La Semana Santa de Lucena es una de las más peculiares de la provincia por su manera de portar los pasos al hombro y con el tradicional frontil de sus hermanos. Esta forma de procesionar se conoce como santería y es una singular manera y única de llevar los tronos procesionales con sus distintas y veneradas imágenes. La santería se traduce en un conjunto de normas de respeto y solemnidad para conseguir la belleza de un conjunto de valores estéticos. Los santeros procesionan con visera a rostro descubierto y de manera desinteresada, poniendo toda su pasión encima de sus hombros, formando parte de un conjunto de santeros y a las órdenes de un manijero, santero encargado de marcar el paso en la procesión. El manijero es designado por parte de la cofradía y es el responsable directo del trabajo de los santeros elegidos para el paso procesional.

La santería forma parte de un conjunto de actos rituales, algunos de carácter público, como son el paseíllo hacia el templo de la cuadrilla de santeros o el atado de la almohadilla al varal. Otras tienen un carácter privado, como son la junta de sitios o las juntas de santeros, donde manijero y su cuadrilla, acompañado de invitados, comparten vivencias de santería y marcan cuáles son los detalles a desarrollar sobre su forma de llevar el paso en cuestión, además de compartir de manera fraternal unas copas de vino y comida, todo ello en la búsqueda de la convivencia de su santeros.

En estas juntas de santeros destacan la junta de la marca, en la que se miden los hombres para ser tallados y elaborar las cuñas (tacos de madera de distinto grosor), que servirán para igualar las diferencias de estatura entre los santeros y equilibrar el peso del paso procesional entre los portadores de la imagen. El manijero es pieza fundamental, quien a toque de campana marca el paso de la procesión.

A golpe del timbre campana, el manijero ordena el avance de los santeros a lo largo del recorrido procesional. Esta campana formará parte del recuerdo particular de cada manijero. Un hecho de gran importancia es el acompañamiento del tambor, que con distintos toques marca el paso a los santeros, independientemente de las bandas de música que acompañen el recorrido de la procesión.

El nacimiento de la santería, según Antonio Cañas, en su artículo "La santería, una manera de sentir", se produjo en el seno de la Real Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el 21 de marzo de 1839, cuando se prohibió el uso de correón, una especie de banda de cuero que a modo de bandolera unía la peana del paso procesional a los hombros de los hombres que lo portaban. Tan difícil y violento era este modo de llevar el paso que se adoptó la determinación de prohibir su uso. Fue cuando a partir de ese momento nació la santería, que se fue extendiendo al resto de las cofradías que salen en Semana Santa.

Virgen de la Soledad: La cofradía se remonta al siglo XVI. J. A. F.

Historia

La Semana Santa lucentina sustenta sus pilares en una añeja tradición cofrade que se remonta a los inicios de siglo XVI. La más antigua hermandad pasional es la de la Veracruz, con ermita propia, que albergó un hospital para pobres y que ya existía hacia 1554. Su desfile procesional era la tarde del Jueves Santo y, extinguida a comienzos del siglo XX, fue origen de varias cofradías actuales.

Hacia el año 1564 surgió en la iglesia de Santiago la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, a cuya imagen en el desfile del Sábado Santo acompañaban las tallas de San Juan, la Magdalena, una cruz vacía y un santo sepulcro. La Cofradía de Pasión firmó su acta de fundación en 1576 en el convento de Madre de Dios.

En el siglo XVI nacía en el convento de Santo Domingo la Cofradía de Jesús Nazareno, que cuenta con una gran devoción entre los lucentinos, y que se mantiene a lo largo de su historia en sus diferentes actos y cultos, así como en los desfiles del Viernes Santo. Finalmente, en 1606, en el convento carmelitano de San José se fundó la cofradía de pasión y gloria de Nuestra Señora del Carmen.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, a partir de los restos de las exhaustas hermandades antiguas, la ciudad asistió a un gran movimiento de recuperación cofrade, que, tras una larga crisis iniciada a mediados del siglo XX, se inició un resplandecer y renacimiento de la Cofradía del Amor en 1969.

Ya en las dos últimas décadas del siglo XX, la Semana Santa vivió un periodo de esplendor con el resurgir económico de la ciudad, lo que permitió la renovación y mejora de enseres y el encargo de algunas nuevas imágenes que recorren las calles lucentinas entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección. Algunas de estas cofradías se han convertido en puntos de interés social y cuentan con museos históricos propios, en los que se conservan sus patrimonios religiosos.

Jesús Cautivo de Medinaceli: La imagen procesiona el Lunes Santo. J.A.F.

Patrimonio cofrade.

El patrimonio cofrade es de gran riqueza no solo por su valor artístico de la imaginería y del conjunto de tronos, candelarias, palios y elementos decorativos que se utilizan en los desfiles, sino también por los elementos relevantes en sus capillas parroquiales y templos, en los que se unen sus retablos, pinturas, imágenes y otros enseres que las cofradías cuidan con celo.

Desfiles procesionales

El Domingo de Ramos se abren los desfiles procesionales con la popular imagen de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalen (La Pollinita), una escultura realizada en 1928 en la ciudad gerundense de Olot. Hay que reseñar que la mano derecha de Jesús hace un ademán de saludar. Merece la pena destacar la aureola que porta el Señor sobre su cabeza, que fue estrenada también en 1928. La misma representa a Jesús montado sobre un pollino, y sus hermanos visten túnicas blancas con fajín y botonera roja. Por su parte, los niños van ataviados de hebreos con capirote con borla a cara descubierta.

Desde la iglesia del antiguo convento de las Madres Filipenses, la Hermandad del Sagrado Encuentro procesiona los pasos de Jesús de la Bondad y María Santísima del Divino Consuelo. La imagen del Señor, que abraza la cruz en cierto sentido alegórico de aceptación por la salvación de todos los hombres, fue realizada por Francisco Romero Zafra, quien tallará también las imágenes de la Santísima Virgen y el Apóstol Santiago.

Desde la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán parte la Cofradía del Huerto, con los pasos de Jesús de la Agonía y la Virgen de la Estrella. La imagen de Nuestro Padre Jesús, junto con la del ángel de misterio, es obra del cordobés Manuel Luque Bonillo, realizadas en 1996 y 1997, respectivamente. Por su parte, la imagen de la Virgen de la Estrella es obra del imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte, del año 2000.

El Lunes Santo lucentino cuenta con la salida de cuatro procesiones de la Cofradía Franciscana de Pasión. Desde esta iglesia conventual de los Franciscanos, la cofradía sale en procesión con Jesús Cautivo de Medinaceli. Destacar el magnífico trono de esta imagen, considerado uno de los mejores de la Semana Santa local. La escultura es obra de Pedro Muñoz de Toro, aunque reformada por Manuel Luque Bonillo. También de este templo hacen su salida procesional la Virgen de las Angustias, obra del imaginero Blas Moliner. Esta cofradía saca en procesión a María Santísima de Pasión y Ánimas, de autor anónimo, pero restaurada por Manuel Luque Bonillo.

El Martes Santo cuenta con la salida de un total de siete pasos procesionales. Desde la iglesia del Carmen hacen su estación de penitencia la Venerable Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen, el paso de Nuestro Padre Jesús en su Entrada en Jerusalén, obra de escultor Diego Márquez Vega, mientras el asno y el pollino que le acompañan son obra de Luis Tibao y Lara. La imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y la de Nuestra Señora de los Dolores se atribuyen a Pedro de Mena.

Desde la iglesia mayor de San Mateo, la Congregación Servita procesiona el paso del Cristo de la Humillación, obra del escultor lucentino Pedro Muñoz de Toro, del siglo XIX, mientras los romanos son obra de Ventura Gómez. La imagen de Nuestra Señora de los Dolores (Servitas) fue realizada en 1876 y se atribuye a Blas Moliner.

Posteriormente, desde este templo también sale la Cofradía del Cristo del Amor y María Santísima de la Paz (Campanitas). La cabeza del Cristo es obra del escultor Alonso Cano, mientras que los autores del cuerpo, pies y manos son obra de Alonso Cano y Luis Tibao. A continuación, procesiona la Virgen de las Campanitas, cuya imagen es obra del cordobés Juan Martínez Cerrillo.

El Miércoles Santo, la cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima de la Amargura viene saliendo desde distintos templos en los últimos años, aunque en años venideros realizará su salida procesional desde su nueva casa hermandad, junto a la parroquia de la Sagrada Familia. Ambas imágenes son de gran belleza y cuentan con multitud de devotos.

La Pasión: Jóvenes cofrades en el desfile procesional de la cofradía franciscana de Pasión. J.A.F.

Diez pasos el Jueves Santo

El Jueves Santo, la Semana Santa brilla con diez pasos procesionales en sus calles. En la madrugada, la Cofradía y Hermandad de Tambores Enlutados del Santísimo Cristo de la Salud y Misericordia (Cristo del Silencio) parte a las cero horas desde la parroquia de San Mateo, acompañada de varios miles de personas que iluminan con su velas y con los tradicionales tambores roncos enlutados. A lo largo del itinerario se viven impresionantes momentos y estampas del paso del Silencio, junto al histórico Castillo del Moral.

En la tarde, desde la monumental ermita trinitaria de Dios Padre, hace su salida la Cofradía de la Santa Fe, Nuestro Padre Jesús en el Sagrado Lavatorio y Nuestro Padre Jesús Preso. Desde la histórica iglesia parroquial de Santiago Apóstol, en el corazón de la antigua judería lucentina, sale la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y María Santísima de la Paz y Esperanza. El Cristo de la Columna es obra de Pedro Roldán y Onieva y data de 1675. Como siempre, emociona el paso de la Columna por la estrecha calle Flores, donde los santeros se tienen que emplear a fondo para que no roce con los balcones de las casas. Le sigue la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído y María Santísima de la Salud, también de Santiago.

Finalmente, como es tradición, se hace el desfile procesional de la Hermandad del Cristo de la Sangre y María Santísima del Mayor Dolor, que parte desde la parroquia de Santo Domingo de Guzmán. La imagen del Cristo de la Sangre es de origen colonial y fue traída desde Méjico en el siglo XVI, siendo restaurada por el lucentino Justo Romero Fabero, mientras que la Virgen del Mayor Dolor es obra de Antonio Castillo Lastrucci.

El Viernes Santo se inicia a las seis de la mañana con la salida, desde la capilla de San Pedro Mártir de Verona, de las cinco procesiones de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La imagen de Jesús Nazareno es anónima, del siglo XVI, mientras que la Santa Mujer Verónica y Santa María Magdalena son obra de Luis Álvarez Duarte.

San Juan Evangelista es de autor anónimo del siglo XVIII. La imagen de Nuestra Señora del Socorro es una réplica de la desaparecida en un incendio en 1993 y es obra de Luis Álvarez Duarte. Son miles de lucentinos los que acompañan a esta cofradía con la túnica morada y, tras el Nazareno, enlutados con velo y corona de espinas portando cruz de madera. A las tres de la madrugada, previa a la salida, se hace la llamada de hermanos, acompañamiento del Torralbo y canto del Miserere. Como manda la tradición, la imagen de Jesús Nazareno imparte la bendición en varios lugares de su recorrido, despertando la centenaria devoción del pueblo. Desde este templo las procesiones de la jornada se cierran en la noche, con el Santo Entierro y la Santa Cruz, acompañados por los pasos de la Magdalena, San Juan y la Virgen del Socorro.

El Sábado Santo, la plaza de la iglesia de Santiago acoge la salida de Nuestra Señora de la Soledad. La Virgen es obra del imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte. Cabe destacar las numerosas mujeres que, ataviadas por la clásica mantilla, acompañan el desfile procesional. Una cofradía con más de 450 años de trayectoria. El Domingo de Resurrección culmina la Semana de Pasión con la salida de Jesús Resucitado y de Nuestra Señora de los Ángeles, desde la iglesia Madre de Dios de los Franciscanos.