Al igual que otros muchos pueblos de la Campiña Sur, Montilla cuenta con una Semana Santa muy peculiar que se concreta no solo en los múltiples actos religiosos que tienen lugar en Cuaresma sino, además, en actos culturales tan singulares como la Sentencia a Jesús que promueve la Centuria Romana Munda, en la que, en presencia de decenas de montillanos y de representantes del Derecho y de la judicatura, magistrados, abogados o fiscales de reconocido prestigio rememoran el procedimiento judicial más trascendente de la historia ante la centenaria imagen del Ecce Homo de Juan de Mesa El Mozo.

Aunque la agenda cofrade se vuelve especialmente intensa desde el Miércoles de Ceniza, la Semana Santa de Montilla comienza de manera oficial el Viernes de Dolores con la Ronda de Los Romanos y de la Agrupación Musical La Unión, que visitan todos los templos de la ciudad para ofrecer flores y marchas a las vírgenes titulares de las distintas cofradías.

Al día siguiente, el Pabellón Municipal de Deportes acoge la representación dramática de la Pasión, un espectáculo inconmensurable en el que más de 400 personas ponen en escena, en 17 actos, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Sin embargo, y por tercer año consecutivo, las limitaciones impuestas por la pandemia del coronavirus impedirán que la pista central del recinto deportivo acoja esta impresionante puesta en escena del drama sacro que, desde 1992, se ha constituido en uno de los referentes religiosos y culturales de la Semana Santa de la provincia.

La jornada del Domingo de Ramos cuenta en Montilla con la innegable impronta de la familia salesiana. Al mediodía, la Hermandad de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén pone en la calle un cortejo que es preparado por el claustro de profesores del Colegio Salesiano y que parte desde la iglesia-santuario de María Auxiliadora. Ya por la tarde, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Juventud en su Presentación al Pueblo, Nuestra Madre María de Nazaret y San Juan Bosco celebra su estación de penitencia desde la cercana parroquia de Santiago Apóstol, luciendo junto al llamador de su paso una reliquia del fundador de la orden salesiana. El misterio, presidido por una exquisita talla del artista cordobés Miguel Ángel González Jurado, se completa con las figuras de Poncio Pilatos, Barrabás, un sanedrita, dos romanos y un sayón, obras de Manuel Luque Bonillo, quien quiso representar así el momento en que Poncio Pilatos pronunció su célebre Ecce Homo.

Centuria romana Munda: La sentencia de Jesús abre la Semana Santa montillana. José Antonio Aguilar

Tras el intenso Viernes de Dolores, el Llanete de San Agustín vuelve a convertirse en el epicentro de la Semana Santa montillana en la noche del Lunes Santo, de la mano de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, que celebra la primera de sus dos estaciones de penitencia –la segunda tendrá lugar el Viernes Santo– con el Santísimo Cristo del Perdón, un hermoso crucificado atribuido al retablista Cristóbal de Guadix que, durante muchos años, celebró su estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo bajo la advocación de la Misericordia.

Un día más tarde, Martes Santo, tiene lugar una de las jornadas grandes de la Semana Santa montillana. No en vano, hasta tres cofradías celebran estación de penitencia, comenzando en la parroquia de Santiago Apóstol, desde donde celebra su salida la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz, la más antigua de la localidad, cuyo cortejo permite contemplar, junto a Nuestra Señora del Socorro -una advocación que fue introducida y difundida en España por las huestes de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, quien la trajo desde los reinos de Nápoles y Sicilia en los primeros años del siglo XVI–, la impresionante imagen del Santo Cristo de Zacatecas, uno de los mejores exponentes del patrimonio colonial que llevaron los españoles a las Indias y que, en los últimos meses, ha protagonizado en el Museo del Prado de Madrid Tornaviaje, una exposición dedicada al arte que llegó desde América a España y, por extensión, a Europa durante la Edad Moderna y que fue inaugurada el pasado 4 de octubre por el Rey Felipe VI.

En el otro extremo de la ciudad, en la barriada del Gran Capitán, hace su salida penitencial la Hermandad del Señor en la Santa Cena, María Santísima de la Estrella y Nuestra Señora de las Viñas, patrona del noble gremio de la vid y el vino, convirtiéndose así en la única cofradía de la localidad que rememora el misterio de la transubstanciación, por el cual Jesucristo se hace presente en el pan y el vino consagrados.

Por último, la casa natal de san Francisco Solano, patrono de Montilla, se viste de gala cada año para acoger la salida penitencial de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Caridad en sus Tristezas, una cofradía de inequívoco carácter franciscano cuya titular mariana es obra del artista cordobés Miguel Arjona Navarro.

Representación dramática de la Pasión: El espectáculo se desarrolla desde el 1992. José Antonio Aguilar

Sin solución de continuidad, el interminable paso de penitentes que acompañan en silencio al Cristo del Amor, obra del imaginero valenciano Amadeo Ruiz Olmos, marcan el Miércoles Santo en Montilla. Los cientos de faroles rojos que manan desde la Cuesta del Silencio delimitan esa vía dolorosa por la que discurre el paso del Santísimo Cristo del Amor, que dispone de un mecanismo que permite abatir la imagen para hacer posible la salida y entrada a la iglesia-santuario de María Auxiliadora. La estación de penitencia del Santísimo Cristo del Amor supone cada año el broche de oro a la participación de las cofradías salesianas en la Semana Santa montillana, pues esta hermandad, fundada en 1940 gracias a la iniciativa de Manuel Luque Velasco, es la última que sale en procesión desde el Colegio Salesiano.

Un día más tarde tiene lugar en la plaza de La Rosa el Prendimiento a Jesús Preso, una singular muestra de la teatralidad barroca que impregnan muchas tradiciones andaluzas contemporáneas y en la que destaca la figura bíblica de Judas. El cortejo de la Hermandad de Jesús Preso y María Santísima de la Esperanza, cuyos orígenes se remontan a la Cofradía de la Concepción Dolorosa, que existió en Montilla a comienzos del siglo XVII y que hacía su estación de penitencia el Miércoles Santo, se completa con el paso de la Oración en el Huerto, así como con el espectacular Cristo de la Columna, una talla de Juan de Mesa El Mozo que es llevada a hombros por un grupo de mujeres. Un buen número de nazarenos acompañan uno de los desfiles procesionales más coloristas de la localidad. La indumentaria de la hermandad, que para cada tramo de nazarenos viste un capirote de color diferente, ofrece una característica estampa que convierte al Jueves Santo en una de las jornadas grandes de la Semana Santa montillana.

También es tradicional, ya en la madrugada del Viernes Santo, la espectacular salida de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, una impresionante talla del artista montillano Solano Salido que es izada en la medianoche, para ser colocada en un paso, junto a la imagen de María Santísima de la Amargura.

Con todo, la Semana Santa montillana alcanza su punto álgido con las bendiciones de María Santísima de los Dolores y de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una imagen que traspasa lo religioso, conformándose en un icono de la idiosincrasia local. La imagen dieciochesca de Jesús Rescatado abre el cortejo con el acompañamiento de la Centuria Romana Munda que, en torno a las tres de la tarde, realiza el acto de la Lanzada al Cristo de la Yedra, un precioso crucificado que, según la tradición, habló a san Juan de Ávila. El desfile procesional lo completan los titulares de la hermandad, que bendicen los campos de la Campiña desde el paseo de Cervantes y, finalmente, vuelven a regalar al pueblo su bendición ante las puertas del templo agustino que, horas más tarde, se vestirá de luto para asistir a la salida de la Pontificia Hermandad del Santo Entierro, Soledad y Angustias de la Madre de Dios.

El tambor de Viruta marca cada año el lúgubre ritmo del paso del Cristo Yacente, tras el que discurrirá la comitiva de autoridades, coincidiendo en la calle con la Hermandad del Sagrado Descendimiento que, a lo largo de su cortejo, muestra la huella indeleble que el maestro Ávila dejó en la ciudad, de la mano del impresionante misterio que concibió Antonio Bernal. Por último, el Domingo de Resurrección es ya tradicional el encuentro que protagonizan las Tres Marías con el Señor Resucitado en la calle Gran Capitán, así como la suelta de palomas, símbolo de la paz, a las puertas de la parroquia de Santiago.

Pero no solo de imágenes y procesiones vive el montillano, como lo demuestra la exquisita gastronomía local, en la que destacan los dulces como los pestiños, los borrachuelos, los gajorros, las flores, los roscos y las magdalenas, así como diversos guisos, empanadillas o alcachofas, sin olvidar el típico bacalao frito y la ensaladilla, que constituyen la base del almuerzo del Viernes Santo. Tampoco puede olvidarse el famoso cañadú que se vendía antiguamente en la calle Ancha y los exquisitos vinos y pastelones que han concedido a Montilla fama internacional.

Lanzada al Santísimo Cristo de la Yedra: Protagonizado por la centuria romana Munda. José Antonio Aguilar