencia de san Juan de la Cruz que tiene lugar en el convento de Segovia en los últimos años de su vida. Tras arreglar un pequeño cuadro del Nazareno y colocarlo en la iglesia, él mismo cuenta el suceso: "Después de tenerle en la iglesia puesto lo más decentemente que yo pude, estando un día en oración delante de él, me dijo: Fray Juan, pídeme lo que quisieres, que yo te lo concederé por este servicio que me has hecho. Yo le dije: Señor, lo que quiero que me deis es trabajos que padecer por Vos y que sea yo menospreciado y tenido en poco. Esto pedí a Nuestro Señor, y su Majestad lo ha trocado, de suerte que antes tengo pena de la mucha honra que me hacen tan sin merecerla".

Este cuadro se conserva aún en el convento de los descalzos de Segovia, la difusión de este motivo no fue solo a través de la publicación de su vida tras su muerte, sino también mediante grabados que representaban la escena del diálogo de san Juan de la Cruz con el Nazareno. En estos grabados suele aparecer en primer lugar el Nazareno de medio cuerpo, para pasar después a representarlo de cuerpo entero y a veces caído. Cuando se encargan las series de pintura sobre el santo, uno de los pasajes imprescindible es este del diálogo del santo con el Nazareno.

Los recientes estudios sobre los conventos de Los Mártires de Granada o Baeza aportan interesantes datos sobre la realidad del fomento de la devoción a Jesús Nazareno en los conventos de descalzos, apoyados en corporaciones penitenciales, y bajo el priorato del mismísimo san Juan de la Cruz.

En Granada entre los años 1570 y 1587 aparece la cofradía de Jesús Nazareno y Santa Elena, conocida como la "de las cruces", en ella figuraban numerosos caballeros de la sociedad granadina. La fundación del convento de los descalzos en la ermita de Los Mártires de Granada tiene lugar en 1573. Debido a su ubicación junto a la Alhambra pudo adquirir un talante aristocrático, así se cita en los anales granadinos: "La devota cofradía de Jesús Nazareno y Sancta Elena, que sale de penitencia el Viernes sancto por la madrugada y la sirven los mejores caballeros de Granada con grande devoción y edificación". Esta corporación cambiará la violencia de las disciplinas por una imitación de las palabras de Cristo, portando una cruz al hombro siguiendo sus pasos. Se va creando un modelo de desfile procesional donde impera el silencio de un cortejo penitencial que imita a Cristo con su cruz. Se va forjando un modelo de cofradía del Nazareno que se extenderá por toda la geografía andaluza.

Lo más llamativo es la presencia de san Juan de la Cruz como prior de Los Mártires, entre 1582 y 1588, cuando se refunda la cofradía y se encarga la imagen procesional a las mejores gubias de la ciudad, las del alcalaíno Pablo de Rojas. Seguramente la imagen se hizo bajo la guía del santo místico, ya que parece traslucir lo que escribió: "El uso de las imágenes para dos fines principales ordenó la Iglesia, es a saber: para reverenciar a los santos en ellas, y para mover la voluntad y despertar la devoción por ellas y a ellas. Y cuanto sirven de esto son provechosas: y el uso de ellas es necesario; por eso, las que más al propio y vivo están sacadas, y más mueven la voluntad a devoción se han de escoger, poniendo los ojos en esto más que en el valor de la curiosidad de la hechura de su ornato".

Estos rasgos son los que percibimos en la magnífica imagen de Jesús Nazareno que, tras la desamortización de 1835, pasó a la parroquial de Huétor Vega, junto con otras imágenes de la iglesia conventual carmelitana. Pablo de Rojas realizará otras dos imágenes del Nazareno atribuidas unánimemente por la crítica, el de las Angustias de Granada y el de Priego de Córdoba. El imaginero Pablo de Rojas consagra el modelo iconográfico del Nazareno en tierras andaluzas, siendo el encargo de la imagen para los carmelitas descalzos de Los Mártires la primera que realizó entre 1582 y 1587, siendo posteriores las otras dos. La misma fecha de 1587, habiéndose fundado el convento del Carmen y Colegio de San Basilio en 1579, es la que se da como fundación para la cofradía de Jesús Nazareno y la Cruz de Santa Elena de Baeza.

A esto se une el hecho de que san Juan de la Cruz elabora unas ordenanzas para la Cofradía de Nazarenos en el convento de los carmelitas descalzos de Baeza: "Que comulgasen los cofrades juntos cada mes. Que se quitasen y no se permitiesen enemistades entre ellos. Que ninguno viviese mal. Que en la procesión todos fuesen con un mismo vestido y calzado... Que las cruces fuesen iguales y de una misma manera".

En el preámbulo de los estatutos de la posterior cofradía de la Caída de Baeza, también en los frailes descalzos, puede leerse: "Ilustrísima reforma de los reverendos padres carmelitas descalzos, que aprendieron esta devoción de sus santos fundadores Santa Teresa de Jesús, que recibió singulares favores de Jesús Nazareno, y San Juan de la Cruz, primer rector del colegio de carmelitas descalzos de esta ciudad de Baeza, que por venerar la imagen de Jesús Nazareno mereció singularísimos favores para su alma".

Respecto a los orígenes de la cofradía de Jesús Nazareno de Jaén, el popular Abuelo, no se sabe la fecha concreta, se sabe que existe en 1594, pero su fundación estará entre 1588, año en que se funda el convento de San José, y dicho año de 1593. Es la más pujante e influyente de todas desde el siglo XVI.

Otra figura imprescindible en la expansión de la devoción al Nazareno será el Padre Cristóbal de Santa Catalina, causante de la fundación de la primera cofradía de Jesús Nazareno en la diócesis de Córdoba. Fue fundada el 21 de marzo de 1579, hunde sus raíces en las centurias bajomedievales, sosteniendo un hospital en el barrio de San Lorenzo. Inicialmente bajo la advocación de San Bartolomé, incorporó a Jesús Nazareno en 1579, llegando hasta el día de hoy como cofradía penitencial y asistencial, con el antiguo hospital convertido hoy en residencia de ancianos. Las siguientes décadas del siglo XVI verán el nacimiento de nuevas cofradías del Nazareno en las principales localidades cordobesas como Cabra, Baena o Montilla.

El Nazareno de La Rambla: Salida del templo el pasado 4 de marzo del 2022, fecha de su 400 aniversario. MANUEL MURILLO

La compañía de Jesús

Tampoco podemos olvidar a la otra gran figura esencial en el arte de la contrarreforma católica: San Ignacio de Loyola. El nacimiento de la Compañía de Jesús, defensora a ultranza del catolicismo en todo el mundo, nace de un encargo del mismo Jesús con la cruz a cuestas: "Aconteció en este camino que, acercándose ya a la ciudad de Roma, entró a hazer oración en un templo desierto y solo, que estaba algunas millas lexos de la ciudad. estando en el mayor ardor de su fervorosa oración, allí fue como trocado su corazón y los ojos de su alma fueron como una resplandeciente luz tan esclarecidos, que, claramente vio cómo Dios Padre, volviéndose a su unigénito Hijo, que traía la cruz a cuestas, con grandíssimo y entrañable amor le encomendaba a Él y a sus compañeros, y los entregaba a su poderosa diestra, para que en ella tuviesen todo su patrocinio y amparo. Y habiéndolos el benignísimo Jesús acogido, se volvió a Ignacio, así como estaba con la cruz, y con un blando y amoroso semblante le dice: Yo os seré en Roma propicio y favorable" (13).

Los templos de la Compañía de Jesús se llenarán de imágenes del Nazareno y los pintores como Valdés Leal, para la Compañía de Sevilla o Bocanegra en Granada desarrollarán ampliamente este tema iconográfico. Del mismo modo, en algunos conventos de los dominicos se fundarán las hermandades del Dulce Nombre de Jesús que darán culto no sólo al Niño Jesús, sino también a Jesús Nazareno, como en Antequera. En otros casos albergaron la cofradía del Nazareno como sucedió en San Pedro Mártir de Lucena.

La más antigua imagen de Nuestro Padre de Jesús Nazareno de la provincia cordobesa es la titular de la hermandad de su nombre de Lucena

Terminamos con uno de los ejemplos más bellos de la espiritualidad barroca, como son los Ejercicios espirituales del padre Molina. La lectura de su texto nos sumerge en la contemplación del Señor de la Salud, seguir su divina imagen en la Madrugá sevillana o contemplarlo en su capilla mientras leemos en su texto es el universo perfecto para el alma cristiana: "Considera, cómo habiendo el Señor llevado la cruz por las calles acostumbradas de la ciudad, que era más de la mitad del camino para el Calvario, al salir por la puerta, cayó con ella, por ir tan fatigado, y molido, que no podía ya dar paso... temieron no se les muriese antes de ponerle en la cruz; y por eso, y por darle más prisa, hicieron a Simón Cireneo, que la llevase hasta el Calvario. ¡Oh alma mía! No pierdas esta ocasión: sal al encuentro a aquellos judíos, que buscan quién lleve la cruz: diles, que tú la llevarás de muy buena gana, y aún se les pagarás, porque te la dejen llevar. ¡Oh Jesús fatigado del camino, cansado, y molido del peso de mis pecados!".

Joyas de la escultura cordobesa

Las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno representan la devoción más importante en toda la provincia, constituyendo su seña de identidad más personal. Sus cofradías comienzan a fundarse en el siglo XVI y dan culto a algunas de las joyas de la provincia, nacidas al amparo de los carmelitas descalzos, dominicos o franciscanos. En todas las ciudades y pueblos prácticamente es la devoción principal, acaparando las tradiciones más señeras de la Semana Santa.

Ejemplos en el arte de los templos

En el arte de los templos, en pintura y escultura ya se encontraban notables ejemplos como los frescos del ábside de San Lorenzo o los relieves del trasaltar mayor de la catedral. A mediados del siglo XVI corresponde el relieve de Cristo aceptando la cruz de la capilla de San Simón y San Judas de la Catedral. Los grandes retablos del quinientos en la diócesis dejaron bellísimos ejemplos en pintura y relieve donde aparecía la escena de Jesús Nazareno camino del Calvario, así la pintura de Pedro de Raxis en el retablo mayor de la Asunción de Priego. En la platería encontramos escenas de pequeño tamaño en la decoración de vasos sagrados, pero destaca, aunque sea de época posterior, el relieve del camino del Calvario en la grandiosa Sacra del Obispo Cebrián, como ejemplo significativo en las artes suntuarias.

La más antigua imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la provincia cordobesa es la titular de la hermandad de su nombre de la ciudad de Lucena, atribuido a Jacobo Florentino, conocido como el Indaco Vecchio, a principios del siglo XVI, imagen imponente y única. Recibía culto en la ermita de Santa Catalina que el marqués de Comares entregó a los dominicos en 1573. Vinculada a otra primitiva cofradía llamada del Gran Poder de Dios, se extinguió y dio paso a la actual cofradía del Nazareno fundada en 1599. Su rostro de piedad y angustia y su brazo caído esperando para impartir la bendición son señas indiscutibles de esta magnífica imagen.

Sin embargo, la cofradía más antigua es la de la capital cordobesa, que venera la imagen Jesús Nazareno desde su fundación en 1579. Con su magnífico ajuar de plata en cruz y peana, es otra de las tallas que conservan la belleza original en su antigüedad. Se recoge en el inventario de la hermandad de 1728 que anteriormente era una imagen de Cristo atado a la columna. Aunque se vinculó a Andrés de Ocampo, actualmente se relaciona con los trabajos de Vázquez el Viejo y su oficial Gaspar Núñez Delgado, con quien más se vincula por los estudiosos.

Priego, Puente Genil, La Rambla...

Como hemos referido anteriormente, uno de los iconos fundamentales en este paso de la pasión es Nuestro Padre Jesús Nazareno de Priego, atribuido con certeza a las gubias de Pablo de Rojas en 1592. Imagen tallada completa, con policromía posiblemente de Pedro de Raxis, que fue revestida a los pocos años de crearse. Su rostro es el paradigma del naturalismo que inicia las escuelas granadina y sevillana, resulta imposible no quedar paralizado ante el fulgor de su impactante mirada. Nos encontramos ante una de las cumbres del naturalismo barroco y de las tallas del Nazareno en el territorio andaluz.

Se había relacionado con este taller granadino el bello Nazareno de Puente Genil, el Terrible, que se ahora se cree obra de los discípulos de Jerónimo Hernández a principios del siglo XVII. Su dulzura de mirada entraña una ternura que ha cautivado desde siglos el corazón de la localidad, recibiendo culto de su cofradía fundada hacia 1595. En los primeros años de la misma centuria debe encuadrarse la personalísima talla del Nazareno de Rute, cuya cofradía se funda en 1624. Su dramático giro de cabeza hacia su izquierda, como queriendo captar la atención de los que van quedando atrás, le aporta un sello muy peculiar. Se ha vinculado también con la estética granadina próxima a Alonso de Mena, que tanto trabajó para tierras cordobesas. Presenta cruz de plata de 1683. Con esta misma estética de Alonso de Mena puede relacionarse el de la localidad de Fuenteovejuna, así lo vemos en el tratamiento del cabello, la barba o el bigote a base de mechones pequeños, ondulados y no muy profundos. Su corona y potencias, así como las andas, son de las más personales y antiguas del patrimonio nazareno de la provincia.

El Señor de los Toreros se encuadra en el taller de Pedro de Mena, hacia 1670. Es una escultura de gran calidad y de fuerte potencia expresiva

De gran belleza es el Nazareno de Montilla, de hacia 1601, relacionado con la obra de Juan de Mesa el Mozo, aunque otros piensan que puede datarse a comienzos de la siguiente centuria. En torno a 1635 se encuadra el expresivo Nazareno de Carcabuey, de prolongada barba y encorvado cuerpo.

Nazareno de Puente Genil: La escultura del patrón de los pontanenses es una talla de madera policromada de comienzos del siglo XVII atribuida a la escuela granadina. Córdoba

La obra más famosa, sin duda alguna, es el extraordinario Jesús Nazareno de Juan de Mesa tallado en 1621 para La Rambla, de potencia sobrenatural. El año anterior el discípulo de Montañés había tallado, dando un giro novedoso a la iconografía del tema, el portentoso Señor del Gran Poder. Seguramente le hizo ilusión a Mesa tallar esta obra para su tierra. Destaca la suavidad de sus manos que parecen acariciar dulcemente el madero tornado en plata cilíndrica. Relacionada con el racionero Alonso Cano, al parecer por un documento que contenía en su interior, el magnífico Nazareno del Amor de Lucena parece encajar mejor en la obra marcada por José de Mora, cuyos ojos entornados, así como el patetismo de la boca y la talla de la barba nos llevan al patriarca de los Mora.

La talla de Jesús Caído, de su convento de los carmelitas descalzos de Córdoba es uno de los iconos de la Semana Santa de la ciudad. El Señor de los Toreros se encuadra en el taller de Pedro de Mena, hacia 1670, una escultura de gran calidad y de fuerte potencia expresiva que cautiva al espectador, desde que llegó al convento fue concitando la devoción de los vecinos de Santa Marina hasta derivar en la creación de su cofradía en el siglo XVIII.

El sello particular de José de Mora y su taller tiene también una representación muy importante en la provincia, de hecho es, posiblemente, el taller más presente en la geografía cordobesa en imágenes de pasión y de gloria. Relacionado con los Mora, conservando toda la maestría de aquel taller granadino descuella el bellísimo Nazareno de Aguilar de la Frontera, de expresión serena y profunda, igualmente con un ajuar espectacular en bordados, plata y oro para su personal corona y potencias. Su boca entreabierta, el arqueado de sus cejas y los hematomas ponen ese acento granadino en esta prodigiosa talla. Con los Mora se relaciona también el original Nazareno de Monturque, muy cercano al del Viacrucis de Granada, obra de José de Mora. Mas desconocido, pero de gran calidad, dentro del taller granadino de los Mora es el bellísimo Nazareno de Almedinilla, con el curioso detalle del dedo índice de su mano izquierda señalándose a sí mismo. Igualmente se inspiran en los cánones granadinos las imágenes del Nazareno de Iznájar y el de Zuheros.

Más separado en el tiempo, deudor de este taller de los Mora, podría ser también el Nazareno del Valle de Lucena, más contenido en su pasión. Del escultor antequerano Antonio del Castillo es el magnífico Nazareno de Benamejí, procedente del convento de los carmelitas descalzos, en ese deseo de fomentar este paso de la pasión del Señor en los conventos de la Orden. Otras imágenes que siguen la huella granadina son las del Nazareno de Palenciana y Luque, en los comienzos del setecientos.

Nazareno de Baena: El escultor sevillano Miguel de Perea es el autor de esta talla, donada en 1733 pero probablemente realizada en los años veinte del siglo XVIII. MARILUZ ARIZA

Obras del seiscientos se consideran los titulares de Pasión y del Buen Suceso o el de Pozoblanco. El abad de San Basilio fray Juan de Alvear encargó esta talla, de mirada dulce y serena, que bendecía las huertas del vecino Alcázar Viejo, por lo que se le denominaba como el Señor de los Hortelanos. La venerada imagen del Nazareno de Pozoblanco, ya se encuentra documentada en su capilla en 1615, conservando los rasgos característicos del primer barroco que busca captar la atención del creyente, para ello enfatiza la mirada y la boca entreabierta. En 1643 se documenta la talla de la imagen de Jesús Nazareno de Montalbán, que guarda igualmente esa expresividad de las tallas del barroco. Aunque vinculada al círculo de Alonso de Mena, el Señor del Buen Suceso, en su templo cordobés de San Andrés, resulta difícil de encuadrar debido a las numerosas intervenciones que ha recibido, aunque llama la atención por la dulzura de sus facciones.

En el siglo XVIII, en 1724, se talla por Fray Juan de la Concepción el de San Lorenzo, de delicadeza exquisita. La talla denota la influencia granadina que el escultor religioso recibió durante su estancia gran parte de su carrera en la ciudad de la Alhambra. Miguel de Perea talla antes de 1733 el Nazareno de Baena, donada en ese año, pero posiblemente realizada en los años veinte del siglo XVIII. Blas Molner es el autor del Caído de Aguilar, a finales del siglo XVIII en su convento de carmelitas descalzos, una escultura valiente, de gran expresividad en el rostro, donde con una rodilla en pie ya parece levantarse. De finales de la centuria es la delicada talla del Nazareno de Moriles.

En este mismo periodo se encuadra la imagen de Jesús Caído de su hermandad de Lucena. En 1782 llega a Guadalcázar la imagen de Jesús Nazareno, de tamaño académico. Entre los pocos ejemplos de la centuria decimonónica sólo se encuentra el Nazareno de Peñarroya-Pueblonuevo, de tamaño académico y dulzura de facciones.

Las nuevas contemporáneas

Una escuela con personalidad propia. Tras los sucesos de la guerra civil un nuevo panorama se abre para los imagineros. Las pérdidas son numerosas, sobre todo en algunas comarcas de la provincia. En algunos casos se realizarán tallas nuevas dejando libertad a los imagineros o en otros se pedirá seguir el modelo iconográfico desaparecido. Artistas de la escuela sevillana, cordobesa o valenciana se encargarán de llevar a cabo las nuevas imágenes del Nazareno.

En otros casos, las imágenes se encargan a talleres de arte religioso, como los de Santa Rufina, que realizan el Nazareno de Villanueva de Córdoba en 1940 o el de La Carlota, al año siguiente. De Madrid procede en 1940 la talla del Nazareno de Nueva Carteya, obra del escultor Juan Cristóbal González Quesada. Algunos conjuntos se adquieren en los afamados talleres de Olot, como el del encuentro con la Verónica de Benamejí. Del taller salmantino de Damián Villar es el Nazareno de Hornachuelos, con la cabeza dirigida al cielo. Se incorporan nuevas tallas como las del valenciano Pío Mollar para Montoro o Palma de Río. Ambas tallas serán realizadas en 1939 y 1940 respectivamente. Magistralmente talladas, Mollar logró perpetuar la devoción al Nazareno en estas imágenes de gran devoción, como sucede con el Señor de Montoro, una de las principales de la provincia. Un discípulo suyo realiza el Nazareno de Almodóvar del Río que, desaparecida en el incendio de 1991, es copiada por González Jurado.

Nuestro Padre Jesús Nazareno de Córdoba: Este cristo, que procesiona el Jueves Santo en la capital cordobesa, es una obra anónima de finales del siglo XVI o principios del XVII. Manuel Murillo

Martínez Cerrillo, Ruz Olmos

Del mismo modo, el sevillano Castillo Lastrucci será uno de los imagineros hispalenses más demandados. Castillo tallará los Nazarenos de Hinojosa del Duque, El Carpio, Belalcázar, Bujalance o Castro Río, en las décadas de los cuarenta y cincuenta. La obra de Castillo muestra una estética inconfundible, de clara inspiración en la figura de Juan de Mesa, potenciando el autor en cada una un carácter distinto, así de serenidad en el Nazareno de Hinojosa, de 1941, o de compasión en el de El Carpio, de 1944, el mismo año en que entrega el de Bujalance, imagen que sustituía a la antigua de Juan de Mesa el Mozo, de 1609. En 1951 talla el de Castro del Río, el más cercano a los modelos hispalenses de Mesa, que acompaña con el Cirineo de la misma gubia. Su espectacular túnica bordada por fray Alonso Criado de San Francisco de Paula es una joya del bordado del setecientos.

También salen del taller de Castillo las imágenes del Nazareno de Posadas y Villafranca de Córdoba en esta misma década de intensa producción. Martínez Cerrillo tallará los Nazarenos de Dos Torres, Espejo y Montemayor. En el caso de Espejo, el escultor incorpora la cabeza de la antigua imagen que, junto con su magnífico ajuar de bordados y cruz de plata, completaron el conjunto con ese sabor de antaño. También se adjudica a su mano la talla del Nazareno de San Sebastián de los Caballeros, en 1948.

En otras ocasiones, a los escultores se les pedía que reprodujesen la antigua imagen perdida en la contienda, es el caso de Manuel Cerquera Becerra cuando talla el Nazareno de Fernán Núñez, imagen que también conserva su espectacular ajuar barroco. De algunos autores tenemos menos noticias, como Eugenio García del Pino, que talla en 1942 el Nazareno de Valenzuela.

El Caído: Principal devoción del barrio de Santa Marina, es un icono de la Semana Santa de Córdoba. Juan Algar

A veces, una imagen cambia de cofradía y de ciudad, como el Nazareno de Santaella, tallado en 1938 por Manuel Vergara Herrera para la cofradía sevillana de San Roque, la cual cambia de imagen y la vende en 1940 a la localidad cordobesa donde se encuentra. Una obra que sigue la estética de Juan de Mesa, estética que van a seguir numerosos imagineros del momento.

Una personalidad distinta aportan las imágenes de Ruiz Olmos, en sus tallas del Nazareno de Villa del Río o el original de Cañete de las Torres. Este escultor, premiado en varias ocasiones por su obra escultórica, imprime un sello diferente a sus imágenes, con un naturalismo y un aire de cierto misticismo que las caracteriza notablemente. La imagen de Villa del Río es del mismo año en que recibe el premio por su Nazareno de la Veracruz de Baeza, en 1945. Muy acertado también es el de Cañete, de 1947, que gira su cabeza hacia su derecha, de exquisita delicadeza en su mirada, de párpados caídos.

Las tallas de Dubé de Luque en Vera Cruz o Santa Faz aportan los nuevos aires de la escuela sevillana. El Señor de los Reyes, de 1987, incorpora a la Semana Santa cordobesa el momento en el que Jesús abraza la cruz, con el estipes por delante, antes de colocarla en su hombro a la manera clásica de su iconografía. Siguiendo esta iconografía está el Señor de las Penas que Manuel Luque Bonillo talla en 1993 para Puente Genil. Por su parte, el Nazareno de la Santa Faz se incorpora a un rico misterio que ha quedado perfectamente integrado en la talla de su paso procesional. Uno de las imágenes del Caído más original es la de Fernán Núñez, de Francisco Bonilla, tallada en 1961. Verdaderamente se trata de una notable aportación contemporánea, dotada de creatividad y cargada de una profunda humanidad.

Con un sello propio se va formando una escuela propia de imaginería contemporánea que tiene sus raíces en algunos autores como Castillo Ariza, Martínez Cerrillo o Miguel Arjona. Aunque hubo un periodo sin figuras clave, a partir de ellos van surgiendo los artistas como Miguel Ángel González, Francisco Romero Zafra o Antonio Bernal. Escultores de refinada anatomía, expresiones repletas de dulzura que cautivan al creyente, así como unas acabadas policromías de mates y brillos, enfatizando elementos como el brillo de los ojos o las lágrimas.

Aguilar de la Frontera su nazareno se relaciona con la escuela barroca granadina y el taller de José de Mora. Manuel Murillo

Romero Zafra talla en 1995 el delicado Nazareno de la Bondad para su joven hermandad lucentina, presentando los rasgos habituales de su autor, tales como naturalismo, delicadeza, unción sagrada y presentando la novedad de portar la cruz en el hombro derecho, no en el izquierdo como es habitual. Antonio Bernal realiza una de sus primeras obras en el Nazareno de Adamuz, en 1992, y ha tallado recientemente, en 2019, el Nazareno de la Victoria en sus Tres Caídas para su pro hermandad, una obra muy innovadora en su iconografía donde muestra a Cristo levantándose de su tercera caída, captando la fuerza del empuje en esa levantada cuando el cuerpo ya está agotado, tal como lo expresa el gesto del rostro. Ambos han constituido esa escuela cordobesa contemporánea que cuenta con un sello propio y cuyos discípulos perpetúan, con su impronta personal, dando continuidad a su característico estilo.

Entre los últimos ejemplos se encuentra el titular de la Quinta Angustia de Córdoba, obra de los discípulos de Romero Zafra, Juan Jiménez y Pablo Porras en 2019, poderoso Nazareno de gran zancada y expresividad. Estos jóvenes artistas, junto a otros como José Antonio Cabello o Edwin González, Sebastián Montes o Manuel Luque, seguirán aportando más ejemplos de esta iconografía del Nazareno no solo para la geografía cordobesa, sino también para otras localidades de España, Hispanoamérica o Filipinas.

Nuestro Padre Jesús de Lucena este Nazareno, el más antiguo, en la Mezquita-Catedral. Manuel Murillo