La hermandad de la Misericordia, de las más serias y cautas en Córdoba a la hora de arriesgarse a una estación de penitencia accidentada, juzgó ayer los pronósticos del tiempo, las posibilidades, itinerarios alternativos, el margen adicional de tiempo que daba la decisión de la Paz de no salir y... con todo ello, puso su cruz de guía en la calle.

Sin embargo, una de las hermandades menos dadas a las frivolidades no dejaba de mirar bajo el capirote hacia el cielo, imponiéndose al final en la calle San Fernando la misma solución que poco antes había tomado El Calvario: regresar a su templo sin llegar a la carrera oficial, todo ello con un paso del Santísimo Cristo de la Misericordia exornado con iris morado, mientras que el palio de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo lucía en su palio rosas color champán.

Justo cuando el palio de Nuestra Señora de las Lágrimas empezaba a cubrirse entre los muros seculares de la basílica menor de San Pedro, comenzaban a caer unas gotas impertinentes y amenazantes, sobre las 11 de la noche. El cielo tuvo misericordia, ese don que bien sabe cultivar la hermandad.